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A mi Entender

El hombre, principal destructor del ecosistema

Desde los primeros tiempos de su creación, el Malecón habanero fue lugar de cita de los pobladores. El largo muro, comprende una amplia avenida de seis carriles y una larguísima pared que se extiende sobre toda la costa norte de la capital cubana a lo largo de ocho kilómetros.

Al cabo de los años con la introducción de fábricas y embarcaciones de gran calado, sus aguas dejaron de ser azules para tornar al color del petróleo, desechos y las especies propias del entorno marino desaparecieron prácticamente.

Gracias a las labores de ecologistas, el CITMA y la población, se ha recuperado paulatinamente el entorno. Los pelícanos, gaviotas, ya se pueden ver hacer picadas al mar para sus capturas y las segundas revolotean sobre las aguas.

Desde horas tempranas los entusiastas lanzan sus avíos de pesca, porque los arribos de peces han vuelto, los ancianos y trasnochadores, esperan los amaneceres sentados en el largo muro.

Poblado de Cojímar

Cojímar es una localidad de Cuba, situada a unos 7 km de La Habana, que forma parte del municipio de la Habana del Este. Cuenta con 20.390 habitantes aproximadamente.

Cojímar, cuyo nombre proviene del lenguaje Arauco y significa entrada de agua en tierra fértil.

Pero el lugar deja mucho que desear. Ya no es la hermosa costa que describe Ernest Hemingway cuando en 1952 escribe su afamada novela “El Viejo y el Mar”, playa donde arriba el testarudo pescador con su pez casi comido por los tiburones.

Este poblado en la actualidad tiene sus aguas contaminadas, supuestamente por los desechos de la fábrica SUCHEL en sus inmediaciones.

“Ya apenas se pescan buenos peces cuando montamos las líneas de pesca, y si queremos pescar, debemos salir algo de la desembocadura hacia el mar más abierto”, manifiesta un poblador con dos cordeles a la espera de que piquen.

En su costa se puede ver personas en el agua recuperando materias primas, debido al inmenso desecho de pomos y latas, así como basura que flota en sus costas.

Nos narraba la fotógrafa Claudia Corrales, porque su casa linda al mar, que por momentos las aguas son rosas, otras con grandes masas de espuma y en ocasiones despiden un olor como a tinte de pelo, la contaminación es grande.

El bastión de vigilancia, que como guardián se levanta en la costanera, está en muy malas condiciones y gracias a la gestión de los pobladores hoy se encuentra en manos de la Oficina del Historiador de la Ciudad, debido a eso esperan su pronta recuperación y verlo convertido en museo.

Las edificaciones aledañas muestran gran deterioro y necesitan obras de mantenimiento y reconstrucción, el Bar – Restaurante “Las Terrazas” se codea con ruinas.

Ese romántico Cojímar costero, donde el insigne escritor se paseaba y compartía con los pescadores, está muriendo.

Este un llamado a la humanidad a cuidar nuestro entorno. Somos los principales culpables, y también, los que tenemos que poner todo el empeño para revertir los daños.

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