Un paréntesis para Yosvany Pérez
Villa Clara va barranco abajo y sin frenos, con decencia, pero caída al fin. Matanzas, pese a las ausencias va camino a lo que se esperaba, una barrida. No obstante vale abrir un paréntesis para un relevista que sin mucho ruido ha hecho gala de un coraje de grandes, como su sobrenombre: Yosvany Pérez.
En una clasificatoria donde salió en 19 ocasiones y solo tuvo decisión en tres (dos ganados, uno perdido), el Grande de Cascajal enseñaba credenciales de que este era un año distinto, una temporada donde habría que contar con él. También se sumó la escasa y triste actuación de un relevo como Alaín Tamayo, que dejó a la fanaticada naranja por mostrar su potencial.
Llegó la semifinal y hubo que hablar nuevamente de quien fuera en su momento, el mejor novato del año con tres décadas en sus espaldas. Dos choques empatados, una en la Atenas de Cuba y otro en Santa Clara, a la dirección no le tiembla la mano. ¿Hay tensión, hay problemas desde el box? ¡Qué venga Yosvany Pérez! Y que bárbaro, el tenedor lo tiene que arde. En Matanzas, camina tres capítulos y nadie lo toca. Se enreda, pero sale solito. En casa, con el choque perdiendo por la mínima, recibe las amenazas de la ofensiva contraria, pero se mantiene así: a una raya.
Noveno inning, último chance villaclareño, a punto de una derrota que les costará el play off sin dudas. ¿Quién convoca a los chicos para darles ánimo? No es el manager Ramón Moré, o algunos de los coach, si no Pérez, que termina de lanzar y los reúne a todos. ¡A guapear!
No es suficiente, pero si hay que abrir un paréntesis, si hay que hacer un salvamento de la parte naranja en estos choques, el puesto lo ocupa uno solo desde la lomita. Al menos que le queden estas letras.
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