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La Virgen del Cobre y los cubanos

Escrito por  Agencias
La Virgen del Cobre y los cubanos
La Virgen de la Caridad goza de una notoriedad inusitada en la población cubana como lo reflejan las ofrendas que se observan en ese santuario.

De las más diversas tendencias, profesiones y estratos sociales, hay recuerdos que deportistas, políticos, músicos e intelectuales entregaron a la patrona a fin de que le concediiera sus deseos.

 

La localidad inició su andadura en el siglo XVI cuando el colonizador español, en la búsqueda de oro, descubrió un yacimiento de cobre en un paraje situado en las inmediaciones de la cordillera montañosa de la Sierra Maestra, en el oriente de Cuba. 

Empero, las cantidades de metal ni su calidad otorgarían prominencia al poblado de no mediar un hallazgo providencial sobre el cual se esgrimen diversas teorías y leyendas, que contribuyeron a despertar un atractivo especial para creyentes, pobladores y visitantes tanto cubanos como extranjeros.

 

Los cubanos afirman que un buen religioso, seguidor de la iglesia católica, apostólica y romana, debe ir al menos una vez en la vida al santuario de la que es considerada Patrona de Cuba. 

Esa creencia ha impuesto una condición de sitio turístico al pequeño poblado santiaguero, que de las limitaciones de producción cuprífera desplazó su interés a ofrecer servicios a los visitantes. 

También, porque después de centenares de años de explotación el mineral se agota e incluso el descubrimiento de minas de oro de relativa importancia, aunque no tan significativas para que den un vuelco total a las posibilidades de la comarca. 

A la Virgen de la Caridad del Cobre se le identifica con la deidad de Oshún, proveniente de la cultura afro, a causa del sincretismo registrado entre europeos y africanos a lo largo de una interacción de siglos. 

Un hecho similar ocurre con la Virgen de Regla, a cuya iglesia en La Habana acuden, por un lado, los feligreses católicos, mientras por el otro la veneran los seguidores de Yemayá, de igual origen que la del Cobre. 

Oshún simboliza la feminidad, las aguas dulces y la alegría, al tiempo que Yemayá es la maternidad, la fertilidad, la sapiencia y los caracteres cambiantes como el mar. 

Varias leyendas sobre la aparición de la virgen -hace más de 400 años- fortalecen el atractivo de esa figura entre creyentes, pobladores y visitantes, estos últimos en buena medida del creciente turismo que recibe el archipiélago de las más diversas regiones del mundo.

 

Una de las versiones relata que un cacique aborigen asistía al combate acompañado de una imagen de la diosa, hecho poco probable, puesto que los indígenas tenían su credo propio. 

La más extendida y creíble asegura que tres jóvenes (dos aborígenes y un esclavo negro) hallaron una reproducción de la virgen en medio de una tormenta en el mar. La imagen flotaba sobre una tabla y en una leyenda, el nombre de Virgen de la Caridad. 

En diversas ubicaciones estuvo a lo largo de los años, pues pasó de una ermita a la capilla de un hospital y luego de una parroquia a su morada actual, un santuario edificado en 1927. 

Durante la visita a Cuba, en 1998, Su Santidad, el Papa Juan Pablo II, la coronó como la Patrona de Cuba. 

Solo oraciones y susurros violan el sagrado silencio del sitio, al cual acuden miles de visitantes para presentar solicitudes a la Virgen, pagar una promesa o por simple curiosidad. 

Al templo de la Virgen de la Caridad del Cobre lo caracteriza una arquitectura sobria, con una nave central dominada por hermosos vitrales alegóricos a la figura divina y su complemento, un altar labrado en plata maciza y valiosos objetos ornamentales. 

Las numerosas ofrendas resultan testigos mudos en la Capilla de los Milagros, en una relación que incluye desde juguetes, joyas, cartas, fotografías, premios diversos e incluso medallas de la más variada procedencia. 

Los fieles pagan sus promesas y depositan sus ofrendas. Oran y agradecen. Piden e invocan. Se aprecian en una vitrina distintivos del triunfante Ejército Rebelde, así como órdenes y medallas de combatientes cubanos participantes en la guerra de Angola. 

Sobresalen de modo particular algunas de esas ofrendas, como la medalla acreditativa de su Premio Nóbel, que en los años 50 ofrendó a la Caridad el escritor norteamericano Ernest Hemingway, y la bandera cubana que le tributaron los veteranos de las guerras de liberación contra España porque la Virgen de la Caridad del Cobre es también la virgen mambisa. 

Fueron precisamente miles de soldados y oficiales mambises, encabezados por el mayor general Jesús Rabí, quienes solicitaron a comienzos del siglo XX y obtuvieron del papa Benedicto XV, en 1916, que se declarara Patrona de Cuba a la Virgen de la Caridad del Cobre. 

El sentido religioso de la localidad lo enriquecen la cercana Sierra Maestra y el aire fresco del entorno impregnado por el aroma natural.

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