Ismael Serrano: Abrir ventanas a la esperanza
Vino del norte, no sabemos si buscando exactamente una canción y una cruz, pero lo cierto es que ya ha recorrido Costa Rica, México, Puerto Rico, y está ahora aquí, en La Habana, para cantarnos por primera vez y presentar, además, su más reciente disco Todo empieza y todo acaba en ti (Edición especial vespertina).
A Ismael Serrano nos costó tratarlo de “usted”. Es una situación un poco extraña esa de tratar así a alguien que no nos conoce y, sin embargo, creemos conocer tan bien. Hace ya unos cuantos años empezó la carrera de Física en su natal Madrid y se inclinó por la zona más romántica, según él, de esa ciencia, la “que habla de incertidumbres y no tanto de certezas”. Posiblemente por eso mismo no sea aconsejable indagar demasiado sobre sus planes futuros. Sólo sabe que tiene que recorrer toda Latinoamérica y que, como quien dice, acaba de empezar.
No llegamos a la rueda de prensa que ofreció ayer, básicamente porque no nos enteramos. Pero, por tratarse de él, y por haberlo esperado desde hace tanto tiempo, nos aventuramos a robarle unos minutos después de su ensayo en el Museo de Bellas Artes. Gracias a algunas complicidades, la de Ismael incluida, podemos ahora compartir con ustedes esta edición especial vespertina de una apresurada entrevista.
De la Física a la trova…. ¿por la teoría de las cuerdas quizás?
Pues la verdad es que no, no creo que tuviera mucho que ver la Física con la música. Lo que pasa es que a mí me gustaba la parte de la Física que tiene que ver casi con lo esotérico… Yo empecé la especialidad de Astrofísica por ejemplo, la parte más romántica, que es mirar las estrellas. Me gustaba esa parte de la Física cuántica que habla de incertidumbres y no tanto de certezas, de probabilidades, de indeterminaciones, toda esa parte me parecía más atractiva que la Matemática pura y dura que todo lo cuantifica. Y, bueno, me gustaba, se me daba bien. Lo que pasa es que la música la veía como algo lejano, y de repente surgió la posibilidad de dedicarme a ella, y dejé la carrera. Pero no, es verdad que no hay muchas conexiones entre Física y música, aunque, como digo, la parte que más me atraía de la Física era la que tenía que ver con el lado más mágico de esta ciencia.
Vivimos tiempos en que la cultura está sometida cada vez más al mercado, y eso determina muchísimo el gusto estético de los jóvenes. ¿Cree que actualmente se puede apostar por la canción inteligente sin concesiones?
Sí, yo creo que por más que se haya homogeneizado, efectivamente, el panorama musical, determinado, como dices, por la lógica del mercado, por la lógica de la rentabilidad inmediata, hay un público que demanda otro tipo de sensibilidad. Pienso que la figura del cantautor, del trovador, va a ser eterna en ese sentido. Siempre va a ser necesaria la figura de una persona que agarre la guitarra y haga la crónica social y sentimental del mundo que le toca vivir desde una perspectiva crítica, dándole un vuelo poético a lo cotidiano. Eso siempre va a estar presente en la música. Otra cosa es que, como bien dices, la industria musical esté perdiendo mirada a largo plazo, esté tratando de excluir otras propuestas musicales. Otra cosa es que el modelo cultural, en términos generales, lo que exige es que las lecturas que hagamos de la información que nos llega sea cada vez más superficial, que no nos deje espacio para la calma, para la reflexión y para un análisis profundo. Creo que hay una resistencia natural del ser humano a todo eso, porque también hay una búsqueda de espacios para la reflexión, para la poesía, que es natural del ser humano, y eso va a estar siempre.
¿Qué posibilidades reales tiene de abrirse espacio, en el mundo de hoy, este tipo de canción que no hace concesiones?
Bueno, quizás sea más urgente y necesaria que nunca esta música, ¿no? En tiempos en los que todo tiene que ser una cultura de evasión, en los que, como digo, se hace un análisis superficial y frívolo de la realidad, hay una resistencia a esa imposición. Y más en estos días en que se está recuperando, en España, un cierto debate de las ideas que se había perdido. Y esto ocurre ante una hecatombe, que de momento tiene a la sociedad un tanto paralizada, sumida como está en estado de shock; pero, más allá de ese estado inicial, hay una inquietud natural, una búsqueda de nuevas propuestas, de nuevas sensibilidades, en todos los aspectos de la cultura.
Canciones como “Despierta” y “Todo empieza y todo acaba en ti” muestran a un Ismael Serrano un poco más optimista que ese que canta al desamor y a las frustraciones de las utopías. ¿Es una percepción errada? ¿Es algo coyuntural, casual o es un interés en transmitirnos eso?
La verdad es que no lo sé, no sé a qué responde. Yo creo que en este disco más que en otros, es verdad, hay un empeño por abrir ventanas a la esperanza, ¿no?, pero quizás surge de la visión de un mundo desigual que me empuja precisamente a perseguir ciertos sueños con más ahínco que nunca, con más empeño. No sé si es acuciado por las circunstancias, que uno siente más terribles que nunca. Yo creo que inevitablemente en este disco hay un ruido de fondo que es la crisis en la que vivimos, traspasa absolutamente todo. Toda crónica que se haga de la realidad, hoy por hoy, está traspasada por ese ruido de fondo que es la crisis. Acaso esa urgencia por paliar un poco el sufrimiento que nos toca vivir, que a veces nos acorrala más, nos cerca más, me empuja precisamente a entender que irremediablemente otro mundo es posible, otra sensibilidad es posible, otra forma de organizarnos es posible. Quizás en tiempos difíciles es cuando también resurge la llama de la solidaridad de forma más clara. En los peores momentos sale a veces también lo mejor del ser humano y quizás eso me empuja a ser optimista ¿no? Una crisis es también un momento de cambios, es un momento crucial, una oportunidad para recuperar, como te decía antes, un debate que se está perdiendo, el debate de las ideas; para recuperar ciertas ideas que pueden resultar utópicas pero que resultan más cercanas precisamente en momentos difíciles.
“Despierta” –para no ser absolutos– es de las mejores canciones del disco. ¿Por qué específicamente Silvio para esta canción?
Por lo que Silvio representa. Por muchas cosas. Primero porque es una canción en la que yo veía mucho su influencia, en las imágenes, en la lírica, en la poesía, le veía claramente. Antes releía la “Canción del Elegido” de Silvio y yo creo que hay eso, elementos, metáforas, que me remitían mucho a él, lejanamente, salvando las distancias, ¿no?, porque él es un maestro. Primero, por lo que representa en mi carrera, que es ineludible. Yo he crecido escuchando su música, yo he aprendido a tocar la guitarra sacando sus acordes, sus melodías, para mí era un sueño tocar con él. Y luego por lo que representa en España, porque representa no solamente un fenómeno musical, sino también un fenómeno social. Él es conocido en España en un momento de efervescencia política muy clara, y en ese sentido su música –y la de la trova en términos generales, pero sobre todo su música– se convierte en un símbolo de resistencia, de lucha, y yo siempre he asociado su voz precisamente a eso, a la conciencia crítica y exigente que hoy me parece más necesaria que nunca, y entonces, bueno, por eso le invité a cantar esa canción.
¿Qué encontramos del Ismael Serrano de Atrapados en azul en este que canta a dúo con Silvio?
Pues la verdad es que quién le iba a decir a aquel Ismael que estas cosas iban a ocurrir, que iba a cantar una canción con Silvio. Yo creo que la música, si sirve para algo, es para rescatar ciertos sueños, para entender que uno puede crecer sin renuncias, o sea, que yo me reconozco, reconozco en ese último disco a aquel de los primeros. De hecho, si agarráramos un manojo de canciones de aquel primer disco y las juntáramos con esta última, no distorsionarían tanto. Si bien yo creo que hay una evolución que me ha llevado a encontrarme un universo propio, una voz propia, que es una búsqueda permanente en la música. Mis influencias están, pero yo creo que se me reconoce mi voz propia, cada vez más, según voy avanzando en mi carrera. Pero, con todo y con eso, pienso que el empeño por apostar a una música que atienda la palabra, la poesía, el cuidar los textos, buscar el equilibrio, está en toda mi carrera, en toda mi discografía, y en este disco también. No hay ningún disco de ruptura con respecto a los anteriores. Ha sido una evolución, yo creo que muy natural, en todos estos años. Este disco afirma esa evolución, a mí me lo parece.
Por las noticias que nos llegan diariamente de España es inevitable preguntarle –aunque ya usted me ha adelantado un poco– si considera que todas estas muestras de resistencia (de los estudiantes, los jubilados, los trabajadores de la salud…) son esperanzadoras o si considera que, al final, nuevamente, todo dará igual y las ostias seguirán cayendo sobre quien hable de más.
No, yo creo que no, que no va a dar igual. Yo creo que la situación es insostenible en muchos aspectos. Sobre todo porque una de las cosas que ha puesto en evidencia la crisis económica es cómo se ha devaluado la democracia, cómo se han devaluado todas las instituciones democráticas que desde tiempos de la transición han impuesto una forma de hacer política, una forma de organizarnos que yo creo que se está desmoronando en muchos aspectos. Hoy por hoy mucha gente habla de eso, del fin de la transición, del fin del modelo de transición y el fin de las instituciones que la consolidaron de alguna forma, desde la propia corona, la Casa Real, que es un desprestigio, es evidente, hasta una clase política de la que estamos desencantados y que vemos como algo lejano; hasta medios de comunicación que eran verdaderas instituciones, incluso desde el punto de vista progresista, que también de repente están viendo muy dañada su credibilidad. Entonces yo creo que viendo cómo se tambalea todo eso, “la santa transición”, por así decirlo. Es inevitable entender que tiene que cambiar el modelo, tiene que cambiar, y, además, no solamente en España, sino a nivel europeo, incluso hablando de cómo se devalúan las instituciones, la propia Europa como institución. Inevitablemente las cosas tienen que cambiar cuando en España se está salvando a los bancos con dinero público y se está abandonando a la gente que está acorralada por las hipotecas, que está viendo cómo su calidad de vida va disminuyendo cada vez más, cómo están bajando los salarios, cómo asistimos al desmantelamiento del estado de bienestar. El hecho de ver cómo se habla de la crisis en términos deterministas, como si la crisis fuese un fenómeno de la naturaleza que fuera incontrolable, como un huracán o un terremoto. El hecho de que se hable de los ajustes económicos como si fuesen de carácter científico, ineludibles, y de que se hable de los deberes del ciudadano… bueno, pues yo creo que eso va a ir alimentando cada vez más la indignación y va a ir alimentando el conflicto social. Lo que me preocupa es hasta qué punto se puede desatar un conflicto realmente violento a causa del divorcio entre las propias instituciones y la ciudadanía, eso es lo que me preocupa. Pero, bueno, movimientos como el 15M y cosas así demuestran que hay una sensibilidad, que hay una alerta –por así decirlo– en la ciudadanía; que la ciudadanía está demandando un cambio urgente.
¿El arte, la canción específicamente, está reflejando esa situación ahora? Quizá algunos cantautores más jóvenes que le hayan llamado la atención últimamente.
Desde luego que hay muchos cantautores jóvenes que buscan su hueco con gran heroicidad, porque lo hacen además desde la independencia, desde la independencia quiere decir sin el amparo de las discográficas, sin el amparo de los medios de comunicación, y la verdad es que poco a poco están encontrando su hueco. En ese sentido, no sé, me pregunto muchas veces si los músicos, como gremio, estamos a la altura de las circunstancias. Pienso que el problema de mi generación es que no tiene un relato claro, un discurso armado, una estructura ideológica sobre la que sustentar ese relato del que hablaba. Yo creo que esa canción aún está por escribir.
Una última pregunta: ¿Blade Runner o Star Wars?
¡Blade Runner! Lo que pasa es que Blade Runner me encanta porque tiene una profundidad mayor y tiene una carga poética muy bonita. Yo, como friki de mi generación, soy un fan de Star Wars total; pero inevitablemente Blade Runner, que tiene una carga poética mucho más profunda.
(Tomado del blog El taburete)
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