Los continentes «permutan»
Muchos creyeron en un primer momento que se trataba de la Atlántida, esa hermosa ciudad con palacios de marfil, oro y plata que —según los relatos de Platón— se levantaba en la mitad del océano Atlántico, y que desapareció en apenas un día y una noche por un violento terremoto y un gran diluvio.
Pero no. El hallazgo de un equipo compuesto por geólogos de Noruega, Sudáfrica, Gran Bretaña y Alemania es muy real, y poco tiene que ver con leyendas de ciudades perdidas. Se trata de los restos de un pequeño continente prehistórico, oculto hasta ahora bajo una espesa capa de lava en el océano Índico.
Según un artículo publicado hace unos días en la revista británica Nature Geoscience, la franja de tierra — bautizada con el nombre de Mauritia— se encuentra a miles de metros de profundidad bajo las Islas Reunión (Francia) y Mauricio (República de Mauricio).
Al parecer el microcontinente estaba ubicado entre la India y Madagascar, desde la Era Precámbrica, cuando la Tierra aún no albergaba vida, hasta la era de los dinosaurios.
Pero, cuando la India comenzó a separarse de Madagascar, hace millones de años, hasta llegar a su posición actual, el microcontinente se fragmentó y desapareció bajo el océano.
El equipo de geólogos llegó a esta conclusión luego de analizar los granos de arena de lava de la playa de Isla Mauricio. Para sorpresa de los especialistas, estos contenían circones —cristales diminutos de silicato de circonio muy resistentes a la erosión—, con una antigüedad de entre 600 y 1 970 millones de años, que sugieren la existencia del antiguo microcontinente.
«Pudimos extraer cristales de circonio de la arena y este mineral es típico de la corteza continental. Son muy antiguos», explicó a BBC Mundo uno de los investigadores, el profesor Trond Torsvik, de la Universidad de Oslo, Noruega.
Al decir del experto, la ruptura de los continentes suele asociarse a erupciones, o sea, a burbujas gigantes de roca caliente que emergen desde capas más profundas, que ablandan las placas tectónicas y las fracturan.
Los cristales de circonio encontrados en la playa de Isla Mauricio, por tanto, son restos de material que emergió desde las profundidades de la Tierra hasta la superficie de la isla durante una erupción volcánica que tuvo lugar hace cerca de nueve millones de años.
Torsvik considera que pueden hallarse fragmentos de Mauritia a unos diez kilómetros de profundidad bajo la isla Mauricio y bajo un segmento del océano Índico. Y puede que existan muchos más continentes «fantasmas» sepultados bajo el mar.
Teoría de la tectónica de placas
Pese a que varios geólogos en el mundo defendieron la idea del desplazamiento en gran escala de los continentes, no fue hasta principios del siglo XX que un meteorólogo alemán, Alfred Wegener, reunió pruebas empíricas suficientes para demostrar que las masas terrestres formaron en el pasado geológico una única e inmensa masa continental: Pangea.
La hipótesis de Wegener, conocida como Teoría de la deriva continental, fue en un principio tomada a broma y subvalorada por sus colegas. Finalmente, 50 años más tarde, fue tenida en cuenta, tras desarrollarse la teoría de la tectónica de placas, que explicaba de manera precisa las causas del movimiento de los continentes.
Según esta teoría, la corteza terrestre está compuesta al menos por una docena de placas rígidas en continuo movimiento. Estos bloques descansan sobre una capa viscosa de roca caliente y flexible, denominada astenosfera, que fluye lentamente.
Si bien los expertos no han logrado determinar con exactitud cómo interactúan estas dos capas, se piensa que el movimiento del material espeso y fundido de la astenosfera fuerza a las placas superiores a moverse, hundirse o levantarse.
Europa se «mete» bajo África
Si algunos piensan que el desplazamiento de los continentes es cosa del pasado, deberían saber que las placas tectónicas no han detenido su lento movimiento, y que el mapa del futuro podría resultar muy distinto.
Algunos científicos afirman que el continente europeo podría estar comenzando un proceso de subducción que lo llevaría a ubicarse por debajo de la placa africana.
Durante muchos millones de años, la orilla norte de la placa tectónica africana había descendido por debajo de la europea. Al decir de los expertos, esta lenta convergencia de pocos centímetros por año se obstruyó de forma parcial debido a un choque de las dos placas en el Este, en Turquía. Luego comenzó a invertirse, porque la masa continental africana es muy ligera para continuar hundiéndose bajo la europea.
Todo parece indicar que los pedazos de la placa africana que entraron bajo Europa se rompieron y para llenar esa cavidad partes de la placa euroasiática han descendido por el Mediterráneo; tal es el caso de las islas Baleares, Córcega, Cerdeña y Creta, explicaron geólogos, según la publicación ABC.
Si en realidad esta tendencia se mantiene, conduciría al comienzo de una nueva zona de subducción, puntualizaron los investigadores, quienes basan esta suposición en un análisis de la historia y estructura geológica del mar Mediterráneo.
«Es posible que en una escala de tiempo apropiada, estemos siendo testigos del comienzo de la subducción de Europa bajo África», dijo a la BBC el investigador Rinus Wortel, de la Universidad de Utrecht.
Tendremos otro pangea
Científicos de la Universidad de Yale, Estados Unidos, afirman que América y Eurasia chocarán en el Polo Norte y se unirán dentro de 50 o 200 millones de años, formando un nuevo continente que ya tiene nombre: Amasia. Luego se unirán África y Australia, formando un «supercontinente» que se denominará Pangea.
Lo que los investigadores de Yale han intentado hacer con un reciente estudio es predecir cuándo y dónde se formaría Amasia, basándose en la historia de los continentes que lo preceden.
«Estamos familiarizados con el concepto de Pangea, pero no hay muchos datos convincentes para determinar cuál sería la forma del supercontinente», explicó Ross Mitchell, uno de los especialistas de la Universidad de Yale.
«En nuestro modelo, América del Norte y América del Sur se unirían al cerrarse el mar Caribe y el océano Ártico; de ahí se produciría la conexión entre las Américas y Asia», enfatizó.
El análisis de datos magnéticos guardados en rocas alrededor del mundo, que revelan la orientación magnética de las rocas en épocas pasadas, ha sido clave para la predicción de la ubicación de Amasia.
«Las rocas antiguas, sean de lava fría o roca sedimentaria solidificada, guardan su orientación magnética», explicó Ross Mitchell.
«Pero si bien esto indica la latitud con mucha precisión, no hemos tenido indicadores de longitud. Hemos encontrado que después de que cada supercontinente se reúne, este se somete a una serie de sucesivas idas y venidas alrededor de un eje estable en el Ecuador», puntualizó.
Origen del nombre de los continentes
Las opiniones más extendidas sugieren que Europa podría provenir de la composición de dos palabras griegas, una de las cuales significa ‘ancho’ y la otra, ‘vista, ojo’. Otros lingüistas piensan que se remonta a la palabra semítica ereb, que significa «ponerse el sol».
Los más románticos afirman que el calificativo se debe a una ninfa llamada Europa, de gran belleza, que despertó el amor de Zeus, dios del Olimpo, quien se transformó en toro para poder raptarla y llevársela consigo a Creta.
La palabra «Asia», por su parte, proviene del griego y es atribuida al historiador Heródoto, que la usó para referirse a la península Anatolia y luego a las tierras del imperio persa.
Otros sugieren que hace honor a la diosa Asia, deidad oceánica fruto del matrimonio entre Océano y Tetis, madre de las fuentes y los ríos.
El origen de «África» tampoco está muy esclarecido. La palabra podría provenir del griego compuesta por a (sin) y rhrigos (frío). Es decir, que significa «sin frío». Otra posibilidad es que derive de la palabra aphros, que en griego sería ‘espuma’. Por tanto, la etimología de África puede ser algo así como «donde el mar hace espuma».
América, en cambio, es el más conocido. Se sabe que ese nombre hace referencia a Américo Vespucio, un navegante de origen florentino. Si bien fue Cristóbal Colón el que descubrió el continente americano, fue Américo quien se dio cuenta de que ese territorio en realidad no pertenecía a Asia, sino a un nuevo continente.
Oceanía proviene de la palabra Oceanía, de la mitología griega, que se refería a las ninfas protectoras de los arroyos, fuentes... y tenía el significado de ‘hijas de Océano’.
Asimismo, el origen del nombre «Antártida» tiene su nacimiento en un vocablo griego (arktikos), que se traduce como ‘de la osa’, y que hace referencia a la Osa Polar que señala el Polo Norte. El contrario de esta palabra (antarktikos) significa ‘opuesto a la osa’, y sirve de inspiración para bautizar este continente.
Juventud Rebelde
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