"El maestro soy yo"
En un intricado paraje de la sierra del Escambray, Limones Cantero, perteneciente al poblado de Trinidad, en la antigua provincia de Las Villas, llegó Manuel Ascunce Domenech, pletórico de alegría propia de sus 16 años de edad y por conformar el ejército de honmbres y mujeres que pretendían enseñar a leer y a escribir a quienes no habían tendido ese derecho hasta entonces.
A solo pocos días para la culminación de este acontecimiento sin precedentes en nuestro país, el 26 de noviembre de 1961, un grupo de bandidos o alzados, llegaron a la casa del Lantigua, se hicieron pasar por milicianos, sorprendieron al campesino y lo capturaron a él y al joven maestro. La esposa del campesino quiso proteger al muchacho y dijo que este era su hijo, pero Manuel, con valentía les manifestó: “Yo soy el maestro”.
Al día siguiente se encontraron los cuerpos sin vida colgados de un árbol.
Fidel con los principios y la dignidad que lo caracterizan en la clausura del XI Congreso Obrero, anunció la acción terrorista al pueblo:
"En el día de hoy hemos recibido la noticia de que un joven brigadista alfabetizador, de 16 años de edad, fue asesinado por elementos contrarrevolucionarios en la finca Palmarito, barrio Río de Ay, término municipal de Trinidad, Las Villas. El joven se nombra, o se nombraba y se seguirá nombrando: Manuel Ascunce Domenech.
(...) Qué puede haber sido la causa, el móvil de esa acción? ¿La irritación de los enemigos de la Revolución ante el hecho de que se hayan alcanzado las cifras de los cientos de miles de alfabetizados? ¿Qué los ha motivado? ¿La impotencia, la irritación y el odio? ¿O los ha movido el deseo de obstaculizar y perturbar el esfuerzo final, de sembrar el terror entre las decenas de miles de familias que tienen a sus hijos alfabetizando, a fin de debilitar y frustrar el tremendo esfuerzo de la última etapa de la Campaña?
Este hecho confirma nuestra concepción revolucionaria, comprueba lo que sabemos, lo que sabemos que es una Revolución como cambio profundo, que es escuela de luchas profundas, que es profundo antagonismo de intereses de clases. Y nos enseña lo que otras veces hemos afirmado: que la Revolución es una lucha a muerte entre La Revolución y la contrarrevolución, y que en esa lucha o la Revolución extermina a los contrarrevolucionarios, o la contrarrevolución extermina a los revolucionarios. Nosotros, ustedes, y todos, sabemos que es precisamente la Revolución la que exterminará a los contrarrevolucionarios."
El horrendo crimen organizado por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos tenía el propósito de obstaculizar el éxito de la Campaña de Alfabetización, que concluyó el 22 de diciembre de ese mismo año en la Plaza de la Revolución, con el histórico discurso en el que el Comandante en Jefe Fidel Castro declaró a Cuba Territorio Libre de Analfabetismo.
Manuel Ascunce nació en Sagua la Grande, de donde se traslada a temprana edad con la familia para la capital, aunque al decir de su hermana Marilola, Manolito siempre añoraba las vacaciones para regresar a su ciudad natal a jugar pelota, a las bolas, cazar tomeguines a la orilla del río, y tirarse en yagua de los acantilados.
Muy joven ingresó en la Asociación de Jóvenes Rebeldes, y cuando se produjo la invasión mercenaria de Playa Girón, acudió de inmediato a su secundaria básica para hacer guardia y defenderla si las circunstancias lo requerían.
Durante la Campaña de Alfabetización no vaciló en separarse del hogar para marchar adonde fuera necesario. «Era apenas un niño —como dijera Fidel—, que además había sacrificado sus vacaciones, que llegaba allí, igual que otros 100 mil jóvenes, igual que otras decenas y decenas de miles de niños y de jóvenes, hijos, por supuesto, de decenas y decenas de miles de familias, muchos de ellos, la inmensa mayoría, hijos de la clase obrera.»
Julio López Blanco, quien fuera decano del Colegio de Maestros y responsable de las brigadas Conrado Benítez en la antigua provincia de Las Villas, recuerda los emotivos momentos que vivió hace 43 años en La Habana, durante el encuentro de nuestro Comandante en Jefe con los familiares de Ascunce en la funeraria donde yacían tendidos sus restos.
Rememoró también el imponente cortejo fúnebre, el 27 de noviembre, encabezado por el Jefe de la Revolución, lo cual coincidió con el aniversario 90 del fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina, en 1871.
En el Cementerio de Colón, el director del Hospital Militar Finlay, el doctor Nicolás Monzón Pérez (Pompi) —ya desaparecido—, natural de Encrucijada, hijo del médico comunista de igual nombre, expuso los resultados de la autopsia, según la cual a las víctimas las ahorcaron con alambres de púa.
Fidel pronunció las palabras finales, en las que señaló que Ascunce se convertía en un nuevo mártir de la educación y de la Patria.
El terrorismo perpretado por el Gobierno de los Estados Unidos en su desesperación por derrocar a la Revolución e impregnar el terror en el pueblo fue intento fallido, Actualmente siguen obsesionados con Cuba, pero jamás podrán impedir que trascienda el ejemplo de justicia y solidaridad a los pueblos del mundo.
Julio López Blanco, quien fuera decano del Colegio de Maestros y responsable de las brigadas Conrado Benítez en la antigua provincia de Las Villas, recuerda los emotivos momentos que vivió hace 43 años en La Habana, durante el encuentro de nuestro Comandante en Jefe con los familiares de Ascunce en la funeraria donde yacían tendidos sus restos.
Rememoró también el imponente cortejo fúnebre, el 27 de noviembre, encabezado por el Jefe de la Revolución, lo cual coincidió con el aniversario 90 del fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina, en 1871.
En el Cementerio de Colón, el director del Hospital Militar Finlay, el doctor Nicolás Monzón Pérez (Pompi) —ya desaparecido—, natural de Encrucijada, hijo del médico comunista de igual nombre, expuso los resultados de la autopsia, según la cual a las víctimas las ahorcaron con alambres de púa.
Fidel pronunció las palabras finales, en las que señaló que Ascunce se convertía en un nuevo mártir de la educación y de la Patria.
El terrorismo perpretado por el Gobierno de los Estados Unidos en su desesperación por derrocar a la Revolución e impregnar el terror en el pueblo fue intento fallido, Actualmente siguen obsesionados con Cuba, pero jamás podrán impedir que trascienda el ejemplo de justicia y solidaridad a los pueblos del mundo.
Julio López Blanco, quien fuera decano del Colegio de Maestros y responsable de las brigadas Conrado Benítez en la antigua provincia de Las Villas, recuerda los emotivos momentos que vivió hace 43 años en La Habana, durante el encuentro de nuestro Comandante en Jefe con los familiares de Ascunce en la funeraria donde yacían tendidos sus restos.
Rememoró también el imponente cortejo fúnebre, el 27 de noviembre, encabezado por el Jefe de la Revolución, lo cual coincidió con el aniversario 90 del fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina, en 1871.
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