Blogia
A mi Entender

Vivir del cuento: Un programa que merece otro empaque



“Pánfilo y Chequera”, personajes del programa humorístico Vivir del cuento

Todo parece indicar que a Ignacio Hernández (Nachi) le gustan mucho los programas de participación. De él fue la idea de Los amigos de Pepito, espacio que con Marcos García como conductor y bajo la dirección por tres meses de Gustavo Fernández-Larrea —y más un año del propio Nachi—, salió al aire los domingos por Cubavisión

En ese programa había competencias de aficionados al humor y con tal rasero, Nachi amasó Vivir del cuento, la propuesta humorística actual con mayor nivel de aceptación y gusto entre cubanas y cubanos. (*)

Vivir del cuentoQuienes recuerdan su nacimiento (septiembre del 2008), saben que en esa primera parte había competencias con dramatizaciones, de ahí que Omar Alí, un excelente actor con un diplomado de dirección, fungiera como codirector.

Al decir de Nachi “este nuevo proyecto tenía la complejidad adicional de mezclar las interpretaciones de los cuentos con una historia que se desarrollaba durante el transcurso de la competencia, por lo que los contendientes pasaban a ser personajes. Además del casting de los competidores, la selección del repertorio de los cuentos y la interpretación de los mismos, se adicionaba la historia que queríamos desarrollar. Los guiones serían más complejos y se requería de un trabajo más profundo en la dirección de actores”.

En ese entonces, numerosos guionistas —todos de calidad— se encargaron de engarzar las historias. Por ahí pasaron Baudilio Espinosa, Aleanis Jáuregui, Onel Peña, Carlos Torrens y Antonio Berazaín.

Pero como todo lo que nace crece, se impusieron las transformaciones lógicas del desarrollo: “La primera fue la inclusión de escenas en exteriores, a partir de detectar (en estudios cualitativos de investigaciones sociales) la necesidad que sentían los públicos de ver a los personajes intercambiando con su ciudad, con sus vecinos, viviendo las situaciones propias de la cotidianidad. La segunda y más notoria de las realizadas fue la decisión de abandonar la estructura o formato de programa de participación, con situaciones dramatizadas, para intentar aproximarnos a una comedia de situaciones. El mérito fundamental que considero tiene este cambio fue el paso orgánico, coherente desde el punto de vista dramatúrgico, de una estructura a otra, un domingo (entonces se trasmitía ese día, actualmente se transmite los lunes) terminamos la historia de la competencia y el próximo arrancamos con la comedia de situaciones. Esta decisión tuvo una causa: la escasa calidad de los contrincantes que se estaban presentando a los casting y por la necesidad que tenía el colectivo de realización de trabajar en una meta de mayor complejidad artística”.

Un viejo proverbio no sé si latino, dice que “el camino del infierno está impregnado de buenas intenciones” y creo que si no fuera por la participación de Luis Silva en Vivir del cuento, otra hubiera sido su historia. El personaje de Pánfilo es hoy en Cuba el más popular en su género con unos ingredientes que se compensan para hacer reír y pensar.

En una entrevista que concedió —hace mucho tiempo le pedí una y aún estoy esperando— el también profesor universitario dijo refiriéndose a Pánfilo: “existe en todas las personas de la tercera edad. Tiene de los viejitos que veo por la calle, no solo sus pensamientos, sus preocupaciones, sino los gestos, la manera de caminar. Yo conviví con familiares de esos años en mi casa, así que tiene un poco del carácter de mi abuela, de mis tíos abuelos, que se alteran, ‘cogen lucha’, pero son personas muy correctas. Fíjate que Pánfilo ‘lucha’ para ganarse un dinerito, pero lo hace desde su ética; no roba, ni estafa, ni arremete contra nadie; tiene una educación y es muy correcto. Pánfilo es una persona con cierta cultura, que ha leído; y me creé la historia de que le sabe a las matemáticas, porque trabajaba como contador público”.

Quizás por esas características, Silva ha expresado que “Pánfilo siempre ha dicho lo que ha querido. El tema puede ser fuerte o complicado; a veces son cosas para llorar, pero se les da el toque humorístico. El personaje ha caído bien porque no es grosero, ni tajante. Quien lo está mirando se identifica con él. El adulto, porque se siente su compañero y amigo, tiene los mismos problemas, la mismas reacciones; los hijos, porque ven a papá y a mamá… y los niños lo adoran, porque es el abuelito que tienen en casa. Quizá mañana yo haga un guagüero, o un vendedor de fritas y no logre esa empatía tan grande”.

Cuando le comento a Nachi que la presencia de Silva —Premio Caricato de Actuación 2012— fue lo que permitió una transición exitosa me dice: “La aceptación de Pánfilo era una certeza que nos daba confianza para asumir el nuevo reto, en la medida que fue pasando el tiempo los personajes fueron creciendo y ganando en simpatía. Somos un equipo bastante laborioso, estudiosos del género y vivimos permanentes debates acerca de las potencialidades del mismo; intentamos pulir los guiones y explotar las situaciones al máximo, mantenemos abierto el guión incluso en alguna medida hasta después de la voz de acción (siempre que las nuevas ideas sean enriquecedoras para el programa) tratamos de encontrar matices y sutilezas para criticar cualquier situación sin agredir a los públicos”.

“Pánfilo existe con su complemento Chequera (Mario Sardiñas) y un tercer personaje que inició Aleanis Jáuregui (Cary) y continuó Olivia Manrufo (Indira la de Bahía Honda), ellos y ellas serían los responsables del peso de los conflictos y situaciones a desarrollar en veintisiete minutos. En la actualidad ya no están ninguno de los dos personajes femeninos, pero no queremos sustituirlas, de algún modo permanecen abiertas sus historias en tanto se mantienen como figuras referidas”, agrega el director del exitoso espacio.

De todas formas Nachi me dice que, sin Pánfilo, “Vivir del cuento sería otro proyecto, él es el eje central de todas las situaciones y conflictos de cada historia. Se ha alcanzado un grado de fidelización del público con este personaje que algunos lo llaman “el programa de Pánfilo”, el espectador se ha encariñado con el personaje y lo espera cada semana para conocer en qué nueva aventura se va a ver envuelto. No obstante, Vivir del Cuento es Pánfilo, es Chequera, y a estas alturas me atrevería a decir que también es Facundo (Andy Vázquez). Son personajes que desde sus historias de vida representan a miles de cubanos, se han convertido en tipos pues resumen las virtudes y defectos de muchos. La figura y la contrafigura es una fórmula que tiene muchos años de historia y exponentes de calidad.

Creo que Pánfilo y Chequera han logrado un adecuado equilibrio y un alto nivel de simpatía .El hecho de que Chequera sea bien grande y corpulento, y Pánfilo más pequeño y delgado, genera a nivel visual un contraste que se puede aprovechar de disímiles formas para provocar situaciones simpáticas. Las diferencias en cuanto a caracterizaciones, código moral, metas y objetivos garantizan fuentes de conflictos permanentes, y a su vez, el aprecio y cariño que sienten el uno por el otro, los mantiene irremediablemente muy unidos”.

Antonio Berazaín, Iris Pérez, Olivia Manrufo, Miguel Moreno, Iván Camejo, Antonio Gutiérrez y Jaime Fort han sido los guionistas de esta etapa, aunque en la actualidad solo se mantienen escribiendo los dos últimos.

Durante una buena parte de esta última temporada hubo personajes invitados, pero ahora hay un elenco fijo: “En la comedia de situaciones es una norma la presencia de un elenco fijo, esto permite que los públicos se familiaricen con los personajes, persigue la fidelización del espectador con estos y con las situaciones que los rodean”, dice Nachi

Aunque aclara que: “No renunciaremos a la presencia de invitados, de hecho de aquí nacieron los que han quedado como fijos prácticamente (tomando en cuenta también su aceptación en los televidentes), por ejemplo Andy con sus personajes de Facundo, Aguaje y Bienvenido, Irela Bravo con su Cachita Caché, Wilber Gutiérrez (El carpintero Chacón); Aris Teresa —competidora de la etapa inicial de Vivir del Cuento— con su Evarista y Lázaro, con su Proscopito”.

Vivir del cuento ha devenido el mejor programa humorístico de la televisión cubana. Pánfilo es un personaje como un su época lo fueron Melecio Capote o Plutarco. Luis Silva ha modelado a un cubano de la tercera edad que sueña, se pelea con su mejor amigo, pero sobre todo que ha conseguido caminar entre el público que lo reconoce como parte de su entorno. Otro mérito: los cascabeles funcionan en su caso cuando usa el látigo de la crítica.

Ahora, aunque sin Pánfilo —centro del programa— ese sería otro proyecto, la dirección de actores, los guiones, la puesta en escena, la presentación y especialmente la despedida son un ejemplo de lo que se puede hacer en la TV.

Le pregunté a Nachi si estaba satisfecho con “el chapisteo” reciente de Vivir del cuento y su respuesta fue: “No, creo que podemos obtener mejores resultados. Hay varios factores que atentan contra este propósito: el hecho de tener que grabar un capítulo completo en aproximadamente seis horas; la poca profundidad de la escenografía, escasa funcionabilidad de los aforos que marcan los límites del exterior de la casa; algunos guiones que no llegan con el tiempo suficiente como para sacarles el máximo de partido, que el presupuesto sea el mismo aunque la obra haya crecido en complejidad (esto limita por ejemplo la contratación de un elenco de calidad), la pobreza de los elementos de ambientación que atenta contra la credibilidad del programa y las deficiencias en la técnica a emplear en las grabaciones, tanto las de estudio como las de exteriores”.

Como soñar no cuesta nada, le pregunto qué necesita para resolver esos problemas y su repuesta ni la pensó: “Un presupuesto que se ajuste a las complejidades de este proyecto, escenografía y ambientación con mayor calidad y funcionabilidad, equipo técnico fijo, estable, que conozca a profundidad el programa, condiciones técnicas que permitan mayor libertad a la hora de diseñar la puesta (mayor posibilidad de movimientos de los actores, sin que la sombra de los micrófonos se convierta en un personaje, la posibilidad de desmontar una cámara en estudio y utilizarla como cámara en mano); que cada especialidad cuente con recursos para enriquecer las historias (vestuario, maquillaje, ambientación) y finalmente (lo esencial) lograr un equipo de escritores que, de manera estable, puedan trabajar en colectivo para que el resultado de un guión sea el fruto de la búsqueda permanente de gags, situaciones cómicas, personajes e historias.”

Si la televisión aún está en un proceso de transformación y cada día necesita buscar más ingresos, ¿por qué no hacer por el empaque un Vivir del cuento de competencia? ¿Alguien cree que no tendría mercado por ser chistes muy cubanos y cotidianos? Pregúntenle a Carlos Ruiz de la Tejera si su monólogo de La guagua no es entendido y disfrutado en diferentes latitudes.

El agua tibia debe existir desde que un rayo rompió la transparencia de un río y lo calentó. ¿Por qué inventarla ahora? Si Vivir del cuento ha logrado una calidad en la comedias de situaciones, ¿qué impide inyectarle un poco de recursos para que sea mejor su factura y devenga producto exportable? ¿La ausencia de presupuesto? No lo creo, hay programas que se filman que no tienen la décima parte de la calidad de este espacio.

Cuba está cambiando, y la televisión no sólo debe cambiar para realizar mejores programas, sino para buscar ingresos, utilizando el propio talento que existe en ese edificio de 23 casi esquina a L, que, a propósito, grita por una reparación capital.

    (*)RESULTADOS DEL CENTRO DE INVESTIGACIONES DEL ICRT EN TRES MOMENTOS DEL 2013:

    Marzo 25

    Índice de teleaudiencia: 66,2%

    Índice de gusto: 93,0

    Abril 1º

    Índice de teleaudiencia: 66,3%

    Índice de gusto: 93,9

    Abril 15

    Índice de teleaudiencia: 67,4%

    Índice de gusto: 94,5

0 comentarios