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A mi Entender

¿Qué propaganda compensa la imagen de cuatro niños muertos?

Por Iñigo Sáenz de Ugarte

Los ataques aéreos israelíes están golpeando indiscriminadamente a los niños de Gaza. Foto: Reuters.

Los ataques aéreos israelíes están golpeando indiscriminadamente a los niños de Gaza. Foto: Reuters.

Así ha quedado una vivienda en el norte de ciudad de Gaza atacada por la aviación israelí. Bajo los restos de esos escombros se encontraban los cadáveres de diez personas, todas o casi todas pertenecientes a la familia de Yal Dalo, identificado como miembro de Hamás. Según el Ejército israelí, el objetivo del bombardeo era Yihya Abiya, dirigente de la milicia armada del grupo islamista y presunto responsable de los ataques con cohetes.

Cuatro de los muertos son niños y tres mujeres.

Todos los comentarios sobre los primeros intentos de conseguir un alto el fuego han quedado borrados por la mayor matanza desde el inicio de la operación. Ehud Barak, ministro de Defensa, se juega su futuro político a dos meses de las elecciones. Netanyahu necesita un resultado que pueda presentar como victoria, aunque todos saben en Israel que no hay ninguna posibilidad de aniquilar a Hamás, ni desde el punto vista militar ni del político.

Los dirigentes de Hamás juegan con la ventaja de pisar un terreno conocido. Sobrevivieron a la ofensiva de 2009 y esperan hacerlo en esta. Es probable que estén en lo cierto los comentarios que ven en la respuesta del Gobierno de Gazauna victoria del Hamás de Gaza sobre la dirección en el extranjero, que abandonó Siria y que en su mayoría está ahora en Qatar. De ahí el lanzamiento de cohetes por encima de su alcance lógico, en dirección a Jerusalén o Tel Aviv, como golpe propagandístico. No importa que no tengan ninguna posibilidad de alcanzar su objetivo, sea cual sea, en especial, en especial si les quitan la carga explosiva para aligerarlos de peso y que puedan llegar más lejos.

Desde 2009, Hamás se ha ocupado de controlar la mayor parte de los intentos de otras milicias de atacar Israel con cohetes. Pero nunca tienen problemas en adoptar un lenguaje de guerra y ponerlo en práctica.

Todas estas consideraciones pierden valor ante la terrible imagen de los cadáveres de cuatro niños. No hay propaganda que pueda compensar ese impacto ni Estado que pueda afirmar que matar niños es una respuesta proporcionada de autodefensa. Con independencia de quién sean familia, ellos y centenares de miles de palestinos de Gaza no tienen dónde ir. Una operación militar que lleva un nombre inspirado en un versículo de la Biblia sólo puede parecer en estas condiciones una represalia ciega e indiscriminada.

Como decía la viñeta de Manel Fontdevila, ¿víctimas civiles?, ¿qué víctimas civiles?

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