Guanábana: para deleitar y curar
Ahora que en Cuba se incentiva el uso de la medicina natural para curar o acompañar los tratamientos de múltiples enfermedades, debemos estudiar e informarnos sobre las propiedades de las plantas que podrían ser útiles.
La guanábana o graviola, por ejemplo, una fruta tropical, de color verde intenso y suaves espinas, es valiosísima, porque además de deleitarnos con su sabor aporta infinidad de propiedades curativas.
Todas las partes de la planta se emplean en la medicina natural, incluyendo cortezas, hojas, raíces y frutos, pero la que contiene la mayor concentración de principios activos es la hoja, donde se encuentran las acetogeninas anonáceas, ampliamente estudiadas desde los años 40 del pasado siglo, cuando se empezó a usar como insecticida. Su amplio poder, sin causar efectos nocivos, asombró a los científicos, quienes fueron descubriendo nuevas propiedades de la especie.
Según la literatura consultada, las hojas de la guanábana y la corteza (micropulverizadas) actúan contra la diabetes, al regular el azúcar en la sangre; elogian su efectividad en trastornos endocrinos y del asma; es relajante del músculo liso (corazón), vesícula, apéndice, y combate diferentes tipos de cáncer. Se le atribuyen propiedades hipotensivas, antiespasmódicas y como vasodilatador.
El té de la hoja es efectivo para desparasitar a los niños, contra catarros y para curar la malaria; para levantar las defensas en personas con quimioterapias y también para las que padecen VIH. El fruto se ha usado como antiparasitario, antipirético (disminuye las fiebres) y astringente en casos de diarrea. Los tallos, hojas y raíces son considerados sedantes y antiespasmódicos. Es recomendado para combatir la obesidad, al evitar la acumulación de grasa en el organismo, lo cual hace perder peso paulatinamente. La guanábana también recibe el calificativo de fruta de la digestión, porque regula la temperatura del estómago. El té elaborado con sus flores se usa como pectoral.
El látex que contiene la pulpa ayuda a combatir el estreñimiento crónico, desinflama el colon, cicatriza las úlceras de este, cura la diverticulosis y fortifica la flora intestinal. Un estudio realizado en la Universidad de Pardue en California demostró que las acetogeninas pueden inhibir selectivamente el crecimiento de células cancerígenas y también las del tumor, resistentes al Adriamycin (droga quimioterapéutica). Sus valores nutricionales se concentran en el aporte de fibras, grasa, proteína, almidón, vitamina C, azúcares, potasio, sodio y ácido fólico, entre otros. Lo mejor es consumir directamente sus frutas y preparar el té de hojas.
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