Bicicletas en la preferencia de muchos cubanos
Las primeras bicicletas que rodaron en Cuba datan de las postrimería del siglo XIX y ecológicas y útiles se mantienen en la preferencia de muchos y forman parte de la identidad de varias ciudades de la Isla.
Los ciclos tuvieron sus antecedentes en antiguas culturas de Egipto y China, pero el primer modelo, cercano a los actuales ejemplares, salió a las calles de París, capital de Francia, en 1790.
Aún hoy, en un planeta signado por la velocidad y la competencia en la construcción de autos cada vez más aerodinámicos y con moderna tecnología, los vehículos de dos ruedas movidos por energía humana conservan popularidad.
Por sus valores económicos, no contaminantes y beneficiosos para la salud, los ciclos son preferidos en varias naciones de Europa como Holanda, Suiza, Alemania y Polonia además resulta el principal medio de traslado en China y la India.
En Cuba ocupa importantes espacios en varias localidades que hoy se disputan la supremacía de su uso cotidiano.
Se dice que en Cárdenas, ocho de cada 10 de su pobladores cuentan con uno de ese medio de transporte, donde apareció por primera vez a la par que en La Habana.
En otras localidades cubanas como Sagua la Grande, resulta habitual ver las bicicletas que pululan por las anchas calles, costumbre que consideran un rasgo distintivo.
La historia de la urbe recoge la aparición de este transporte en 1913, cuando el comerciante Galileo Fernández recorrió las calles en un hermoso ciclo, compuesto por un sillín alto, llantas niqueladas con los soportes de muelles en las ruedas y manubrios adaptables.
El interés por ese medio creció aceleradamente y en 1955 quedó abierto el primer servicio con 50 unidades para su venta y reparación en la también llamada Villa del Undoso, donde actualmente se cuentan por millares los ciclistas, sin excepción de sexo ni edad.
La pérdida de los principales mercados cubanos con la desaparición de los países socialistas de Europa afectó grandemente la economía nacional y estos vehículos llegaron para paliar necesidades de traslación en las ciudades, donde creció grandemente su circulación.
Ante una mejoría del trasiego masivo de las personas y la aparición de alternativas para el movimiento citadino, algunos abandonaron el uso habitual de los ciclo pero muchos le tomaron el gusto a ese mundo de manubrios y pedales y continúan apegados a la ecológica bicicleta.
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