20151102134450-20150821134812-serie-nacional-beisbol1.jpg

Siempre pensé que el fracaso del Villa Clara de pelota en la serie nacional pasada, la 54, había sido solo una excepción de la regla, una desviación breve de su senda triunfal.

El tiempo, el implacable, el que pasó, como diría el poeta, me demostró que estaba totalmente equivocado.

Los Naranjas volvieron a ser eliminados de la segunda etapa de la campaña 55, una crisis de resultados inédita en esta provincia. Varias son las razones para la caída del conjunto, mas solo me concentraré en las que considero las principales.

Con una defensa muy efectiva de 983, la segunda del torneo (la mejor casi hasta el final) y con un pitcheo de 3.01 carreras limpias, el tercero más efectivo, es evidente que el departamento que falló, una y otra vez, fue la ofensiva.

Vayamos a los detalles para ilustrar mi aseveración. Villa Clara bateó para solo 267 y se ubicó en el puesto 13 entre los16 equipos, 10 puntos por debajo de la media de la serie, que fue de 277.

Pero todo el mundo sabe que lo que decide en la pelota es la anotación de carreras y aquí los ahijados de Vladimir Hernández estuvieron aún peor, al alojarse en el lugar 14 con apenas 144 carreras en 45 partidos, para un magro promedio de 3.2 por desafío.

Una cuenta rápida nos dice que si usted anota 3.2 por choque y lanza para 3.01, es fácil determinar que los lanzadores nunca tuvieron suficiente margen de error y estuvieron todo el tiempo sobre el “filo de la navaja”.

Y fue así porque el average de los Naranjas con corredores en posición anotadora fue, lean bien, de ¡181!, y entre el tercero y sexto maderos, o sea, el corazón del line-up: Raúl Reyes, Ariel Borrero, Yeniet Pérez y Yurién Vizcaíno, batearon con compañeros en segunda y tercera para ¡184!.   

Quizás para encontrarle una de varias explicaciones a la pésima ofensiva, hay que decir que hubo problemas con la máquina de bateo, que no funcionó durante la preparación, y con la cantidad de bolas para entrenar en la llamada “jaula”.

Además, hombres claves como Yeniet Pérez, el receptor del equipo Cuba, Yulexis la Rosa, y el jardinero Andy Zamora, que promedia más de 300 de por vida, llegaron al clásico faltos de entrenamiento y muy poco, o nada, aportaron a la causa anaranjada.

Añada usted que el colectivo perdió de pronto a su cuarto y quinto abridores, Ronny Valdés y Eduardo Ferrer, que se fueron del país y alteraron por tanto la planificación del pitcheo. Tampoco se contó con un “cerrador” de garantías, entre tantos jóvenes tiradores, por lo que varios posibles éxitos se escaparon sin remedio.

Aunque los pupilos de Vladimir perdieron más de los que ganaron, 22-23, estos tuvieron posibilidades de clasificar casi hasta el final; mejoraron dos sitios con respecto a la serie 54, del 12 al 10, y se quedaron a solo tres victorias de la fase dos, lo que indica que revertir este resultado está más cerca que lejos.

Obviamente, nadie puede estar feliz con la labor del Villa Clara en la temporada 55, pues este es un elenco que ha estado entre lo mejor de la pelota cubana desde su nacimiento en 1977, y que tiene en su gloriosa vitrina cinco coronas de campeón e incontables segundos y terceros lugares.

Ahora bien, para recuperar el lustre del que hablo, considero que si la próxima dirección villaclareña no mejora sustancialmente los problemas de su inútil ofensiva y no encuentra un “matador” fiable para sellar los triunfos, pasará tiempo para que los aficionados vuelvan a sonreír con ganas en el Sandino.

(Con información de Lázaro Marín García. Cubasí)