Por Ricardo R. González
Las agresiones ambientales presentes en la cuenca hidrográfica Sagua la Grande deberán disminuir de manera paulatina al incluirse entre las de interés nacional, y convertirse en la tercera con esta categoría en Villa Clara.
Desde hace años se persigue el ordenamiento ambiental de la fuente acuífera marcada por el descuido en las acciones de conservación y la explotación sobredimensionada de sus recursos, lo que ha incrementado la salinidad y degradación de los suelos.
Con una extensión superficial de 2 164 m2, representativos del 26 % de la que registra la provincia, resulta visible el deterioro de las reservas forestales, sin descartar la pérdida de la biodiversidad, la presencia de marabú, o la contaminación de sus aguas terrestres.
Entre los retos se hace necesario incentivar el Programa de Reforestación por parte de las entidades implicadas, y evitar el vertimiento de residuales hacia el río Sagua, considerado uno de los de mayor extensión en el archipiélago y recargado de heridas ambientales.
Resulta meritorio que la Empresa Electroquímica implemente su proceso de reconversión tecnológica a fin de aliviar el potencial de contaminantes existentes en la cuenca que acoge en sus demarcaciones a la Reserva Ecológica Mogotes de Jumagua —un punto rojo para el territorio— y Monte Ramonal considerado una Reserva Florística Manejada.
A ello se suma la aplicación del Programa de Manejo Integrado Costero para preservar el litoral de poblados costeros como Isabela de Sagua y La Panchita.
La ingeniera Juana Cortés Almeida, secretaria de Cuencas Hidrográficas en el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), explicó que anterior a la de Sagua se habían declarado de alcance nacional las correspondientes a Hanabanilla y Zaza en una provincia que dispone de 41 cuencas superficiales. De ellas, siete vierten hacia el sur, otras 27 en la parte norte, mientras existen 11 pequeñas, en aproximadamente 119 km2, que no poseen nombres, y también esparcen hacia la porción norte.
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