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A mi Entender

Las tres joyas de Remedios


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Junto a sus padres Yudai y Ariel. Carla pesa ya 23 libras, Alejandra, 21 y media, y Camila, 24 pues desde que nacieron la diferencia es de una libra entre ellas. 

Por Ricardo R. González

Fotos: Manuel de Feria

Valga la presentación: Carla, Camila y Alejandra. Las trillizas que, dentro de justos 30 días, cumplirán el primer año de exploraciones en este mundo a partir de que el hospital ginecobstétrico universitario Mariana Grajales, de Santa Clara, escuchara sus primeros llantos para abrirles la primera puerta de la vida.

Mucho ha llovido desde entonces. Lo cierto es que en la vivienda ubicada en el propio corazón de Remedios, Yuday Hernández Medina, la progenitora, confiesa entre risas: «Aquí ha pasado de todo».

Y comienza a caracterizar a una Carla como la que lleva la voz cantante por sus agudos predominantes desde que nació.

Por su parte, Camila resulta apacible, y Alejandra… una especie de remolino por donde pasa, quizás haciéndole reverencias a la rockera de igual nombre, pero de apellido Guzmán.

«Es increíble cómo cada una tiene sus rasgos, incluso ya seleccionan a las personas afines que, por lo general, no coinciden entre ellas.»

Alguien dice que los muchachos de hoy se desarrollan de una manera vertiginosa. Lo cierto es que los primeros dientes inferiores desde hace tiempo están visibles, pero Alejandra toma la delantera con los superiores, y si de comida se trata… la tocaya de la Guzmán come por los ojos, Camila medita bastante antes de llevarse algo a la boca, y Carla no descarta nada.

UNA SEMANA, DOS, TRES… 

¿Cómo puede describirse un día en este hogar? Verdaderamente sin tregua. Entre las 6:30 y las 7:00 a.m. ya están despiertas. Alejandra tributa el primer pitazo escoltada por Camila, mientras Carla es la última en abandonar la cuna.

Entonces, Ariel Valdés Sánchez inicia sus responsabilidades de padre en la cocina preparando los pomos de leche antes de que el corral les reserve las primeras horas de cada jornada. Sobre las 9:00 de la mañana llega otra calabacita bien corta. Luego el almuerzo, el baño, otro sueño vespertino, y después si alguien no las saca a la calle… prepárense para lo que viene.

«Salir les fascina, y ya Remedios entero conoce a las trillizas, confiesa Ariel, mientras la realidad hace muy creíbles sus palabras porque no hay transeúnte que escape de preguntar por ellas o detenerse para apreciar tanta hiperactividad reunida.

Ya de noche, Morfeo las espera a partir de las 8:30, pero puede ser que en alguna jornada venga el capricho y el balancín del sillón se agite de manera consecutiva hasta pasadas las 10:00 p.m.

«En verdad, la noche ni alcanza para recuperar las energías consumidas durante el día, mas en realidad es un privilegio que nos ofrece la vida, afirma Yuday quien no deja de contemplar a las pequeñas que ya vivieron las primeras parrandas en su existencia.

«Al principio se asustaron con las luces de los fuegos artificiales disparados a solo media cuadra de la casa; sin embargo ha sido el mejor día en que han dormido desde el nacimiento», reafirma Ariel.

Como quien busca en el baúl de los recuerdos la pareja desempolva las pinceladas de aquel embarazo que provocó una cesárea con tres criaturas de 4 libras y 4 onzas, 4,3 y 3,5, respectivamente, soportadas por una madre con apenas 111 libras repartidas por toda su anatomía.

Ahora bien, lo significativo del caso estriba en que las trillizas fueron apareciendo en cada una de las pruebas ultrasonográficas.

«En el primero se detectó solo un embarazo. Cual sería nuestro asombro al asistir al segundo y escuchar: «no es una, ahora son dos», y ya en el tercero llegó lo inesperado…, la familia crecería en tres.»

Para el 8 de febrero, fecha del cumpleaños, Ariel afirma que aun no sabe lo que harán, «pero jamás pasará inadvertido».

¿Y es cierto que se piensa en la ampliación familiar?

— ¿Cómo? Mira ya tenemos a Gretel, nuestra primera hija de 13 años, y luego sumamos tres. Así que la transmisión se va para otra parte porque ya aquí se apagó la vela, mi hermano.


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