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A mi Entender

Día Mundial de la No Violencia

El mundo recuerda este dos de octubre una fecha internacional  que nos convoca a pensar y actuar para ser mejores personas, y merecedores de poblar este Planeta Tierra donde todos los seres humanos tenemos que ser iguales y respetados como tal.


Se trata del Día Internacional de la No Violencia, decretado por las Naciones Unidas en homenaje al aniversario del nacimiento de Mahatma Gandhi, líder del movimiento de la Independencia de la India y pionero de la filosofía de la no violencia.

Gandhi condujo a la India hacia su independencia rechazando la violencia, incluso bajo retos aparentemente infranqueables, de ahí que se ha convertido en fuente de inspiración de los movimientos no violentos que luchan por el reconocimiento de los derechos civiles y por el cambio social. El recuerdo de su legado es una gran ocasión para difundir su mensaje.

El principio de la no violencia busca conseguir una cultura de paz, tolerancia y comprensión. Como dijo Ghandi «la no violencia es la mayor fuerza a disposición de la humanidad. Es más poderosa que el arma de destrucción más poderosa concebida por el ingenio del hombre».

¿Qué retos nos impone la conmemoración de esta fecha?

Nos ha tocado vivir en un mundo de grandes complejidades, donde las guerras, las luchas intestinas, la amenaza a la independencia de las naciones, las agresiones de los más poderosos contra los más pobres son marcas de un planeta fracturado que tiene que replantearse su manera de convivencia si pretende salvaguardar lo más preciado, la propia existencia de la especie humana.

Algunas cifras nos alertan de una cruda realidad. Vivimos en un mundo que parece ser cada vez más violento. Se estima que cada año 1,6 millones de personas pierden la vida en algún acto de violencia, donde los tipos más comunes son violencia contra la mujer o violencia de género, así como racial, religiosa, homofóbica y criminal.

La connotación de vivir bajo la no violencia comienza desde los propios hogares, donde la familia debe aprender a convivir con amor; aún en las más duras circunstancias, hasta las relaciones entre los pueblos y Estados, como el mejor legado que podamos entregar a las generaciones futuras.

Cuba enarbola los conceptos de una cultura de paz en el escenario internacional, validando el precepto martiano de que “Patria es Humanidad”.

En las Naciones Unidas nuestro país ha defendido que  para avanzar hacia una Cultura de Paz hay que promover la educación, el desarrollo económico y social sostenible y el respeto de los derechos humanos, impulsar la comprensión, la tolerancia y la solidaridad, así como el respeto a la cultura, a la historia y a las diversas religiones y la idiosincrasia de cada nación.

Cultura de paz significa  además, el respeto a la diversidad de sistemas políticos, sociales, la sostenibilidad del medio ambiente, la libre determinación de los pueblos, así como la defensa de los principios culturales y religiosos de cada país a fin de contribuir al establecimiento de un orden mundial justo y equitativo, donde millones de personas dejen de ser condenadas al hambre, la miseria, donde los  niños no pierdan la vida a causa de enfermedades que pueden ser prevenibles.

En estos tiempos duros, el mundo necesita más que nunca de la unidad, el entendimiento y la no violencia para luchar, todas las naciones unidas para enfrentar una Pandemia que no hace distinciones entre ricos y pobres, o entre los habitantes de cualquier latitud. De eso se trata.

Hoy Cuba sigue enalteciendo su propia identidad de solidaridad y amor con la idea del Apóstol José Martí que ha calado muy bien en nuestras maneras de ver las relaciones humanas: «La guerra, antes fuente de gloria, cae en desuso, y lo que pareció grandeza, comienza a ser crimen. La batalla está en los talleres; la gloria está en la paz; el templo, en toda la tierra; el poema, en la naturaleza».

El Comandante en Jefe Fidel Castro, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, dejó bien claro desde una época muy temprana de la Revolución, precisamente el  el 26 de septiembre de 1960 aquella frase premonitoria: ¡Desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desaparecido la filosofía de la guerra!

¡Desaparezcan las colonias, desaparezca la explotación de los países por los monopolios, y entonces la humanidad habrá alcanzado una verdadera etapa de progreso!

Una idea que perfiló en su fructífera vida de dirigente político. El 14 de febrero de 2016,  el líder aseveró en una Reflexión firmada 18 minutos después de las diez de la noche de ese día del amor: “La paz ha sido el sueño dorado de la humanidad y anhelo de los pueblos en cada momento de la historia. […] Luchar por la paz es el deber más sagrado de todos los seres humanos, cualesquiera  que sean sus religiones o país de nacimiento, el color de su piel, su edad adulta o su juventud”.

Los ideales de solidaridad entre los pueblos, paz, amor y no violencia están hoy más presentes que nunca cuando nuestros médicos, a pesar de la brutal campaña difamatoria que despliega el enemigo, siguen cumpliendo misiones internacionalistas como ángeles de la esperanza y de la vida. Es el mismo Fidel el que sigue inspirando  esa vocación humanista a la que nada ni nadie podrá hacernos renunciar, con una frase que enarbolamos como bandera: “Médicos y no bombas”.

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