Londres 2012: Asley se quedó a un paso de la gloria
Cada oportunidad en la vida es única. Nunca se sabe si los momentos gratos podrán repetirse. Para los deportistas esto representan los Juegos Olímpicos. Participar, hacerlo bien, buscar medalla, ser campeón. Eso lo sabía Asley. Vivir ese instante mágico, soñado. Donde se deja la vida. No hay un antes ni un después. Solo existe el presente. Y los segundos corren, y las centésimas cuestan. Y es el ahora por el ahora.
Salió al tatami dispuesto. Su contrario no tenía un gran aval -ahora me cuesta pensar qué es peor- y seamos realistas: muchos pensamos que aquí llegaría la primera dorada. Tal vez un poco pasivo -víctima de la edad o del momento- entró al combate. Pagó por ello, shido. Cobró confianza. Uno, dos… tres ataques. “Está bien”. Amonestación para su rival por pasividad.
Yo te agarro, tú me agarras. Me barres y te barro. Tienes deseos, yo también. Luchemos entonces. Fue un “dual meet” parejo. Con disposición. Ansias de triunfos por ambos lados. Lástima que la gloria, a poco de preguntar quién tocaba a su puerta, nos cerró el paso. Segundos transcurrieron para que, en técnica de oro, este semidesconocido coreano, Dae-Nam Song, triunfara.
No importa la técnica ni la acción. Monarca merecido, el asiático nos cerró la garganta. Y de paso frenó ese grito de gloria, de felicidad, de decir: “al fin, hoy fue nuestro día”.
Y de repente Asley lloró. Sabía que había perdido ese instante mágico, soñado. Donde no existía un antes ni un después. El waza-ari más sufrido. El más llorado. El oro soñado se escapaba de las manos. A Asley, y junto a él a todos nosotros, que habíamos soñamos con su instante mágico.
0 comentarios