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A mi Entender

Casablanca, 70 años en la historia del cine

casablancaPor Milagros Martín-Lunas

El óxido del tiempo habrá hecho mella entre el negativo, pero no ha podido arruinar su historia. ‘Casablanca’ seduce desde el primer fotograma. El instituto de Cine norteamericano (AFI) la consideró como la mejor película del siglo después de ‘Ciudadano Kane’ (1941) y desde entonces ha crecido como una película de culto.

Este lunes, 26 de noviembre, ‘Casablanca’ cumplirá 70 años y TCM ha preparado una programación especial en la que se emitirá una y otra vez el filme, dirigido por Michael Curtiz en 1942, trufado con una serie de reportajes sobre los entresijos del rodaje, la historia y sus intérpretes. Al final del día, Casablanca no tendrá secretos para el espectador.

Siete décadas después de su estreno, cuesta creer que todos los que pasaron por el rodaje creían que se encontraban trabajando en el fiasco del año. ‘Casablanca’ perdura en la memoria y, quizá, el motivo de su inmortalidad sea que no se trata de una película al uso. Por su guión pululan una historia romántica, el cine negro de la época, un ‘thriller’ inquietante, incluso posee rasgos de película bélica. Memorable el momento en el que todo el bar de Rick entona la Marsellesa.

Este maravilloso combinado es el resultado del trabajo de su productor, Hal Wallis, que fue capaz de reunir a los mejores guionistas, cada uno especializado en un estilo, y mezclarlos en una coctelera de lujo.

‘Casablanca’ se basa en la obra teatral ‘Todos vienen al café de Rick’ (’Everybody comes to Rick’s’) de Murray Burnett y Joan Alison, obra que nunca fue puesta en escena. Wallis pagó 20.000 dólares por los derechos de adaptación (la cifra más alta que se había ofrecido hasta entonces, sobre todo por una obra no estrenada).

Los fanáticos de esta película la definen como un “afortunado accidente”. Ellos saben que el trío de ases que protagonizó la historia (Humphrey Bogart, Ingrid Bergman y Paul Henreid) no fue nunca la primera opción. Se barajaron nombres como el de Ronald Reagan (sí, el ex presidente de EEUU) para el papel de Rick; Ann Sheridan, Hedy Lamarr y Michèle Morgan, para el de Ilsa y Dennis Morgan o Joseph Cotten como posibles Victor Laszlo. Reparto que está claro no habría llegado a las cotas de genialidad que alcanzó el definitivo.

El rodaje arrancó el 25 de mayo de 1942 sin un final decidido. Nadie sabía con quien se iba a quedar Ilsa. Esa incertidumbre puede que influyera en la interpretación de la sueca, durante todo la historia ella parece navegar en un mar de dudas, sin saber si va o viene, reflejando su lángida y distante mirada en el rostro de Rick.

Mientras que en la obra de teatro Rick deja escapar a Ilsa con Laszlo y se entrega a las autoridades. En plena Guerra Mundial Wallis no quería un final tan gris para su protagonista. Basculaba entre dos: Rick promueve el escape de Ilsa y Laszlo y muere o se produce un enfrentamiento, Strasser mata a Laszlo, Rick mata a Strasser y se queda con Ilsa. Ninguno le sedujo y encargó que retocaran el final. De ahí el desasosiego, el recelo y la indecisión de los actores.

Como todo un buen trío que se precie, la relación entre los protagonistas se partió por un vértice, en este caso por el de Paul Heinreid. Mientras Bogart y Bergman rezumaban química (a pesar de rodar los planos sobre unos ladrillos para salvar los centímetros que la actriz le sacaba al protagonista de ‘El halcón maltés’), el actor austriaco calificaba a su oponente masculino de “actor mediocre” y Bergman bautizaba a Henreid de “prima donna”.

(Tomado de El Mundo)

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