La Medicina del amor
La paciente Miriam López Cepero aguardaba ansiosa a su doctora en la sala de Medicina del Hospital General Docente Mártires del 9 de Abril en Sagua la Grande. “Ella me ayuda a sentirme mejor. Hace algún tiempo me atiende”, expresa emocionada esta abuela que a pesar de sus dolencias dice sentirse bien.
Lourdes María Basanta Marrero, especialista en Medicina interna es la querida doctora. Una mujer muy afable, que da y recibe ese amor que requiere una persona enferma de más de 60 años. “Con oírlos, darles cariño se sienten mejor”,afirma con voz pausada la especialista.
Desde 1991, año en que se graduó en esta especialidad atiende a enfermos en las salas de Medicina y Geriatría, esta última habilitada con 12 camas e inaugurada recientemente en el Hospital local.
Lourdes imparte docencia a alumnos ayudantes del 3er año de la Medicina. Al igual que su esposo, el doctor Luis Freire, integró el primer contingente Carlos J. Finlay y ambos se inclinaron por la misma especialidad.
Su también compañero en la vida es Jefe de Servicios de atención al paciente grave en la institución de salud hace más de 5 años.
La Medicina interna es la madre de las Ciencias Médicas, manifiesta este hombre de alta estatura, andar apresurado y de un trato exquisito, como el que ofrece a sus pacientes.
“Es complejo el trabajo en esta sala, pues los pacientes se encuentran en peligro inminente de muerte, pero tratamos siempre de dar lo mejor de nosotros. Conjuntamente con todo el equipo multidisciplinario discutimos los casos. Somos 3 los especialistas en Medicina Interna que laboramos en este Servicio de atención al paciente grave.”
En las dos salas de terapia intensiva existen requerimientos. Una vez concluida la entrevista médica no se puede emitir criterios del estado de los pacientes, recalca el galeno y añade que el personal de Enfermería es muy capaz, complementa las indicaciones del médico.
Estas áreas disponen de climatización y ello contribuye a optimizar sus condiciones. Ambas tienen una capacidad total de 14 camas. De ellas 4 se encuentran en terapia intermedia y 10 en intensiva.
“No es una limitante la edad, hay pacientes ingresados de 93 y hasta 97 años y el mayor anhelo es salvarlos. Hacemos todo lo que esté a nuestro alcance, es como una satisfacción espiritual, sentimos el agradecimiento de los pacientes”.
En casa analizan, confrontan criterios en torno a los pacientes. Es una prolongación de nuestro trabajo, se complementa la evaluación de una determinada patología.
El hijo mayor de los doctores Lasanta y Freire, Luis Daniel, estudia Medicina. Su hermano Carlos Luis, el menor, también siente inclinación por esta profesión.
La pareja formada por los doctores Luis y Lourdes afirma que si volvieran a nacer serán médicos y la especialidad que seleccionarían, obviamente, la de Medicina Interna, porque los ancianos son frágiles como pétalos de una rosa. No tienen familiares en muchas ocasiones y son personas de edad avanzada y para atenderlos hay que aprender a sentir y quererlos como una familia.
Por eso, cuando se esfuma la vida no es extraño ver lágrimas brotar de los ojos de Lourdes y Luís. Estos galenos reafirman que la medicina ideal para quienes requieren atención geriátrica se logra con la nobleza y el amor.
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