Descemer Bueno: Una frase me conduce a la canción
Escrito por Yimel Díaz Malmierca y Ariadna Andrea, estudiante de Periodismo/ especial para CubaSí
El destacado cantautor cubano ofrece este miércoles un concierto en el teatro Mella. En entrevista exclusiva nos habla de sus preferencias musicales, sus referentes, su historia personal y sus planes…
Descemer Bueno es un auténtico hijo del barrio de Belén, de la Habana Vieja. Su profunda cubanía viene de allí y transpira en sus canciones.
Instrumentista, compositor, arreglista, productor, su nombre aparece vinculado a la carrera de cantantes de gran popularidad. Varios de sus temas se han convertido en hits internacionales, como Cuando me enamoro, interpretado por Enrique Iglesias y Juan Luis Guerra. Pero junto a esta fama, ha crecido también su necesidad de regresar y fortalecer los vínculos con Cuba y su gente.
—¿Cuál instrumento usas para componer?
—La guitarra, pero solo la uso para los acordes y guiarme armónicamente. Estudié muchos años guitarra clásica, pero en realidad no me gustaba. Justo el día que me gradué me corté las uñas y seguí tocando el bajo que es lo que me gusta.
"También toco un poco de acordeón y tablas, un instrumento de música clásica hindú que me gusta mucho. Con el piano tengo una vieja frustración que viene de cuando me suspendieron en la primera vez que me presenté para estudiar música, tenía como seis o siete años".
—¿Por qué prefieres el bajo?
—El bajo fue como un desafío para mí porque Felipe Cabrera, el bajista de Gonzalo Ruvalcaba, me dijo que lo olvidara, que siguiera con la guitarra. Eso fue un reto que me exigió estudiar muchísimo, finalmente conseguí estar a la altura de la competencia que era dura en ese momento.
"El bajo es como el arquitrabe de la banda, lo toqué en el grupo de Santiago Feliú y luego en Columna B. Ahora lo uso para acompañarme".
—Algunos aseguran que no permaneces mucho tiempo en el mismo lugar. ¿Les darías la razón?
—Sí, soy como esos taínos que recorrían el Caribe sin saber muy bien a dónde pertenecían. Me siento muy bien en esta zona, ir a Dominicana o a Puerto Rico es como estar en casa. También me hubiera gustado quedarme más tiempo en África, poder ir y volver constantemente. Esa es mi verdadera “madre patria” aunque España significa mucho para mí. También Nueva York y La Habana que será la capital del mundo en cualquier momento.
—¿No te parece exagerado decir tal cosa?
—No, La Habana tiene algo que ahora mismo le falta a Nueva York, Madrid, Barcelona. Lo tuvieron y lo perdieron. Llevo casi ocho años entrando y saliendo de La Habana y he visto su proceso de crecimiento cultural y social. Esta es una ciudad amena con mucha actividad. Su mundo nocturno es muy sano comparado con otros lugares. Y en lo arquitectónico, quizás la solución sería tumbar algunas cosas y hacer otras nuevas.
—Naciste en la Habana Vieja y siempre retornas a ella ¿Cómo describes esa relación?
—Desde pequeño participé en las actividades de la Casa de la Cultura de La Habana Vieja y realmente debo agradecerles mucho a los profesores de música, danza y artes plásticas. Fue una experiencia inolvidable que me permitió conocer gente que luego me he seguido encontrando a lo largo de mi vida, es linda esa experiencia de haberme cruzado con ellos en la niñez y que me acompañen todavía.
"La vida en la Habana Vieja es fuertísima pero armónica. Yo crecí en ese ambiente social que no es exactamente violento, pero tampoco es rosa".
—En algún momento parecías muy apegado al movimiento del hip hop, luego al jazz, ahora hay como un regreso al bolero, a la canción más trovadoresca. ¿Qué sucedió por el camino?
—Empecé a buscar por muchos afluentes. Durante un tiempo no sabía si cantar o no. Trabajé en el disco de Yerba Buena con Andrés Levin y Xiomara Laugart, allá por el 2002 o 2003, y aunque finalmente quedé fuera como interprete, dejaron mis canciones. En el 2005 hice Siete Rayos con Universal y ahí intenté desarrollarme en el rap. Eran tiempos en el que el reguetón venía sonando fuerte y las empresas empezaron a contratar artistas del género. Esos cantantes tenían mucho dinero para sobornar a quien fuera, pagar la radio, la televisión y yo no podía, así que pedí una especia de “liberación” a la disquera y me la dieron.
—Temas tuyos han sido interpretados por Enrique Iglesias, Juan Luis Guerra, Luz Casals, Talía, Noelia y otros. ¿Cómo se da esa relación con artistas famosos a nivel internacional, qué lecturas has sacado de ese vínculo con el “mercado puro y duro” de la música?
—Ellos están buscando una canción que los mantenga en su estatus. Muchos caen por la falta de repertorio. Es ahí donde entran las publicadoras (publishes) de las compañías discográficas que contratan compositores para cubrir la demanda de canciones. Los creadores, como yo, firman con una publicadora, o con varias, por determinado tiempo y reciben unas listas de los artistas que están buscando temas. Luego los cantantes escogen de entre las canciones que reciben y muchas veces sucede que nunca llegan a conocerse el intérprete y el autor, así me sucedió con Thalia y con Noelia, por ejemplo.
—¿Te gusta ese tipo de trabajo desprendido? ¿Es cómodo trabajar así?
—Sí, tengo poco attachment como se dice, y también va con mi timidez.
—Has compuesto música para cine y series televisivas y muchos temas. ¿Prefieres la seguridad de un trabajo por encargo o la ansiedad por aparecer en las listas de éxito?
—A mí me gusta todo. El trabajo para cine lo hago porque lo disfruto pero no es bien pagado. Me complace que las personas vean la película y escuchen mi música. Al público no le interesa si te pagaron o no, es a su corazón a donde quiero llegar.
—¿Cómo ha influido el jazz en tu actual carrera musical?
—El jazz fue otro de mis retos. Yo no estaba tan metido en eso como Robertico Carcacés o Dafnis Prieto, dos de los que también fueron fundadores de Columna B, aquel grupo con el que impresionamos a los jazzistas de Estados Unidos. Los que nos escuchaban decían: “Ellos son jazzistas, pero tú no, tú eres un rock star”. Ahora entiendo que se estaban anticipando a lo que sucedería después en mi carrera, pero en aquel momento me sentí un poco acomplejado. Fue con Columna B con quien empecé a lanzarme para cantar algunas cosas, pero nunca imaginé que terminaría cantando mi música
—Hace unos años reconocías ser mejor compositor que cantante, te satisfacía que la gente identificara tus canciones aunque no a ti. Luego comenzaste a cantar tus propios temas. ¿Qué cambió, que te hizo “desinhibirte”?
—Le sigo dando mis canciones a la gente, pero ya no dedico tanto tiempo a la producción. El productor que compone siempre trata de colocar sus canciones pero en estos momentos siento que puedo lograr cosas como intérprete.
—Has viajado y residido en varios lugares del mundo: Nueva York, Los Ángeles, California, Barcelona ¿Qué ciudad, qué gente te ha aportado más como ser humano y como músico?
—Las ciudades que me han marcado son Nueva York, Barcelona y La Habana. Nueva York es muy intenso y cosmopolita, es rica musicalmente, allí conviven muchos estilos y me permitió conocer gente diversa. En Barcelona conocí músicos árabes y africanos. Allí hice un grupo con X Alfonso y cantábamos a dúo. Todavía hay gente que me reconoce y cuando voy me reencuentro con mi público. Pero de todas, prefiero La Habana, esta es mi casa.
—¿Existe algún tema, suceso, circunstancia o persona a la que debes una canción?
—Sí, a muchas cosas. Yo he compuesto muchas canciones para personas que la gente no conoce. Por ejemplo Tus luces, o todas las del disco Sé feliz que las escribí cuando estaba enamorado y casi todo gira alrededor de eso.
"A veces una frase sencilla evoca una historia y me lleva a hacer una canción. Cuando hicimos Ser de Sol, por ejemplo, yo tenía una situación vital para mi. Hablé con Israel Rojas (Buena Fe) de mi idea y ahí nació la canción. Él es uno de esos compositores certero con las ideas. Otros trabajan a partir de un acorde, como me pasaba antes a mi, que luego hacía lo posible por llenar los espacios. Ahora es una frase lo que me conduce".
—Bis Music ha licenciado tu disco para Cuba ¿Lo venderán en el concierto del día 26?
—Bueno salió con EMI en los Estados Unidos algo con lo que no contaba pero que sucedió. El territorio de Cuba es independiente y virgen para esas disqueras por las prohibiciones del bloqueo, pero aunque no lo fuera, sería un absurdo privar a mi mercado natural de un disco que además está demandando, así que allí estará.
"En ese concierto se grabará lo que después será mi primer DVD. La escenografía es de René Francisco (Premio Nacional de Artes Plásticas). Luis Najmías es el director. Enrique Carballea, el productor por mi parte y Mayra María García, por Bis Music.
"En escena me acompañarán Israel Rojas, Baby Lores, Hayla Mompié; Alain Daniel; Santiago Feliú; Xiomara Laugart; Luna Manzanares; Jorge Villamizar, de Bacilos; Omar Hernández; Kelvys Ochoa y los instrumentistas Harold López Nussa; Rodney Barreto; Yaroldy Abreu; William Roblejo, que será parte de un cuarteto de cuerdas; y los coros que son excelentes".
—Hay una generación de músicos cubanos que vivió un tiempo fuera de Cuba, pero que mantuvieron una relación con la isla como si existiera un cordón umblical. Entre ellos se ha dado un regreso a la música cubana de la primera mitad del siglo XX. ¿Es agotamiento o nostalgia?
—Es cierto, algunos hemos tenido la iniciativa de volver a nuestro público natural y hacer una búsqueda de la música cubana para enriquecerla y fusionarla con elementos de otras culturas como la española, francesa, africana. Entre ellos están Raúl Paz, David Torrens, Kelvis Ochoa, Raúl Torres y otros.
"Eso tiene un poco de añoranza pero también de gratitud, es como si fuéramos guardianes de esa parte de nuestra cultura que es la música. Existe una especie de acuerdo entre todos para identificarla como nuestro paradigma y la consigna sería Por la música, a partir de un compromiso bien espiritual que no implica que estemos “sindicalizados”.
"Ha sido duro. Hemos sido muy criticados. Este año, por ejemplo, cuando estuvimos con Havanazation, en Miami, salieron blogueros de muchas partes del mundo que nos criticaban de forma fea, Zoe Valdés entre ellos. Era gente de espíritu recalcitrante que no entiende que uno regrese a identificarse con su pueblo. Yo a eso le llamo “arrastre de plastilina”.
"Nosotros somos músicos y el público de Cuba es super especial, lindo, pero también duro, sincero. Si un artista no le convence, aunque le preceda la mayor fama, se levanta y se va. Aquí hay diletantes de muy alto nivel cultural, exigentes, y eso es parte de esa relación recíproca que mantenemos con la Isla".
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