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A mi Entender

Sincera amistad en el andar de un maestro voluntario

Bárbara Fortes

Germán Ortega Rojas, Memorias de la Alfabetización

Germán Ortega lleva bien guardados los recuerdos de su época como alfabetizador Germán Ortega lleva bien guardados los recuerdos de su época como alfabetizador Con el propósito de reencontrarse  con cuatro personas de las que guarda especial recuerdo viajó, el 27 de febrero de 2010, el sagüero Germán Ortega. Lo acompañaban su esposa, las dos hijas y sus dos nietos y yernos. El viaje lo harían desde su cuidad natal hasta donde reside actualmente Augusto Padrón junto a sus hijos Tito, Mirta e Ismael, en la comunidad pinareña de Briones Montoto.

A esta familia la conoció Germán en 1961. Con ellos convivió seis meses mientras cumplía con la misión de técnico asesor durante la Campaña de alfabetización en la zona de Guanayara, en las intrincadas montañas del Escambray. Así nació una linda  amistad.  


Recuerda Germán que hasta ese lugar  se llegaba en transporte serrano. A partir de la comunidad de Jibacoa había que salvar un extenso tramo caminando para pisar el sitio asignado.

El pintoresco lugar abarcaba un espacio rural que comprendía un río  bautizado con ese nombre, un valle alargado y no muy ancho  que se extendía por su curso y las lomas de variadas altitudes que limitaban el valle y contribuían  a embellecer el paisaje natural. En las laderas de las elevaciones estaban asentadas las aisladas viviendas existentes, que abarcaban desde el típico bohío de antaño hasta alguna más confortable  pero que no superaban sus paredes de tabla, techo de tejas y piso de cemento, carentes todas de servicio eléctrico.

Casi 49 años transcurrieron desde el diciembre del tercer año de la Revolución en que, cumplida la tarea de declarar Territorio Libre de analfabetismo a la zona, Ismael asumió otras responsabilidades en el sector educacional en diversos lugares del país que “no me dejaron espacio  para ocuparme de la satisfacción de ciertas necesidades espirituales como esta de compartir con personas que pasaron a ocupar un lugar especial en mis sentimientos. En esta ocasión ya con mis 70 años de vida, aferrado en satisfacer un deseo que se convirtió en una necesidad, me llevó a eliminar obstáculos y alcanzar mi sueño”.

El reencuentro superó las expectativas. Volver a verlos… recalca Germán, después de tantos años. Conversamos toda la noche y revivimos aquellos momentos hermosos en Guanayara, donde le brindaron todo su amor. Augusto, el dueño de la casa, tiene ya 84 años y conserva la lucidez de su memoria, solo que se expresa en voz baja. Los hijos cumplen sus funciones en la Cooperativa de la comunidad.
 
Eran tiempos muy difíciles para los campesinos pero esta familia no dudó en acoger en su seno al joven alfabetizador  a quien consideraron como parte de ella. De ahí brotó, como el agua del río que da nombre a la zona  rural, una hermosa amistad basada en el respeto y el cariño.

El  gesto de esta familia residente en la zona montañosa del Escambray villaclareño que contribuyó al éxito de la Campaña de Alfabetización y donde tuvo el privilegio de trabajar Germán, ennobleció el corazón del sagüero, que conserva estos momentos hermosos. Son de esos que al juntarse forman los pequeñas detalles que hacen sentir que se ha vivido.

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