Camilo Cienfuegos: multiplicado en la hazaña cotidiana de su pueblo PDFImprimirCorreo electrónico
Por Granma Lunes 06 de Febrero de 2012
Aniversario 80 del natalicio de Camilo Cienfuegos Gorriarán, quien no solo se convirtió en figura legendaria por su sencillez, jocosidad y sombrero alón, sino en héroe de victorias, en Comandante de la eterna sonrisa, en el Señor de la Vanguardia, el Héroe de Yaguajay, y —para el Che Guevara— "el compañero de cien batallas, y el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra".
Ochenta años atrás, nació en la barriada habanera de Lawton un niño que no necesitó de mucho tiempo para trascender.
Tampoco el abandono del sueño de ser escultor le impidió esculpir con sus manos una obra mayor que no precisaba estudios, solo dedicación. Ni la salida forzosa a Estados Unidos, una y otra vez, porque tuvo un regreso definitivo en el yate Granma hacia su única ambición: la libertad.
Era Camilo Cienfuegos Gorriarán, quien no solo se convirtió en figura legendaria por su sencillez, jocosidad y sombrero alón, sino en héroe de victorias, en Comandante de la eterna sonrisa, en el Señor de la Vanguardia, el Héroe de Yaguajay, y —para el Che Guevara— "el compañero de cien batallas, y el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra".
VISTA HACE FE
Quienes conocieron a Camilo no lo vieron confundirse entre las olas del mar, su lecho de descanso, sino que lo han visto volver multiplicado en sus decenas de anécdotas. Para algunos testimoniantes se hace difícil describir en pocas líneas tanta hazaña.
Uno de ellos, Osmín Fernández, tuvo la honra de poder trabajar junto a Camilo, como jefe de despacho. "Era un hombre que respetaba mucho la condición humana, tanto en el plano jerárquico o en el plano social. Sentía un profundo cariño por sus padres, Ramón y Emilia. También por sus hermanos, Osmany y Humberto".
"Uno de los rasgos de su personalidad era la simpatía natural espontánea, unida a la jocosidad, lo que no quería decir que cuando tenía que imponer disciplina militar, lo hacía enmarcado siempre en un profundo respeto a la dignidad personal del compañero.
"Trabajábamos hasta muy tarde, la oficina mía y la de Camilo eran colindantes. Una noche salgo a tomar café, pero no había y me pongo a descansar. Cuando despierto, todavía muy temprano, estaba acostado en la cama de Camilo con las botas puestas. Y me pregunto: ¿qué hago aquí?
"Al levantarme noto algo extraño, cuando veo, era Camilo que se había acostado en el suelo, al tener yo su cama de descanso ocupada. Figúrate, yo no tenía amistad con él como para explicarle por qué me había quedado allí, además de comprender que era una irreverencia.
"Yo me sentía las orejas arder mientras le dije: 'Comandante, perdone, fue un atrevimiento'. Mientras Camilo me contestó: 'No te preocupes por mí, en la Sierra Maestra tuve que dormir en el fango. Echándome el brazo por encima me invitó a tomar café."
Gestos como esos hicieron a Osmín ver cuánto de humanidad, solidaridad y comprensión tenía Camilo con sus subordinados. Se hacía acreedor de cariño y admiración por la cualidad innata de tratar amablemente a los demás.
Perfecto Romero recuerda con emoción la primera foto que le tomó a Camilo (de pie con el fusil en la mano), en Yaguajay. "Después de eso le hice muchas más".
"Camilo, además de ser una gente que el pueblo aclamaba a su paso, era simpático, buen orador. En cualquier momento facilitaba una fotografía exquisita. Mucho le ayudaban su figura, la barba y la sonrisa.
"Recuerdo una vez, en Sagua la Grande, que todavía estaba la policía batistiana en la jefatura y el pueblo aclamaba por el guerrillero para que los sacaran de allí. A su paso por cualquier lugar le llovían las cartas y los papelitos. Él los recogía y se los echaba en los bolsillos, pero como eran muchos designó a un compañero para revisarlos y poder darles respuesta a todos. Muestra de su preocupación por el pueblo son las múltiples instantáneas en las que aparece con los bolsillos llenos de papeles.
"Como fotógrafo, al captar por el visor al héroe legendario, aprecié siempre un retrato de inmenso calibre, de ahí que los cientos de fotos que pude hacerle son fabulosas y han servido para comprender, la humildad y a la vez la grandeza de aquel niño que nació el 6 de febrero de 1932."
Tanto para Osmín como para Perfecto, William Gálvez, Frank Gutiérrez, Orestes Guerra, Miguel Ginarti, Roberto Mendoza, José Antonio Rabaza y Manuel Espinosa, que dieron testimonios para el documental Simplemente Camilo, producido por los Estudios Mundo Latino como parte de la serie Grandes Biografías cubanas, saben que el ejemplo de Camilo perdurará mientras se multiplique su leyenda en la hazaña cotidiana de su pueblo.
CAMILO: SIEMPRE ENTRE NOSOTROS
Camilo Cienfuegos es de ese tipo de hombres cuyas vidas alcanzan dimensión de leyenda y que al mismo tiempo se proyectan y se afirman con fuerza extraordinaria en el quehacer del presente y en la imagen del futuro.
Camilo nació el 6 de febrero de 1932 en la barriada de Lawton, La Habana, en el seno de una familia de españoles, Ramón Cienfuegos Flores y Emilia Gorriarán Zavalla, que fueron los pilares fundamentales sobre los que se fue regulando su conducta y se afianzaron los valores que le permitirían, en su vida, asumir posiciones de principios desde ideas progresistas. La cada vez más difícil situación económica de la familia lo detuvo en el octavo grado de la escuela y paralizó la vocación profesional de su vida, cuando en 1940 ingresa en la Escuela Anexa de la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, estudios que tuvo que abandonar por problemas económicos. Luego sería aprendiz y empleado en la tienda El Arte.
Camilo desde temprana edad comienza a involucrarse en la lucha política participando en protestas populares por el asesinato del inolvidable Jesús Menéndez o contra el aumento de la tarifa de los ómnibus.
En el año 1953 viajó a Estados Unidos en busca de una mejor situación económica, pero decide regresar indignado por el ambiente existente en ese país y por la explotación a que eran sometidos los trabajadores. Posteriormente se integra a la lucha estudiantil contra la dictadura del régimen tiránico de Fulgencio Batista y, un año más tarde, fue herido por arma de fuego durante una manifestación en honor del héroe independentista cubano Antonio Maceo, razón por la cual fue fichado por el cuerpo represivo del tirano.
Al verse perseguido y sin trabajo decidió ir al exilio, por lo que viaja nuevamente a Estados Unidos y luego se traslada a México.
Expedicionario del Granma y guerrillero inigualable, su agresividad en la lucha, su valor a toda prueba, su talento, inteligencia y disciplina revolucionaria lo convirtieron en poco tiempo en una de las figuras más relevantes de nuestra última contienda insurreccional. "No ha habido en esta guerra de liberación un soldado comparable a Camilo", subrayó justamente Ernesto Che Guevara.
Camilo protagonizó junto al Guerrillero Heroico, uno de los más brillantes acontecimientos de la historia militar revolucionaria de nuestro país: la Invasión. "No hay palabras con qué expresar la alegría, el orgullo y la admiración que he sentido por ustedes —le escribió Fidel en octubre de 1958. Con lo que han hecho ya bastaría para ganarse un lugar en la historia de Cuba y de las grandes proezas militares".
Aunque solo pudo participar de los primeros diez meses que siguieron al triunfo del Primero de Enero de 1959; aunque cayó a los 27 años en medio de la lucha contra los traidores y la reacción al servicio del imperialismo cuando la Revolución apenas iniciaba la destrucción del viejo orden, Camilo dejó en ese tránsito fugaz una huella tan profunda y perdurable como la que grabó al encarnar a uno de los más grandes combatientes de nuestra segunda guerra por la real independencia de la Patria.
Su amor por la causa de los humildes, de los obreros y de los campesinos; su proyección netamente antimperialista; su pensamiento patriota e internacionalista; su espíritu unitario; su extraordinario sentido de la responsabilidad y del deber y su ejemplar e invariable lealtad a Fidel, al pueblo, a la Revolución, constituyen rasgos relevantes de su carismática personalidad revolucionaria a la que se unía una proverbial jovialidad criolla.
Hijo humilde de nuestro pueblo, convirtió —sin proponérselo— su meteórico e intenso paso por la Revolución Cubana en una verdadera epopeya. "Ese hombre —ha dicho Fidel—, es un hombre del pueblo, que salió del pueblo; no era ningún privilegiado; no tuvo aquellos honores ni aquella gloria porque alguien se los diera sino porque se los ganó. Y el consuelo que debe tener nuestro pueblo es que en el pueblo hay muchos Camilos y Camilo seguirá viviendo en hombres como él y seguirá viviendo en hombres que se inspiren en él..."
Reporte en audio: Enma Rodríguez Aguilera, de CMHW
TEXTO: RAQUEL MARRERO YANES
0 comentarios