Concentración, palabra clave
El pitcheo cubano necesita trabajar en su concentración e integrar brazo y cerebro como un todo
«Para ser un pitcher ganador hay que tener en cuenta un concepto fundamental: lanzar es un 50 % de esfuerzo físico, con el brazo como arma y un 50 % de pensamiento. Brazo y cerebro son un todo».
La frase fue escrita en el libro Lanzando con Tom Seaver, un tirador derecho de excelencia, miembro del Salón de la Fama de Cooperstown, y encierra una filosofía: el hombre que está encaramado en la lomita tiene que pensar cada vez que un bateador se para en el plato.
El pitcheo es un arte –así lo definió otro grande como bateador, Ted Williams–, y según afirman los estudiosos de este deporte, existen seis claves para tener éxito como lanzador y, por coincidencia, todas comienzan con la letra C, a saber:
Condición física, donde estatura y peso corporal son elementos muy importantes.
Control: el primer factor de éxito pues según afirmaba incansablemente el Premier, Conrado Marrero: «pitcher sin control no es pitcher» y, al decir de los entrenadores, el movimiento para cada lanzamiento debe de ser suave y equilibrado, nunca con apresuramiento. Confianza: los serpentineros del más alto nivel saben cuál es su mejor envío y nunca tienen miedo de tirarlo, no importa quien sea el que este parado en el home. Un monticulista tiene que saber cómo sacar partido de una mala experiencia.
Consistencia: la mecánica debe de convertirse en algo inconsciente, hay que poseer un movimiento correcto para cada envío. Coraje: es necesario para subirse a la lomita y tomar decisiones en momentos difíciles. Golpear al bateador es un miedo lógico, pero un buen serpentinero no debe de tenerlo en su mente.
Por último, Concentración: debe de pensar única y exclusivamente en poner out al bateador, visualizar el vuelo de la pelota y, mejor que tirar a la mascota es tirar a una zona pequeña de la mascota. Cuando el inning termina y él se sienta en el banco no puede concentrarse en otra cosa que no sea quiénes son los próximos bateadores a enfrentar, no puede permitirse distracción alguna.
LAZO Y VERA, DOS BUENOS EJEMPLOS
Leyendo estos conceptos esenciales, dos hombres vienen a la mente de quienes vieron lanzar al pinareño Pedro Luis Lazo y el santiaguero Norge Luis Vera. El «rascacielos» vueltabajero no perdía tiempo entre lanzamientos, porque «así mantengo concentrados a mis jugadores de cuadro, tomar mucho tiempo en el box solo contribuye a fatigarte y perder la concentración, no solo la tuya sino la de tus compañeros», según afirmó en más de una ocasión.
Algo similar ocurría con Vera. El astro de la playa Siboney era dueño de una mecánica excelente, levantando su pierna izquierda para tomar un buen impulso y, luego, tras recibir la pelota del receptor, volver a prepararse para un nuevo envío, casi sin perder tiempo. La mayoría de las veces los juegos en los que él actuaba duraban menos de tres horas.
Lamentablemente eso no es lo que vemos en nuestra Serie Nacional. La mayoría de los lanzadores de hoy demoran una eternidad para soltar la pelota de sus manos, se entretienen mirando hacia todos lados en lugar de fijar la vista en la mascota del receptor –que hace las veces de blanco–, y no consiguen la necesaria concentración.
Esa es una de las principales causas del descontrol. En los primeros 12 juegos de la actual campaña la cantidad de bases por bolas (779) era muy cercana a la de los ponches (845) y el promedio de carreras limpias de cuatro equipos era superior a seis, mientras que otros dos lo tenían por encima de cinco.
Resulta lógico. Descontrol es igual a base por bolas y estas últimas equivalen a superior cantidad de posibilidades de anotar por parte de los rivales. Llamo la atención sobre los relevistas, pues en la mencionada docena inicial de partidos promedian 4,79 y su total de boletos (365) estaba por encima de los ponches (356).
Sin dudas, se impone un trabajo superior de los entrenadores y los sicólogos en busca de mayor concentración de la atención.
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