Procurad también que, leyendo vuestra historia, el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el prudente deje de alabarla.
Cervantes, Don Quijote (Prólogo de 1605)
Casi desde el origen, una de las funciones de la palabra ha sido la curación. Los mantras, las oraciones del catolicismo, el psicoanálisis e incluso la cantinela con que la madre o el padre acompañan la caricia que dan al hijo que tropezó y se golpeó, son ejemplos claros de buscar el alivio por medio de la palabra.
Quizá por eso, y porque la materia prima de expresión de la literatura es el lenguaje, en esta aún es posible encontrar trazas de esa cualidad. A veces, inesperadamente, nos damos cuenta de que un libro nos consuela en medio de la tristeza, o ante cierta frustración recordamos de pronto unos versos leídos hace tiempo y que nos hacen entender de otra manera el conflicto que vivimos. Una anécdota asegura que Julio Cortázar se curó de una tos después de escribir “Carta a una señorita en París”, cuento en el que un hombre vomita conejos de sus entrañas hasta llenar con ellos el departamento que ocupa.
En este sentido, no parece descabellado pensar ciertos libros en términos similares con que pensamos la medicina y sus procedimientos. Así como cuando nos duele el estómago acudimos al médico y seguimos su prescripción, tomando puntualmente la píldora o el jarabe que nos ordena, ¿por qué ante ciertos dolores probar con acercarnos a nuestro librero a la biblioteca pública más cercana y sacar del estante la novela o el poemario que nos ayude a lidiar con ese pesar?
Como parte del proyecto The School of Life, compartimos estos 4 puntos extraídos del video “What is Literature for?”. En términos generales, se trata de una elocuente defensa de la literatura como un recurso que nos sirve para transitar mejor por este mundo en términos vitales. Si bien es cierto que, como asegura la conseja popular, “nadie experimenta en cabeza ajena”, la premisa de este breve manifiesto es que podemos aprovechar lo que siglos y siglos de expresión literaria ponen a nuestra disposición, ese conocimiento acumulado que en buena medida es un diálogo de subjetividades, una polifonía abierta en la que cualquiera de nosotros puede tomar parte y, así, mirar de otra manera, desde otro lugar, para recuperar el sentido de asombro por el mundo.
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