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A mi Entender

Noche de Tigres y Leones en la pelota cubana

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Yorbis Borroto remolcó cuatro. foto: alberto borrego

Excelente pitcheo del diestro Yander Guevara, ofensiva sólida de 16 hits y el respaldo inobjetable de la afición que repletó el José Ramón Cepero a pesar de la pertinaz lluvia fueron las claves para que Ciego de Ávila se convirtiera por segundo año consecutivo en finalista del béisbol cubano, instancia en la que se medirá a Industriales.

Decididos desde el comienzo a sentenciar la semifinal los avileños rompieron el celofán una vez más en la apertura —quinta ocasión en seis choques—, con el primer jonrón de la temporada para Mario Vega, por demás a la derecha. Precisamente el zurdo Leandro Martínez había sido el único capaz de amarrarlos en un inning de inicio.

Esta vez no pudo dominar y el segundo y tercer episodios fueron copia fiel en materia de carreras. Doble de Isaac Martínez, error de Ramón Tamayo e impulsada de Raúl González con roletazo por la intermedia. Cohetes en línea de Rusney (su segundo de la noche) y Yorelvis Charles se conjugaron con fly de sacrificio de Yoelvis Fiss para ampliar a tres la diferencia. A Yander, además, le vino de maravillas el descanso y, tras un inicio complicado, se le vio más rápido y controlado.

El asedio felino continuó en el cuarto, cuando indiscutibles en línea de González y Vega decretaron la expulsión de Leandro, con dos outs. En su rescate vino Alaín Tamayo, quien aguantó bien poco, pues en el quinto Fiss y Yorbis Borroto conectaron sendos tubeyes, unidos a inatrapable de Ricardo Bordón. Ahí mismo saltó del box, con otras dos rayas a cuestas. También soportó el castigo Alexei Alarcón, con racimo de tres a su cuenta.

En definitiva, se impuso el mejor sobre el terreno y Ciego superó a los granmenses en todos los indicadores colectivos.

LA LLUVIA ACTRIZ PRINCIPAL Y…

Se presagiaba desde antes, pero justo a las seis de la tarde, consumiendo Granma su tercera oportunidad y dos outs en la pizarra, la lluvia se convirtió en actriz principal. Polémica y demorada en extremo la decisión de reanudar el choque, con un terreno en pésimas condiciones y drenaje nulo. Para los anfitriones resultaron del todo favorables, no solo por la ventaja de dos anotaciones, sino por la asignatura pendiente de los granmenses (defensa) y su lentitud en el corrido de las bases.

Consumidas tres horas y 40 minutos de incertidumbre, se reanudaron las hostilidades.

LOS PROTAGONISTAS OPINAN

A pesar de que el mentor Roger Machado vaticinó una semifinal sumamente reñida, en el terreno sucedió todo lo contrario.

Salvo el cuarto juego, las otras tres sonrisas de los Tigres avileños fueron abrumadoras. “Esto es muy grande —declaró al concluir el crucial encuentro—. Todos respondieron, cuando no lo hizo la tanda de arriba los de abajo compensaron”.

Totalmente cierto, pues en el choque de ayer el torpedero Yorbis Borroto remolcó cuatro para la causa felina y Guevara estuvo sumamente atinado. Caminó las ocho entradas apoyado en su velocidad en combinación con el rompimiento y así logró espaciar siete indiscutibles.

“Ha sido uno de los partidos más importantes de mi vida, quería ganar ante mi público, para sacarme la espina del viernes ante Leandro Martínez. Hoy me tocó ganar”, sentenció el serpentinero.

Por los derrotados el jardinero derecho Urmanis Guerra destacó la seguridad y calidad de sus contrarios: “Jugaron mejor, no cometieron errores y batearon con mayor soltura a la hora buena. Pensé que podíamos remontar tras el quinto juego, pero lamentablemente hoy no chocamos la bola en el momento decisivo”.

En Oriente se repitió la película de la 50 Serie. ¿El final? Nuevamente 4-2 favorable a los avileños. A partir del domingo en el estadio Latinoamericano el terreno dirá la última palabra.

ROMERO FUE LA DIFERENCIA

ustamente a las doce y media de la noche, cuatro horas después del inicio del séptimo juego de la final occidental, Industriales comenzó su celebración. Todo un estadio, toda una ciudad hizo mutis. Su sueño había terminado, al menos por el momento. En duración fueron 240 minutos muy largos. En emociones, el tiempo voló.

La ruleta rusa que toda una vida ha sido el séptimo juego de un play off, favoreció a los Azules y dio al traste con las ilusiones de las decenas de niños que nos recibieron en la entrada de la ciudad, o de las señoras de la tercera y hasta la cuarta edad que despertaron —¿acaso habrán dormido?— en plena madrugada para tocar su propia rumba, a ritmo de cacerolas. Industriales demostró fe a prueba de bombas y no creyó en el mar de adversidades que les venía encima tal tsunami arrasador.

Primero, debían superar el palo psicológico que representó la estrepitosa derrota en el sexto encuentro, y tendrían como escollo inicial al ganador de 15 partidos en la presente lid, Jorge Alberto Martínez. Además, Lázaro Vargas no podría contar con Frank Camilo Morejón, receptor titular, escudero, muro y talismán detrás del plato.

Este detalle preocupaba a las huestes citadinas, pues Lisbán Correa, el sustituto, no tiene la misma habilidad para guiar a los serpentineros, sin obviar que en 57 partidos con los arreos le habían robado 42 bases y solo había capturado al 16% de los corredores que intentaron alcanzarle otra almohadilla.

Sin embargo, todas estas adversidades las sortearon los Azules con impetuosa ofensiva, aprovechando la limitada velocidad de Jorge Alberto, quien de forma súbita comenzó a perder la zona de strike, mal síntoma para un pitcher que generalmente es muy controlado.

No se notaba relajado en el montículo, la desconfianza le hizo presa y con el transcurso de los innings batearle fue más sencillo para la tanda capitalina, que dio buena ventaja al relevista —si se quiere abridor— Antonio Romero, pues vino al rescate de Darwin Beltrán, quien recibió dos jits consecutivos sin sacar out en el mismo primer episodio.

El derecho de Alquízar basó su éxito en la inteligencia para sacar de balance a los bateadores, con una slider cortante como lanzamiento clave para dominar a una ofensiva que apenas una jornada antes había calentado sus maderos.

“A pesar de la ventaja, no fue un partido fácil, Romero tenía descanso y mantuvo su velocidad durante todo el partido, lo estudiamos todo el tiempo”, señaló Vargas.

De esta forma, Industriales alcanzó su decimosegunda final desde que comenzaron los play off y la sexta en la última década. En el Victoria de Girón, el infierno de las cornetas fue el equipo perfecto que tanto idealizan sus parciales, mortal con el madero, sin fisuras a la defensa y con un as desde el montículo.

“Merecieron ganar, jugaron mejor que nosotros en todos los renglones, y sobre todo contaron con un lanzador implacable, quien, debo confesar, me encanta como trabaja”, sentenció Víctor Mesa, manager de los Cocodrilos.

Matanzas se despidió de la Serie Nacional con un tercer lugar que nadie vaticinó (sin miedo a ser categórico), actuación fabulosa. Tal vez ahora esto puede saber a poco, pero en unos días, cuando todo se calme, los parciales del conjunto deben cuestionarse cuánta valía tiene escalar 11 posiciones de un año a otro, o mejor, qué tan meritorio resulta moldear, de la noche a la mañana, una novena con garantías para discutir los primeros puestos de la nación.

“Demostraron que se puede llegar a base de trabajo y esfuerzo, Matanzas es un ejemplo para todos los equipos del país y merece las felicitaciones de todos, han dado un enorme espectáculo”, afirmó el mentor rival, Lázaro Vargas.

(Con informaciones de Periódico Granma)

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