Nueva piel de quita y pon
Devolverle la elasticidad a la piel, desvanecer las bolsas de los párpados y hacer que las arrugas desaparezcan es el sueño de muchas mujeres que ya llegan a su etapa madura. Ahora podría hacerse realidad, según científicos de Harvard y del Instituto Tecnológico de Michigan (MIT), Estados Unidos, quienes aseguran que los días de las operaciones estéticas están contados.
La fórmula milagrosa es concretamente un nuevo material, fino e imperceptible,que tensa la epidermis, elimina la flacidez y suaviza las arrugas sin que se note. Esta «segunda piel», como muchos la llaman, ya ha sido bautizada como XPL, y se fabrica con un polímero de silicona que imita las características de una piel joven y saludable.
Un informe publicado en el último número de la revista Nature Materials explica que las bolsas de los ojos son apenas el comienzo. Se podría adaptar para conseguir protección contra radiaciones ultravioletas, ya que se puede embeber esa película en protector solar y no tener que preocuparse de que se disuelva con el agua.
Los expertos esperan, además, que pueda ser usado contra el eczema, la soriasis y otras afecciones de la piel, cubriendo las partes irritadas con una película que calme la picazón.
No obstante, el potencial más rentable de esta investigación será su capacidad para rejuvenecer rostros de forma temporal, con esta nueva piel de quita y pon.
Siloxanos permeables
Las sustancias químicas que componen el material son los siloxanos, que están formados por un átomo de oxígeno unido a dos de silicio y que luego forman polímeros. Los científicos pudieron agrupar grandes cantidades al modificar las propiedades moleculares, como el largo de la cadena, hasta lograr las deseadas.
Después diseñaron un proceso en dos pasos. Primero se aplica un primer polímero (líquido claro), seguido de un producto que mantenga unidas sus cadenas, que no son demasiado fuertes. Al modificar su composición química, los científicos pueden alterar las propiedades de la segunda piel (hacerla más o menos permeable), de acuerdo con la aplicación.
De esta forma se puede usar una segunda piel permeable para corregir las bolsas de los ojos o una no tan permeable para fijar un medicamento mientras actúa en la piel.
Los productos químicos utilizados en el XPL son considerados seguros por la Administración Federal de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos, los cuales no provocan irritaciones ni reacciones alérgicas.
A la izquierda, un ojo tratado y recubierto con la piel de silicona que ha hecho desaparecer la bolsa, y a la derecha el ojo con sus bolsas naturales, sin disimular. Foto: Nature Materials
Borrar diez años de un plumazo
Los investigadores hicieron pruebas en 170 voluntarios con un objetivo puramente estético. Realizaron varios ensayos para probar la efectividad y su seguridad y descubrieron que, al aplicar este polímero de silicona sobre el lugar donde se forman las ojeras, desprendía una fuerza compresiva constante que aprieta la piel durante al menos 24 horas.
Según describen en el informe, el producto demuestra cómo se pueden borrar diez años de un plumazo al colocarlo sobre los ojos de una mujer de edad avanzada, disimulando las bolsas de los ojos.
Los depósitos de grasa que se acumulan debajo de los ojos, lo que conocemos popularmente como bolsas, no desaparecen al aplicar la piel, pero quedan totalmente disimulados, con un aspecto muy natural, afirman. El efecto es casi inmediato, a los dos minutos de su aplicación. Todo sin necesidad de pasar por el quirófano.
Otro elemento que se evaluó en el XPL fue su efecto hidratante. Dos horas después de su aplicación, la piel cubierta experimentó una pérdida de agua menor que la tratada con una crema hidratante.
Ninguno de los participantes en los experimentos mostró reacciones en la piel, ni enrojecimiento ni dermatitis.
«El desarrollo de una segunda piel que es invisible, cómoda y eficaz al retener agua y otros materiales supone numerosas aplicaciones, que aún no somos capaces de pensar. Estamos emocionados con las oportunidades que se nos presentan», asegura Robert Langer, profesor del MIT y uno de los autores de esta investigación.
«Me parece brillante. Diseñaron un biomaterial que sintetiza todas las propiedades de la piel joven y sana. Pueden usarlo como un apósito sobre la piel envejecida o con arrugas y obtener resultados excelentes», expresó Gordana Vunjak-Novakovic, profesora de Ingeniería biomédica de la Universidad de Columbia, quien no participó en la investigación.
Con ella coincide Murad Alam, profesor de Dermatología de la Universidad Northwestern, quien anticipa que aún habrá que esperar. «Es el primer paso. Hay que seguir estudiando el producto. Si pasa todas las pruebas, seguramente será muy popular», comentó.
Los investigadores aún ignoran cuándo tendrán suficientes datos como para obtener la aprobación de la Administración Federal de Alimentos y Medicamentos para comercializar el producto. Recién lo sabrán en los próximos meses.
El origen de la fórmula milagrosa
El estudio ha sido financiado por Living Proof, una pequeña empresa de biotecnología de Cambridge, Massachusetts, y el producto lo está desarrollando Olivo Laboratories, otra empresa pequeña de la misma ciudad y dueña de las patentes.
La idea de una segunda piel surgió hace más de una década, cuando Living Proof se puso en contacto con R. Rox Anderson, profesor de Dermatología de Harvard. Él ya venía trabajando en un polímero de uso capilar y les planteó a los ejecutivos la idea de crear un polímero para la piel.
«Gran parte del envejecimiento y la falta de firmeza de la piel se debe a la pérdida de retracción elástica. Cuando uno estira la piel, no vuelve a su lugar», precisó Anderson.
De ahí que Anderson insistiese en que el nuevo material debía ser «prácticamente invisible, sin impedir que la piel siga respirando, y lo suficientemente fuerte y elástico como para devolverla a su lugar original».
La misión de desarrollar un producto con esas características le correspondió a Robert Langer, ingeniero biomédico, profesor del MIT y fundador de Living Proof. «Fabricamos cientos de polímeros, literalmente. Buscábamos que fuese seguro, adherente, de fácil aplicación y con las propiedades ópticas y mecánicas adecuadas», relató.
Una de los primeros usos que le dieron, según recuerda Bárbara A. Gilchrest, profesora de Dermatología de Harvard, fueron las bolsas debajo de los párpados.
«Queríamos algo que luciera bien y la prueba definitiva siempre es en la cara. Realmente no se ve, pero está ahí. Parece la piel normal. Nos pusimos la vara muy alta. Y si lo logramos, es que conseguimos algo importante», recordó.
Además del rostro, también se trató piel seca de las piernas con resultados muy prometedores.
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