Un hombre serio que hace reír
Tomado de verbiclara
Adalberto Linares, o simplemente Linares, su firma artística, es tremendo dibujante, caricaturista y pintor. Me alegra muchísimo que su quehacer se haya reflejado en el periódico Trabajadores, gracias a la reportera Alina Martínez Triay:
Pertenece a la “tropa” del suplemento humorístico más dulce de Cuba: Melaíto
No llega a ser como el famoso actor del cine mudo Buster Keaton, a quien le endilgaron el mote de Cara de piedra, por su inexpresividad, pero sin dudas a muchos les debe llamar la atención que un humorista y además cubano, como Félix Alberto Linares Díaz, tenga una apariencia de hombre serio y de sonrisa tímida.
¿Acaso es por influencia del rostro aparentemente adusto de su colega y jefe, el tan conocido líder de la tropa de Melaíto Pedro Méndez? Sin embargo es solo una primera impresión. Tanto uno como otro y en general los integrantes del dulce suplemento humorístico del periódico villaclareño Vanguardia, son ocurrentes artesanos de la risa que hacen con el pincel más grata la vida de sus coterráneos.
Converso con Linares en el más inusual de los escenarios, en plena calle, frente a una gran pared donde caricaturistas de la provincia e invitados de otros territorios se enfrascaban en la creación de un gran mural como saludo al aniversario de la publicación. Él, vistiendo un viejo pulóver, “pintado” para la ocasión, y estimulado por un trago del ron con que los artistas allí convocados acicateaban la inspiración, fue respondiendo mis interrogantes.
Empezamos por el comienzo, por cierto bastante peculiar.
¿Cómo “nació” el caricaturista Linares?
Desde la infancia me gustaba dibujar, mi papá, ya fallecido guardaba mis dibujos, pero no pude realizar mi vocación hasta el Servicio Militar. Yo era mecánico de aviones MIG, había que entregar un informe y en la carátula del file se me ocurrió dibujar un avión. En la Sección Política se interesaron, me llevaron ante el Jefe de la Brigada aérea a quien le gustaba la pintura y él me dio la oportunidad de estudiar en la Escuela de Arte Leopoldo Romañach, de la provincia. Allí conocí a algunos de los que serían después mis colegas en el Melaíto.
Cuando me faltaba poco para pasar a la vida civil, Pedro Méndez me dijo: tu mesa de dibujo está aquí, tu plaza te está esperando. La disyuntiva era quedarme de monitor de dibujo en la escuela o ir a Melaíto y me decidí por el humor.
¿Fue difícil para el pintor dedicarse a hacer humor?
Para ser sincero no sabía si iba a dar la talla como humorista, pero Panchito, uno de mis colegas, cuando vio un chiste que dibujé en el que un músico tocando el violoncelo lo partía en dos con un serrucho, me dijo que eso era humor, y su opinión me dio confianza.
¿Crees que has conquistado un puesto en el gusto popular?
El premio mío es cuando publico algo comprobar la respuesta de la gente en la calle, un premio en un concurso es bueno pero el mejor es cuando la gente te dice: qué bueno te quedó eso.
¿Qué tipo de humor prefieres?
El tipo de humor depende de lo que me rodea, lo que pasa en el mundo me golpea mucho, cuando navego por Internet me dan rabia las injusticias, eso me motiva a hacer humor político, lo hago mucho, pero el humor erótico me encanta.
Mi mamá está hemipléjica y a pesar de ello es muy simpática, me alienta, lo picaresco relacionado con el sexo creo que lo recibí de ella. Me he ganado premios de humor erótico.
¿Hay en la familia alguien que haya seguido tus huellas?
Tengo una hija, Yohanna, de 25 años y un par de jimaguas de 23, Adalberto y Dayana, que es dibujante y mejor que yo. Ella me dio una nieta que me tiene “fundido” y aunque todavía no ha cumplido los cuatro años me da ideas de chistes, le encanta dibujar, vive en Camajuaní y a veces me llama por teléfono para decirme: Papá Linares, trae cartulina y ven para acá a dibujarme.
¿Cómo ves a Melaíto?
Melaíto está bien, aunque necesita inyección de sangre joven porque los que estamos ya vamos para viejos. Pedro tiene un proyecto interesante para la formación de jóvenes. El humor no se enseña académicamente, sino se prepara al que demuestra tener condiciones y se les enseñan “truquitos”.
¿Qué ha significado para ti trabajar en esta publicación?
Melaíto ha sido mi vida, mi carrera, me ha dado muchas satisfacciones. Cuando a uno se le ocurre una idea es como hacer el amor, es sentirse realizado y si alguien viene y te dice: mi maestro eres tú, me dan ganas de llorar.
Nos interrumpe un transeúnte inesperado: Juan Orlando Torres Martínez, prestigioso escultor y pintor de la provincia, fundador de la escuela de Arte y profesor de mi entrevistado. No quiere dejar de decir que se siente muy orgulloso de que Linares haya pasado por sus manos, y revela una faceta de la cual mi interlocutor no me ha hablado: su virtuosismo como paisajista. Para demostrarlo, el octogenario profesor y artista plástico nos convoca a visitar la cercana vivienda de Martirena, colega de Melaíto y gran amigo de Linares, para que veamos un bello paisaje que él le obsequió y que despierta la admiración de todo el que lo contempla. Nos sorprendió además descubrir dos retratos realizados por Linares de los pequeños hijos de Martirena.
Linares se califica de “vago” para participar en concursos internacionales e involucrarse en la publicación de libros, a lo que Martirena responde con el argumento de que no es vagancia sino problemas personales que lo agobian y le restan tiempo para dedicarse a esas actividades, por lo que se le ha visto más en exposiciones colectivas.
Pero lo que no puede evitar Linares es ser premiado una y otra vez con obras como aquella de la sorpresa del bíblico Moisés, que al separar las aguas del mar se encontró con toda la basura con la que el hombre ha contaminado los fondos marinos; o esa otra titulada No te me vayas a extinguir ahora, frase dicha por un dinosaurio macho que en plena cópula con su pareja ve llegar al inoportuno aerolito causante de la liquidación de su especie. O el naufragio en el que todos los marineros se mantienen a flote agarrados de muñecas inflables…
Podría mencionar otros muchos galardones, pero basta recordar los que mereció en los dos concursos del XI Salón de Melaíto, dados a conocer en diciembre pasado: primer premio en humor general con la historieta El Grito, y segundo en humor erótico con la caricatura Gastro.
Y es que no hay dudas: Linares toma el oficio de hacer reír muy en serio.
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