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A mi Entender

Mujer perjura triunfa, a pesar de los pesares

Cubadebate
13 Febrero 2011  

María Teresa VeraRevolviendo en el libro que Jorge Calderón dedicara a la vida y obra de María Teresa Vera, me he encontrado esta historia nacida de los  datos y testimonios que se entrelazan en sus páginas. A propósito: nada mejor, en tiempos de feria, que pensar en lo útil que resultaría una nueva edición luego de un cuarto de siglo de aquella primera, hermosa entrega que nos regalara, en 1986, la Editorial Letras Cubanas. Útil y necesaria sería -pienso yo-a los efectos de estimular al lector estudioso, auxiliar al estudiante necesitado de información confiable o, sencillamente, activar esa dosis de sana curiosidad que con frecuencia se nos duerme y que no tiene otro remedio que desperezarse ante trabajos como éste donde, además de los elementos ya mencionados, podemos encontrar la referencia oportuna a los contextos  vigentes en cada momento de una historia digna de  comprenderse y valorarse con pelos y señales.

Cuando nos asomamos a las páginas donde el autor reúne datos y anécdotas relativos a los inicios de la frondosa carrera discográfica de tan recia personalidad, hallamos una anécdota que merece especial atención. El año 1918 había visto nacer, entre otras piezas emblemáticas del cancionero cubano, el bolero Mujer perjura, de Miguel Companioni. Ese mismo año, María Teresa y su pareja musical, Rafael Zequeira, habían viajado a Estados Unidos contratados por la compañía Víctor. La cantante preparaba un abundante y variado repertorio del que luego (desde aquellos tiempos ha ocurrido así) alguien designado por los empresarios decidiría cuáles serían los títulos a grabar y desecharía otros tantos.

Ávida de piezas con qué engrosar su catálogo, María Teresa no sólo se mostraba abierta ante la producción de los autores que le resultaban más cercanos por estar radicados en La Habana sino que, con frecuencia, se trasladaba al centro de la Isla –desde entonces verdadero centro generador de canciones, guarachas y demás variantes del cancionero cubano–. De Caibarién había llegado el rey de sus preferidos, Manuel Corona; en Sagua la Grande había nacido Jaime Prats, el autor de Ausencia; los espirituanos descollaban haciendo gala de inspiración y versatilidad: ya Rafael Gómez (Teofilito) había dado al mundo su inmortal Pensamiento; de Miguel Companioni, había interpretado ella su primera composición -La fe- y con este autor sostenía una bella amistad que se robustecía en cada visita  Sancti Spiritus en ocasión de alguno de sus conciertos. Según podemos leer en el testimonio del hijo de este autor, en uno de sus encuentros su padre le había mostrado a María Teresa un bolero compuesto en 1918, al que no le concedía importancia y que había titulado Mujer perjura. Cuenta el hijo de Companioni que ella le había replicado que estaba segura de que la pieza, por el contrario, podría resultar un éxito. Por supuesto, a su regreso a casa en La Habana, la había traído más que aprendida y lista para proponerla a la compañía grabadora en su próximo viaje.

La idea no resultó exitosa ante quienes seleccionaban el repertorio a grabar. Una y otra vez, le rechazaron la proposición mientras ella y Zequeira continuaban puliendo, fervorosamente, su versión de aquel bolero al que tampoco el autor le había puesto fe. Grababan ahora para la Columbia y, en uno de los viajes, María Teresa concibió la idea de ofrecerle al técnico grabador de la Víctor, a modo de regalo –es decir, sin cobrar por dejarla grabada- una canción que quedaría a disposición de la compañía para su explotación en el mercado. En aquellos tiempos, al artista le tocaba percibir el 25% de las ganancias que produjera cada copia de un disco, mientras que al autor le correspondería el 2%. Para sorpresa de los mercadantes, mercadores, mercaderes o como quiera usted llamarles, Mujer perjura se convirtió, de inmediato, en un sonado “hit” del cual se vendieron 25,000 copias. Lo triste resulta saber que al padre de la criatura, el inmortal Miguel Companioni, no le correspondió un solo centavo de las ganancias que su canción produjo, a causa de no haberla inscrito legalmente a su nombre antes de que la grabación apareciera en el mercado. Esto debe haber ocurrido antes de 1924, año del fallecimiento de Rafael Zequeira. En la discografía recogida por Jorge Calderón, Mujer perjura aparece grabada por el dúo de María Teresa y Zequeira para la marca Columbia. Pienso que la grabación que ambos dejaron registrada para la Víctor, con el título Mujer malvada, es la que más se acerca al aleccionador relato que ha reclamado nuestra atención este domingo.

 

El Cerro, 13 de febrero de 2011

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