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EE.UU. prohíbe a sus ciudadanos viajar a Cuba «para bailar y tomar»

Turistas de habla inglesa  llegan a Cuba   proedentes de Jamaica en el crucero Turistas de habla inglesa llegan a Cuba proedentes de Jamaica en el crucero "Braemar" Archivo

Washington no permite el libre turismo a Cuba, mientras las autoridades cubanas sí permiten a los norteamericanos visitar la Isla sin obstáculo ninguno.

Mientras Cuba realiza una reforma integral de sus leyes migratorias, que autorizan a sus ciudadanos a viajar libremente a cualquier parte del mundo, la policía política del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, la OFAC, controla el número de permisos de viajar a Cuba que otorga para asegurarse de que los norteamericanos no vengan a la Isla para «bailar y tomar».

Lo confirma El Nuevo Herald —el moribundo vocero de la mafia de Miami—, que asegura que la OFAC «eliminó un cuello de botella» en los llamados «viajes pueblo a pueblo» a Cuba, concebidos para convertir en instrumento de propaganda política las visitas de ciudadanos estadounidenses a Cuba.

El «cuello de botella» fue «provocado por quejas de demasiado baile y bebida en la isla», revela un artículo firmado por el exanalista CIA Juan O. Tamayo.

La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), del Departamento del Tesoro, verdadera Gestapo económica que hace cumplir las innumerables sanciones estadounidenses contra Cuba, confirmó al periódico que «apretó» aún más estrictamente sus regulaciones como resultado de las quejas.

Los norteamericanos —con excepción de los cubanoamericanos, sometidos a reglas diferentes— no pueden viajar a Cuba salvo con permiso de la OFAC y en el marco de viajes «educacionales», en grupo, con programas e itinerarios preestablecidos.

«Procesamos sistemáticamente todo el tiempo las solicitudes pueblo a pueblo», dijo al periódico Jeff Braunger, director del programa de la OFAC para Licencias de Viajes a Cuba, confirmando el carácter político de la operación.

Sin embargo, el funcionario confirmó que las demás solicitudes de licencias pueden «requerir un tiempo importante», lo que atribuye «a varios factores», sin precisar cuáles.

Inventados y autorizados por el Congreso en 1992, los llamados «viajes pueblo a pueblo» deben «fomentar interacciones significativas» entre visitantes estadounidenses y los cubanos, en el marco de las políticas injerencistas de desestabilización que promueve EE.UU. desde hace medio siglo contra la isla.  

«El presidente George W. Bush los suspendió en medio de quejas de que los visitantes de EE.UU. bailaban demasiada salsa y tomaban demasiados mojitos», hasta que los reinicia, con un propósito exclusivamente político, Barack Obama a comienzos del 2011. 

El año pasado, el senador cubanoamericano ultraderechista Marco Rubio denunció que un grupo de norteamericanos fue a un concierto por el 85 cumpleaños del líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, y obtuvo de la OFAC la promesa de aplicar regulaciones aún más estrictas.

La mafia cubanoamericana de Miami, que impone sus conceptos retrógrados a las sucesivas administraciones de EE.UU., sostiene que las visitas a Cuba, incluso las de ciudadanos de origen cubano interesados en visitar su familia, «llenan los cofres del gobierno comunista», que usa los viajes «para su propaganda» o para el «adoctrinamiento» de los visitantes.

Washington no permite el libre turismo a Cuba, mientras las autoridades cubanas sí permiten a los norteamericanos visitar la Isla sin obstáculo ninguno.

En virtud de la reforma de sus leyes migratorias, Cuba permite a sus ciudadanos visitar cualquier país del mundo, sin otra restricción que la emisión de las correspondientes visas por las autoridades de estas naciones.

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