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A mi Entender

Sin pensar en otoños

La cuarta parte de la población mundial sufre depresiones en algún momento. Por eso, la Casa de Abuelos de Corralillo dice adiós a las tristezas.

Ya la piel no es tan tersa y en los rostros se amontonan los años. Algunos guían sus pasos apoyados en el bastón, confidente del tránsito implacable por el tiempo. Mas no faltan al sitio que los acoge para pasar un segmento del día.

Lauro Linares Castillo, anciano que asiste a la Casa del Abuelo de Corralillo. «La vida no es para encerrarse en achaques y malos presagios», afirma Lauro Linares Castillo. (Foto: Ramón Barreras Valdés)

Bien temprano en la mañana llegan, saludan y reciben la bienvenida a la Casa del Abuelo, de Corralillo, donde no prevalecen las pláticas sobre achaques o medicamentos.

Entre los «inquilinos» aparece Lauro Linares Castillo, un maestro primario y profesor de Sicopedagogía cuyo oficio le regaló los recuerdos más hermosos de su vida. Ahora repasa aquellos 42 años de ejercicio magisterial, y compara el antes y el después.

«Formar hombres y mujeres dignos es el mejor premio para un maestro. Y aunque ya no estoy frente a un aula, sigo con el ahínco de existir, y me aferro a la vida».

A los 75 años, Lauro es un hipertenso algo severo, mas no piensa en eso. Hace cuatro años llegó a la Casa del Abuelo en busca de nuevos horizontes. Como cualquiera, sufre los contratiempos de la época; sin embargo, no deja que le arrebaten la alegría de vivir.

«No, no me aburro. Aquí participo en el autoservicio junto a otras tareas en las que podemos enseñar, ya sea a través de los matutinos o en el resto de las actividades en las que trasmitimos conocimientos.

«Alguien me preguntó cómo podemos desterrar la soledad y la depresión. Pues reconociendo que resultan muy dañinas. Permanecer en sitios como este nos ayuda a interrelacionarnos. Es cierto que no todos podemos, depende mucho de la actitud individual. Si las personas se aíslan, abren las puertas a los malos pensamientos. El secreto está en hallar la forma de ser útil, a pesar de la carga de los años».

Memorándum

♦ La depresión es un trastorno anímico —transitorio o permanente— acompañado de ansiedad, abatimiento, infelicidad y culpabilidad debido a factores biológicos, genéticos, ambientales y psicosociales.

♦ Sus síntomas principales evidencian tristeza, sensación de malestar, impotencia, decaimiento, irritabilidad, frustraciones, disminución de las capacidades laborales y de las actividades habituales, entre otras.  

♦ Factores estresantes como el nacimiento de un hijo, las crisis de pareja, el abuso de sustancias tóxicas (principalmente alcohol) o la presencia de una enfermedad orgánica crónica inducen al riesgo de desarrollar un trastorno depresivo mayor si no se recibe tratamiento.

♦ No se descartan los antecedentes familiares, en tanto la prevalencia es casi el doble en la mujer que en el hombre.

Maestro al fin, Lauro insiste en la formación de valores en los jóvenes, sin esconder lo mal hecho y aquello que debe exponerse para rectificar tendencias y ejemplos negativos. 

«Hemos descuidado los detalles de educación formal y no todos los jóvenes poseen el mismo nivel. Hay cosas muy buenas entre la juventud, pero no podemos descuidarnos. Familia, escuela y comunidad tienen que ser un mismo eslabón».

Y con esa sabiduría peculiar retoma su estancia en la Casa del Abuelo.

«Los sábados después del mediodía   nos vamos a casa hasta el lunes. Pero durante esos días debemos poner en práctica ciertas alternativas para sentirnos vivos y útiles. Me siento feliz al ver el trabajo colectivo de una institución formidable, y en ocasiones les digo a sus directivos: “Quisiera tener un motivo para disgustarme con ustedes”, pero no me lo dan».

—¿Alguna sugerencia para quienes integran la nómina de adultos mayores?

—Buscar motivaciones acordes con nuestras posibilidades. No recomiendo encerrarse en achaques ni dependencias de fármacos, y esquivar todo lo que nos deprima. Eso sí, pensar y encontrar esos matices que aguardan en cualquier parte, y bien pudiéramos descubrirlos para llegar a los 120 años.

Aprendizaje compartido

Yuniesky Llerena Chávez tiene 30 años. Cuando le propusieron administrar la única Casa del Abuelo existente en el municipio, se le unieron cielo y tierra. Estudió Cultura Física, trabajó de camarógrafo en la corresponsalía de la televisión en Corralillo, y hoy confiesa que apenas dominaba los gajes administrativos.

Yuniesky Llerena, administrador de la Casa del Abuelo de Corralillo. Yuniesky Llerena Chávez: «Los abuelos me han enseñado a madurar con más rapidez, a tratar mejor a las personas, a entenderlos de otra manera». (Foto: Ramón Barreras Valdés)

Porque lo ha experimentado en carne propia bien sabe Yuniesky que cada día resulta una fuente inagotable de conocimientos, y si ha podido salir adelante en este lugar —según sus palabras— es gracias a los ancianos, quienes lo han ayudado al máximo.

«Al principio me resultó difícil, ellos me dieron pautas. Conversábamos mucho, y poco a poco tracé mi camino».

Esa interrelación ha servido para conocerse mejor, aplicar métodos según las particularidades, bajo un régimen seminterno que establece el horario de 7:30 de la mañana a 5:30 de la tarde, de lunes a viernes, y los sábados hasta las 12.00 del día.

«Si bien reciben desayuno, almuerzo, comida y dos meriendas, lo importante radica en la propia interrelación. Cumplimos un programa diverso de acciones que van desde los contratos con el INDER para la Educación Física, pasando por la Casa de la Cultura, museo, biblioteca, la Empresa de Cine, hasta llegar a la Universidad del Adulto Mayor.

«Sin duda, existe un ambiente de cooperación. Borramos el falso concepto de que los ancianos son seres agotados. Todo lo contrario, están vivos. Luego del matutino diario compartido con los trabajadores, comienzan las actividades: Educación Física, Promoción y Educación para la Salud, cumpleaños colectivos, peñas campesinas, tablas gimnásticas, juegos pasivos y fabricación de objetos artesanales, algunos de los cuales hemos donado al círculo infantil de la localidad».

De vez en cuando bailan, y no falta la cooperación en los detalles elementales de la Casa al participar en los trajines culinarios, en busca de la sazón ideal junto al experto cocinero.

Yohorquis Benavides, licenciada en Rehabilitación Social y Ocupacional.Para Yohorquis Benavides Cabrera, licenciada en Rehabilitación Social y Ocupacional, la visión acerca de la ancianidad también ha cambiado. Por ello en las reuniones con los familiares hace saber que la tercera edad no se circunscribe a buscar los mandados en la bodega. El marco resulta más amplio, y tienen derecho a participar en las decisiones y en algunas acciones propias de la edad.

«Trabajamos —dice— muy vinculados al Centro de Salud Mental, a tenor de que los estados depresivos constituyen una causa marcada en el comportamiento de la tasa de suicidios. En esto es vital incentivar la recreación, que no se sientan como carga familiar, pues en ciertos momentos priman los signos de soledad, aunque estén dentro de un marco familiar no disfuncional, sobre todo los fines de semana o en días feriados, cuando permanecen en el hogar».

Custodios, ayudante de cocina, auxiliar de limpieza, trabajadora social y el administrador contribuyen al bienestar colectivo. De tal manera que el sitio para la edificación de los baños surgió de las propuestas del Consejo de Ancianos y recibió el visto bueno de los especialistas.

Aquel muchacho que al principio dudó en aceptar la responsabilidad directiva cuenta con una imagen diferente. «Hemos creado una interrelación hasta para los mínimos detalles. A veces me halan las orejas, pero sientes la utilidad del trabajo. Algunos abuelos han sido reincorporados a su medio, y otros en la calle preguntan los trámites a seguir para incorporarse al colectivo», resalta Yuniesky.

Contrastes

De acuerdo con reportes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Orbe supera los 300 millones de personas con depresión.

Las pérdidas económicas exceden el billón de dólares anuales derivadas de la apatía y la falta de vitalidad en sus víctimas, pero llama la atención que la mayoría de los pacientes no tiene acceso a tratamientos, lo que lleva a un incremento notorio de los suicidios.

Entre los obstáculos que interfieren en una atención eficaz figuran la falta de recursos y de personal sanitario capacitado, sin descartar la estigmatización de los trastornos mentales y una evaluación clínica imprecisa.

Ojalá que las experiencias cubanas con las casas de abuelos y los centros de Salud Mental ocuparan una parte del universo para minimizar lo que constituye la primera causa de consulta siquiátrica en quienes superan la sexta década de la vida.

¿Tenemos o no nuestras Razones?

En el lateral del recinto hay un jardín donde cultivan ají, ajo porro y otros condimentos, y los que no proporciona la parcela, llegan desde las casas de los propios abuelos. Mientras tanto, hay proyectos para convertir la oficina administrativa en comedor ampliado, lo que beneficiaría la capacidad limitada del actual, y facilitaría la gestión de autoservicio.

Así transcurre parte del día a día de 30 ancianos —de ellos, 13 mujeres— en los que prevalecen la hipertensión arterial y la diabetes mellitus, pero que prefieren la risa, algún chiste picante, y dejar las dolencias en un sillón, con el propósito de compartir los programas de extensión comunitaria en una de las 26 casas de este tipo existentes en Villa Clara, con 630 acogidos, apenas una ínfima parte de las 177 766 personas que rebasan los 60 años, representativas del 22,6 % del total de villaclareños. Hombres y mujeres que desafían el futuro sin pensar en otoños.

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