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A mi Entender

Che, siempre en la ciudad tu ejemplo

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Conmemoran en Santa Clara el aniversario 45 de la caída de Ernesto Guevara, y el décimo quinto de la llegada de los restos a la capital villaclareña

Por Ricardo R. González

Foto: Carolina Vilches Monzón 

Nunca vivió Santa Clara un silencio tan prolongado como aquel de octubre de 1997 al llegar los restos de Ernesto Guevara y de una parte de su Destacamento de Refuerzo para proseguir los nuevos combates desde el olimpo de los inmortales. Y la complicidad del silencio volvió a reiterarse, en este octavo día de octubre, desde la Plaza de la Revolución de su ciudad guevariana.

Dicen los poetas que esa calma es símbolo de tributo o evocaciones, y aunque parezca aun incierto las coincidencias también se remontan a 45 años cuando retumbaron aquellos sórdidos disparos en la escuelita de La Higuera, sin contar las ráfagas anteriores que cercenaron la vitalidad de los guerrilleros por la Quebrada del Churo u otros parajes de la lejana Bolivia.  

Ha pasado el tiempo, mas el legado del Che Guevara sigue tan fresco como el musgo y la humedad que arreciaban su asma en las andanzas por la selva andina, y por ello el Complejo Monumentario santaclareño recibió a quienes cumplieron el precepto martiano de que «honrar, honra».

Allí asistieron los integrantes del Buró Político Comandante de la Revolución Ramiro Valdés Menéndez, miembro de los consejos de Estado y de Ministros, Ricardo Alarcón de Quesada, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, y Miguel Díaz—Canel Bermúdez, vicepresidente del Consejo de Ministros.

Además, el Comandante de la Revolución Guillermo García Frías, Julio Ramiro Lima Corzo, primer secretario del Partido en Villa Clara, familiares del Che y de su Destacamento de Refuerzo, combatientes de la columna 8 Ciro Redondo, Sekuture Getachew Tiruaeh, miembro del Comité Central del Frente Democrático Revolucionario del pueblo etíope y jefe del Departamento de Relaciones Internacionales, una representación del Cuerpo Diplomático acreditado en Cuba, la brigada internacional de solidaridad por los caminos del Che, y otros dirigentes e invitados. 

Un coro gigante integrado por cien voces dio vida al himno patrio que alentaba a una nueva jornada desde el sitio «donde no habrá reposo ni en paz descanse».

Entonces, la Plaza, la nuestra, se convirtió en esa mezcla de presente y esperanzas como siempre nos enseñó el Guerrillero de América. Guardia de Honor, ofrenda floral al pie del monumento, y el toque de perfección de la cinta a cargo de cinco jóvenes destacados de esta provincia, mientras la Banda de Música entregaba los acordes de La rosa cubana para perpetuar los recuerdos.

Vionaika Martínez y la Orquesta Sinfónica de Villa Clara ofrecieron ese tema de lirismo épico que evoca a un Che triunfal cabalgando Por los Andes del Orbe, en tanto la compañía Danza del Alma, dirigida por Ernesto Alejo, trazó los movimientos coreográficos que respaldó esa marcha dibujada a partir de una canción que forja sentimientos hacia la América nuestra.

Y desde el pedestal Guevara y su Destacamento apreciaron la iniciación de 45 pequeños que comienzan sus pasos en la Organización de Pioneros José Martí como símbolos seguros de la luz que irradia el futuro. Sus familiares colocaron el atributo sobre los diminutos hombros, y entre ellos se fundió ese aliento de fidelidad y compromisos.

Tras el juramento, los sueños descendieron a la Plaza. Le agradecieron a esa estrella que te puso aquí «y te hizo de este pueblo» porque el trovador Gerardo Alfonso, y los grupos Trovarroco y Abbó Aché, demostraron que la razón siempre triunfa aunque implique el más caro de los sacrificios.

Y esos esfuerzos lo demostraron pioneros, jóvenes, y trabajadores destacados de la provincia que asistieron al acto. Colectivos muy ligados a la vida y obra del héroe en este centro del país que tributa a su memoria con resultados del día a día.

Son ellos una parte de este pueblo que escuchó a Ramiro Valdés en las palabras centrales dirigidas a ese internacionalista consecuente que sigue abriendo las alamedas.

«La vida,—dijo— la obra, el ejemplo y la proyección del Che Guevara no pertenecen solo a Cuba, ni a su presencia solidaria en el Congo o Bolivia, el Che pertenece a la humanidad».

Al final, la voz de Ernestina Trimiño secundada por su Quinteto Criollo, y la Banda Gigante, regalaron un Hasta siempre Comandante a manera de reafirmación de que nunca habrá espacios para despedidas.

Un pacto con la eternidad desde ese Memorial que echa a andar «los guerrilleros huesos», y junto a un pueblo que le pide a Guevara y a su guerrilla las coordenadas para emprender el próximo combate y abrir los surcos de fuego con la llama de las nuevas alboradas.  
 

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