Fidel al votar: Es necesario trabajar en seguir perfeccionando el país
Texto de Amaury E. del Valle
Apenas faltaban unos minutos para las cinco de la tarde de este domingo, cuando las palmadas y gritos de alegría de las personas reunidas en los alrededores del Colegio Electoral No.1, de la Zona 13, Circunscripción 13, de Plaza de la Revolución, indicaron la llegada del elector número 28.
El Comandante en Jefe Fidel Castro, el siempre líder de la Revolución, con andar pausado y cuidadoso, pero con su sonrisa y buen humor característicos, subió la rampa de acceso a la zona de votación, ya con sus dos boletas en mano para ejercer el sufragio en estas elecciones generales.
Inscrito con el número 28 en el Comité de Defensa de la Revolución no.1, Fidel, cariñoso y afable, enseguida bromeó con los miembros de la mesa electoral sobre la hora de su llegada, asegurando que cuando le recordaron las elecciones, pidió pasar en persona para ejercer su derecho al voto.
«Esto ha cambiado un poco desde la última vez», recordó con esa memoria que conserva todavía fresca, y pidió permiso para depositar ambas boletas: la de los candidatos a delegados a la Asamblea Provincial del Poder Popular, y la de los diputados a la Asamblea Nacional.
Como siempre, lo cautivaron los niños que custodiaban las urnas, a los cuales preguntó la edad, la escuela dónde estudiaban, por dónde vivían… Y luego, viendo las cámaras de la televisión y a los fotógrafos y periodistas allí reunidos, el Fidel conversador y mediático volvió a renacer, aunque siempre preguntó respetuoso a los miembros de la mesa si podía acercarse a dialogar con la prensa.
Nadie podía pensar que a pesar de lo avanzado de la tarde o el clima, a ratos frío, pasaría una hora y media dialogando con los periodistas y los cientos de vecinos que pronto se reunieron a la salida del colegio electoral, cuando entre los vecinos se corrió como pólvora una sola palabra: ¡Fidel!
Con una memoria prodigiosa, de la cual hizo gala todo el tiempo recordando anécdotas, datos y hasta fechas históricas, un Fidel conversador y curioso, entrevistado a veces, entrevistador otras, habló de economía cubana y de la mundial, de la política nacional e internacional, de la historia pasada y reciente de América Latina, de los desafíos de la Cuba actual, del papel de la prensa, de la necesidad de evitar las guerras, y hasta de la agricultura y cómo lograr mejores rendimientos en ella.
Ese Fidel, el que como él mismo dijo tantas veces han querido matar sin lograrlo, bromeó incluso cuando fue interrogado sobre las elecciones, al asegurar que no podía revelar, «para no violar la ley, por quien he votado».
«Solo les diré, dijo entre risas pícaras, que lo hice por las mujeres… y claro, también por un hombre que había en la boleta, para evitar que estos se pongan bravos».
«Las mujeres cada vez tienen más protagonismo en Cuba, y a su vez en el mundo», reflexionó ya con más seriedad al ver a varias féminas periodistas allí reunidas. «Y así debe ser», enfatizó.
Al volver sobre las elecciones, el líder de la Revolución rápidamente intercambió los papeles y comenzó a preguntar sobre la cantidad de personas que ya habían votado en ese colegio, cuántos deberían hacerlo, cuántos en el país, en cuántos colegios y, mirando la hora, reconoció la participación de las personas.
«Aquí las elecciones no son como en Estados Unidos, dijo, donde apenas vota una minoría. No podemos dejar que eso pase nunca, porque aquí manda el pueblo», subrayó.
Y acto seguido, a una pregunta de otra periodista sobre los actuales cambios en Cuba, enfatizó en que «el mayor cambio de todos ha sido la propia Revolución. Pero claro, nada es perfecto, muchas cosas que sabemos hoy no la sabíamos entonces, y es necesario trabajar en seguir perfeccionando el país, es un deber actualizar el modelo socialista cubano, modernizarlo, pero sin cometer errores».
Ese tema daría pie a ese Fidel que siempre mira hacia el futuro para hablar de la actual situación mundial, de la crisis que viven Europa y Estados Unidos, de las altas tasas de desempleo, y también de las guerras, uno de los problemas a los cuales, reconoció, le dedica mucho tiempo de estudio y reflexión.
«Ahora que tengo un poco más de tiempo para leer, para ver televisión, para reflexionar, lo aprovecho mucho para estudiar, para pensar en estos problemas, pues las personas, con sus preocupaciones diarias, que son tantas, a veces no piensan en ellas».
«Cada vez estoy más convencido que, como lo demuestra la historia, por los egoísmos, las ambiciones, por ese instinto natural y salvaje que llevan los hombres dentro, son casi inevitables las guerras», pensó para todos en voz alta.
«Muchas veces nosotros estuvimos a punto de estar envueltos en una conflagración mundial, como sucedió cuando la Crisis de Octubre, o que usaran contra nosotros el arma nuclear, como cuando combatíamos en el norte de África. Pero las guerras son muy distintas cuando se hacen por una causa justa, por la libertad o por la solidaridad, y estuvimos dispuestos a correr esos riesgos».
En esa misma línea de pensamiento, el Fidel amante de volver una y otra vez a la historia para beber de ella, ejemplificó cómo muchas grandes personalidades de la historia se hicieron famosas por las guerras de conquista que encabezaron, como Alejandro Magno o Napoleón Bonaparte.
«Solo un hombre en la historia se hizo famoso por llevar adelante grandes campañas militares, pero para liberar pueblos. Ese hombre fue Bolívar», aseguró, para acto seguido enfatizar que «Bolívar, pero también Martí y Chávez, han sido muy importantes para América Latina».
Preguntado sobre su entrañable amigo, quien se recupera en Cuba de una cirugía, reconoció que sabe de él «todos los días».
«Está mucho mejor, recuperándose. Ha sido una lucha fuerte, pero ha ido mejorando. Tenemos que curarlo. Chávez es muy importante para su país y para América Latina».
Ese mismo tema lo llevaría, ante preguntas de otros periodistas, a hilvanar la conversación sobre la reciente Cumbre de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe, «que ha sido un paso muy importante en la unidad, y del cual Hugo Chávez ha sido uno de los mayores artífices».
Muchos fueron los temas en esa casi hora y media de conversación, en las cuales, curioso siempre, preguntó desde cuánto duraban las baterías de las grabadoras o su precio, o le llamó la atención el uso de un celular para grabar sus palabras, el que dijo usar bastante, «claro, con un poco de ayuda, porque a veces las letras de las teclas son muy pequeñas».
Esa inquietud sempiterna por todo lo que le rodea llevó a Fidel a hablar también sobre el tema de las nuevas tecnologías, el descubrimiento reciente de que es mucho mayor de lo que se creía la antigüedad de la especie humana, los viajes de exploración a Marte, el intento de colonizar ese planeta…; «que son temas a los cuales les dedico mucho tiempo, porque creo que lo más importante actualmente para cualquier persona es estar bien informado».
«Por eso es tan importante el papel que ustedes juegan», manifestó dirigiéndose a los periodistas. «El que cada vez estudien más para informar mejor, y no lo digo como una crítica, pues respeto mucho el trabajo de la prensa, sino porque estoy convencido de que los periodistas son una fortaleza para el país y para la Revolución», dijo.
Fue entonces que vinieron a la mente tantas y tantas anécdotas de Fidel que recordábamos los periodistas apenas momentos antes de que llegara; y volví a asombrarme ante ese hombre que, a pesar de la edad, todavía era capaz de hablar sobre los cambios actuales en Cuba y relacionarlos con la producción de alimentos, recordar detalles tan increíbles como dónde se compraron los primeros búfalos que llegaron al país, o preguntar cuántos ejemplares se imprimían diariamente de Juventud Rebelde, y sonreír al demostrarme, gracias a su memoria, que lo lee, al poner uno u otro ejemplo reciente de lo publicado en este diario.
Pero dos frases despejarían cualquier duda que pudiera aún tener de que, como dijo Raúl, Fidel sigue siendo Fidel.
El primero sería cuando, al ser interrogado si podía mandarle algún mensaje al pueblo de Cuba, miró directamente a la periodista, y tras pensar apenas un instante… «Este es un pueblo valiente. No tenemos que probarlo. Cincuenta años de bloqueo y no han podido derrotarnos… Solo decirle que el pueblo lo es todo, sin el pueblo no somos nada, sin el pueblo no habría Revolución».
Y el otro cuando, al pedirle con insistencia que le dijera algo a los jóvenes a través del periódico, me miró con picardía, como el que sabe que quizás uno esperaba alguna frase histórica, y me dijo: «sólo dígales que les tengo mucha envidia».
(Tomado de Juventud Rebelde)
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