Humor cubano contemporáneo: Mirada en todos los sentidos
Cada semana encontramos las peripecias de Pánfilo y sus vecinos en un entramado de diálogos y situaciones que operan con la inmediatez -un hecho heredado del más auténtico teatro vernáculo cubano-, representados por personajes que nos circundan en la Cuba actual, lo que les garantiza el éxito del espacio.
Así encontramos al protagonista, un señor mayor noble y servicial que tratando de ayudar casi siempre termina enredado por su amigo Chequera, músico de poca monta, es más pícaro y se aprovecha, yo diría que abusa de la amistad del protagonista; está el personaje de Ruperto Marcha Atrás que nos enseña el lado retrógrado de la sociedad en un pensamiento patriarcal y homófobo; encontramos también a Chacón en su pose de maceta, Aguaje como vaga rata callejera y otros entre los que destaca Facundo, representación del dirigente que practica la doble moral y el oportunismo en función de su propio beneficio, para él los medios en función del fin pueden ser variopintos aunque haya que mentir o sacrificar valores éticos, lo importante es salir airoso en su empresa.
Como podemos ver, estos personajes no son más que la asunción de arquetipos a partir de los cuales se moldean conductas y modos de pensar de los individuos y que son manifiestos en nuestra sociedad, más allá de que sean representados o no.
Asumir que los personajes son creados para desacreditar las instituciones o para agredir a las personas que asumen la vida de manera disciplinada, es seguirle el juego a los que realmente se alejan de lo que queremos como sociedad, es quitarle el mérito a los que, de manera honesta y altruista, que en Cuba son muchos, trabajan por llevar adelante este país.
Los personajes reflejan actitudes que subsisten en los hombres; afortunadamente para los creadores del humor, desafortunadamente para la sociedad, esas actitudes y esos hombres que las asumen están ahí siendo material de estudio de los creadores y blanco de críticas del pueblo, que es al final, quien se perjudica con su accionar.
Trabajar el humor a partir de referentes ajenos lo convierte en un ejercicio vacío e inútil, ya de eso tenemos bastante y bien sabemos que no son los creadores los responsables de ello.
Recientemente en una conferencia sobre el surgimiento del humor, el intelectual cubano Francisco López Sacha expresaba: “No se puede condenar el acto cómico porque se remita a los problemas sociales, porque el nivel referencial del acto cómico es la propia sociedad. Por eso no es condenable”.
Y es que el humor va a contrapelo para mostrarnos el lado que la sociedad no quiere que sea mostrado, es arena y no aceite en el funcionamiento de las dinámicas sociales, por eso, al decir de Patrice Pavise: “…es corrosivo con la sociedad”.
Por otra parte, es lamentable que no contemos en nuestro país con el concurso del ejercicio de la crítica atinada sobre esta área de la creación. Los esfuerzos del Centro Promotor del Humor, la UNEAC y en especial de la UPEC tendrán el inmenso desafío de formar especialistas capaces de destacar referentes de opinión adecuados para los creadores, los críticos y los públicos.
En una sociedad que enfrenta grandes desafíos en su lucha por ser próspera y sostenible, habrá que pensar que esa prosperidad tendrá que ser materializada –también- en función de la creatividad y del uso responsable de los medios de comunicación para evitar confusiones innecesarias en las dinámicas y el desarrollo del pensamiento social.
Tendremos que venir sobre estos temas en el teatro, los centros nocturnos del Ministerio de Cultura y los que pertenecen a la red extra hotelera del turismo.
Ya hablaremos de eso en otros espacios.
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