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A mi Entender

Nos perdimos la fiesta

 El milagro quedó a mitad de camino, porque si bien los Tigres de Licey dominicanos se aferraron con todas sus garras a un triunfo que atizó las esperanzas cubanas, los Indios de Mayagüez boricuas salieron a pelear con todas sus flechas, derrotaron al hasta ahora imbatible Navegantes de Magallanes local, y completaron la cuarteta de semifinalistas en la Serie del Caribe que el próximo sábado bajará sus cortinas en esta cálida isla venezolana.

Para todos los cubanos, los que aquí y allá vivimos con sobresaltos el regreso cubano a estas lides, fue una tensa jornada. Apenas un cerrado triunfo en cuatro presentaciones solo alcanzaba para sobrevivir a merced de la suerte ajena. Y eso es lo peor que podía pasarnos.

La necesitada victoria del elenco dominicano frente a los Naranjeros de Hermosillo sucedió, no sin antes vivirse momentos de extrema incertidumbre. Una ventaja de cinco carreras en las primeras cinco entradas parecía suficiente para extender esperanzas, pero poco a poco los mexicanos fueron borrando diferencias hasta colocarse a una del empate. Por fortuna, Carlos Marte protagonizó un cierre perfecto para sellar un triunfo que apenas ponía todos los reflectores sobre el duelo que cerraba el tramo clasificatorio.

Sin embargo, horas después quedó definida la ruta de regreso a casa para el equipo cubano, pues el representativo anfitrión perdía el invicto frente a unos Indios que aguantaron el «asalto» de los marineros —se colocaron a una del empate— e hicieron lo necesario para sostener sus opciones.

A la hora del recuento, nadie deberá juzgar la decisión del alto mando de los Navegantes de refrescar a un jugador tan importante como Mario Lisón y depender de lo más discreto de su bullpen, que para nada es un puñado de tiradores de medio pelo y sin experiencia. Con la necesidad de tener listas sus mejores armas para los dos partidos que les pueden proporcionar la corona, y el primer lugar de la fase asegurado de antemano, cualquier mánager con el adecuado sentido común hubiese hecho lo mismo, sin poner en riesgo su profesionalidad.

Cuba no estará entre los cuatro grandes del Caribe porque no hizo lo suficiente para merecerlo. Esa es una realidad tan inevitable como hacer profundos análisis sobre el estado actual del béisbol cubano, que ya son inaplazables después de vivir esta experiencia.

Solo queda quitarnos los velos, hacer uso de la razón y apreciar lo que queda de una fiesta que pensamos disfrutar y terminamos sufriendo.

 

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