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La ciencia por y para el campo, un propósito del Inivit

La ciencia por y para el campo, un propósito del Inivit




Cuba invierte anualmente cerca de dos mil millones de dólares en alimentos importados. La cifra podría aumentar si los agricultores nacionales no aprietan el paso con fórmulas eficientes y sostenibles.

Sergio Rodríguez Morales, director el Inivit, considera que el campesino no puede permanecer al margen de las nuevas tecnologías para la explotación eficiente de la tierra. (Foto: Manuel de Feria García)
   
Desde Santo Domingo, en Villa Clara, el Instituto Nacional de Investigaciones en Viandas Tropicales (Inivit) emplea su potencial científico en función de abastecer al campesino con variedades de cultivos de altos rendimientos. Un objetivo regenta el trabajo de estos investigadores: hacer de la agricultura cubana un renglón económico sostenible y sustentable, con producciones capaces de satisfacer las crecientes demandas de la población.  De proyectos, metas y estrategias conversamos con el director de tan prestigioso centro, el Doctor Sergio Rodríguez Morales.
 
--¿Qué cultivos resultan más beneficiados hoy a partir de las tecnologías impulsadas por el Inivit?

--Nuestro trabajo lleva un ritmo bastante parejo en cuanto a raíces y tubérculos tropicales que, en definitiva, conforman nuestro objeto de estudio. En la actualidad potenciamos todas las viandas, el plátano fruta, la papaya y algunas hortalizas. Además, incorporamos la papa en función de mejorar la calidad de ese cultivo y obtener variedades de mayor adaptabilidad al clima, el suelo, los recursos de la región.

--¿Cuál es la proyección del Instituto ante el cambio climático?

--En la actualidad nos enfrentamos a un escenario productivo complejo, acentuado por el cambio brusco de temperaturas, la erosión de los suelos, la asiduidad de huracanes y otros fenómenos meteorológicos, pero tenemos que producir alimentos aun bajo esas condiciones.

«Desde nuestra óptica, pretendemos contrarrestar tales desafíos intencionando más la diversificación de los cultivos. Todavía no completamos esa trayectoria, pero hoy diseñamos algunos clones de yuca como el INIVIT Y 93-4 y el Y-80-1, y de plátano enano, resistentes a la fuerza de los vientos, el incremento de las temperaturas, eventos de sequía. También impulsamos el cultivo de ñames, malangas y boniatos de mayor adaptabilidad al cambio y  con mejores rendimientos».

--¿Y más allá del alimento...?

--Nos gusta trabajar desde una perspectiva integradora, pues en ocasiones hemos diseñado un proyecto por partes, y al constituirlo en la práctica, afrontamos dificultades. Por tanto, defendemos la idea de que debemos entregar al productor, junto a la variedad de cultivo, el correspondiente paquete tecnológico con todas las especialidades, excepto mecanización y técnicas de riego.

«Con cada proyecto nos proponemos potenciar inversiones inteligentes, más allá de las económicas, en materia de capacitación al agricultor. El campesino no puede permanecer al margen de las nuevas tecnologías para la explotación eficiente de la tierra. Una vez instruido en ellas, deviene polea transmisora de esos saberes entre sus homólogos y logramos un proceso horizontal de expansión de tales conocimientos».

El Inivit potencia las investigaciones relacionadas con todas las viandas, el plátano fruta, la papaya y algunas hortalizas. (Foto: Archivo)
   
--En el vínculo ciencia-campo, ¿cuántas potencialidades tenemos? ¿Cuánto nos falta por hacer?

--A favor tenemos el contacto con los productores, que nos permite obtener de primera mano las opiniones respecto a la labor y relevancia de nuestros centros de investigación. Sin embargo, necesitamos expandir más esos resultados científico-técnicos, eliminar el tabú de que «no se hace ciencia con el campesino»; salir del laboratorio, bajar al surco, retroalimentarnos con las experiencias del agricultor.

--Podría pensarse también en la concientización de ese productor...

--La etapa de generalización de la ciencia requiere de un proceso previo de concientización, pues siempre hay resistencia al cambio, no solo en Cuba sino a escala mundial.

«En ocasiones llevamos una tecnología actualizada al campesino, una semilla de nueva variedad,  y él no las aprovecha simplemente por temor a la transformación, a los posibles riesgos. Por eso, antes que imponer pretendemos hacer reflexionar al productor acerca de las ventajas de cualquier adelanto científico que promovemos. Así también hacemos ciencia».

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