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A mi Entender

Pepe Rillo o la intranquilidad neuronal



A Baudilio Espinosa sus amigos lo conocen como Bao, pero el pueblo usualmente lo llama por Pepe Rillo, ese personaje inmortalizado con el programa humorístico ¿Jura decir la verdad?

Baudillio Espinosa, Pepe Rillo o el conductor de El selecto club de la neurona intranquila. (Fotos: Carolina Vilches Monzón)

Al llegar esta semana a Quemado de Güines, el municipio donde se inauguró el Festival Humor sin sombrero, la cartelera exhibía su nombre y justo al lado aclaraba «neurona intranquila». El público estuvo garantizado, porque a los humoristas a veces los asocian mejor con su imagen mediática que con su nombre.

Los quemadenses convinieron en que no es tan alto como se ve en televisión, ni su nariz tan hiperbolizada como quieren hacerla parecer. Eso sí, tiene una imagen quijotesca, y es de esos sabios conversadores que, sin ínfulas, le enseña algo nuevo al escucha.

Nació en 1959 en Sagua la Grande; se licenció en Filología e integró una generación de vanguardia humorística universitaria en los años 80.

«Carlos Fundora y yo participamos en el Festival de Artistas Aficionados de la FEU de la UCLV (Universidad Central de Las Villas) porque nuestra carrera tenía poca representación. Escribimos, actuamos y dirigimos la obra. Trataba sobre los problemas de la lengua española, y tuvo mucho éxito. Luego, vine a trabajar a Quemado de Güines en un grupo de teatro, hasta que en el 86 los dos entramos a La leña del humor, un gran reto. Allí todos aprendimos de todos. Teníamos siete escritores, algo increíble. Hicimos un montón de cosas en esos tiempos».

--Fueron etiquetados con el término de «humor inteligente».

--Era un humor combinado con el absurdo, la crítica social, el humor negro, el sketch. Era una forma inteligente de abordar el humor y sobre todo, arrastraba mucho público joven. Había pocas cosas en la televisión, y nosotros hacíamos un humor fresco, que chocara con los cánones que ya quedaban obsoletos. Creo que por eso triunfamos, por ser diferentes. El ambiente universitario influyó mucho en la manera de hacerlo. De aquí surgieron grandes humoristas.

--Hasta ¿Jura decir la verdad? no eras muy conocido en los medios.

--Fui conocido en los teatros y había obtenido varios premios Aquelarre. Cuando voy a vivir a La Habana, integro el colectivo de ¿Jura..?. Aprendí a trabajar y actuar en televisión; fue un mundo diferente. Me formó como escritor de guiones humorísticos. La televisión es tremenda, en tres semanas todo el mundo me conocía en la calle, porque tengo un físico característico. (Ríe) Se pega mucho mi cara.

--¿Cuán importante ha sido ese físico particularmente para el humor?

--Desde niño fui flaco, desgarbado y zurdo. Una de las pocas maneras de destacar entre los demás era ser estudioso, ser simpático. En el grupo que integraba con mis amigos adolescentes había que saber contar cuentos y ser gracioso. Eso también me conformó como humorista. Es mejor que la gente se ría con uno que de uno.

--El público siempre te imagina como un hombre de muchos conocimientos por Pepe Rillo y El selecto club de la neurona intranquila.

--Me ha hecho un poquito de daño en mi parte humorística, porque a veces voy a un cabaret, donde se hace un humor más fuerte, y el público tiene una imagen mía como si fuera un profesor universitario y me preguntan si lo soy. Para mí no hay nada banal ni frívolo. Me gusta saber de cualquier cosa, desde cómo se pintan las uñas hasta los signos del horóscopo. Me siento a ver cualquier programa en el televisor y me quedo pegado al asiento.


«Pepe Rillo era el personaje que movía la dramaturgia en el programa, y era cercano a mí. Los demás eran cómicos de profesión y Rillo era el loco, el especialista en asuntos indeterminados, el que generaba los conflictos. Como era tan ridículo, yo no tenía que hacer chistes. La gente se reía de las explicaciones que daba.

«Cuando surge la Neurona..., aprovecho ese personaje del inteligente para asumir la conducción. Me vino como anillo al dedo, porque imbrica el humor con la sabiduría y la agilidad mental. El Rapidágil, por ejemplo, era un juego que hacíamos con la Leña... en los viajes interminables hacia la capital. Como me gusta aprender, no me cuesta nada. Además, es un programa para todo el pueblo. Con temas a los que todos pueden acceder. Creo que ha influido de manera positiva en la gente».

--Ahora, lo que preguntas a tus entrevistados. ¿Si te fueras a una Isla, qué tres cosas te llevarías contigo?

--Primero, a mi esposa, la compañía máxima. Con ella no necesito más en este mundo. Después, un buen libro, de Mark Twain, posiblemente. También una bolsa de lápices y papel para poder escribir siempre.

--¿Cuánto significa tu provincia natal?

--Aquí viví mucho tiempo. Llego a Santa Clara y me siento diferente. Me dan ganas de besar el piso. Yo he dicho que cuando muera lancen mis cenizas al Niño de la Bota. (Laura Rodríguez Fuentes)

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