Julio César, en busca de nuevos pasos danzarlos
Bárbara Fortes
Los instructores de arte son merecedores del reconocimiento popular porque ayudan a hacer más placentera la vida. Este 18 de febrero, recordamos a Olga Alonso, una instructora de arte muy persistente en su trabajo, que se fue sin esperarlo, pero dibujó una vida hermosa a pesar de ser tan breve. Feliz se sentiría hoy de ver a tantos jóvenes realizados en esta profesión en escuelas primarias, secundarias básicas, instituciones culturales y la comunidad.
Hasta la casa de cultura Enrique González Mántici de Sagua la Grande, llegué esta mañana en busca de Jorge Luis Valdés, instructor de arte, y especialista principal de la cátedra de danza. El motivo conocer de su vida profesional y del proyecto danzarlo “Cagua”, que dirige.
Sus inquietudes por la danza contemporánea hicieron que surgiera el mismo.” Saber que el proyecto avanza, me hace sentir muy feliz.
A pesar de solo estar creado hace un año, sus integrantes, quienes a la vez son instructores de esta manifestación artística, reciben su preparación técnica con el mismo rigor que las compañías profesionales, en los ensayos siempre puede verse a su director ofreciendo alguna indicación o consejo.
Los sagueros se han deleitado con su arte en actos políticos culturales, y en escuelas del municipio. Como buena nueva, el proyecto “Cagua” estrenará 8 obras coreográficas en el Festival Municipal de la Danza, a iniciarse el próximo día 25 de febrero, entre las que sobresale “Homenaje” basada en la música del saguero Antonio Machín.
Un elemento que evidencia la seriedad del trabajo coreográfico de esta agrupación es que será evaluada en su presentación en el referido evento cultural, por lo que alcanzarán una categoría como profesionales.
Elevar la calidad del movimiento de artistas aficionados del municipio es la premisa principal de su labor, afirma Jorge Luis La mayoría de los instructores ofrecen sus conocimientos en escuelas primarias, especiales, preuniversitarios y politécnicos.
Nunca uno está satisfecho, afirma aunque el nivel artístico danzarlo ha avanzado, ya se vislumbran algunos resultados, pero falta identidad del instructor con su labor, consagrarse permanentemente, no solo para la Fiesta de la Danza.” Mi vida no la concibo separada de la activad danzaría”
Este joven, nacido en la zona rural de Buena Vista, en el municipio de San Luis, Pinar del Río, hace poco más de un año vive en Sagua la Grande. Nunca pensó, cuando llegaron a su escuela secundaria básica a captar estudiantes para la especialidad de danza, que será el único adolescente que aprobaría la prueba de aptitud.
Al principio los padres se opusieron, recuerda con una suave sonrisa asomada a sus labios, pero poco a poco, se convencieron que ese era la aspiración de su hijo: convertirse en instructor de arte y lo apoyaron desde que inició sus estudios en la Escuela Nacional de Arte en Pinar del Río, en 1982.
El tiempo transcurrió y culminó su carrera en 1989.Comenzó a trabajar como instructor de danza y en varias compañías como la Folklórica de Pinar del Río, Danza Libre de Guantánamo, Conjunto de Danzas españolas de La Habana, y otras más.
Luego el deseo de transmitir sus conocimientos hizo que ocupara la plaza de Metodólogo Provincial de Danza, en la Casa de Cultura de su provincia natal.
La mirada en el futuro inmediato, de Julio César Valdés se detiene en el venidero septiembre, cuando inicie un proyecto con niños en la Casa de Cultura de La Villa del Undoso. La experiencia vivida durante 2 años de colaboración cultural en Venezuela, desde 2008 a 2010, lo ha hecho pensar en grande, para trabajar con pequeños.
Al preguntarle acerca del secreto del éxito del quehacer cultural de un instructor de arte en la comunidad afirma: “pensar y sentir como sus habitantes, allí hay personalidades que pueden colaborar, lo esencial es que vibren los corazones junto a los pobladores”.
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