Marta Abreu, excelsa cubana
Marta Abreu de Estévez.— Un instante perpetuo para ubicarla, de manera insustituible, en la Memoria Patriótica de la Mayor de las Antillas.
Monumento erigido en el Parque Vidal el domingo 24 de febrero de 1924, obra de August Maillard, con texto del poeta santaclareño Juan Evangelista Valdés.
«Mi última peseta es para la Revolución, y si hace falta más y se me acaba mi dinero, venderé mis propiedades, […] y si eso todo fuese poco, nos iríamos nosotros a pedir limosna […], porque lo haríamos por la libertad de Cuba.»
Marta Abreu de Estévez
Jamás persistirá palabra oral, y también escrita, para enaltecer en suma elevación cuánto dejó para la reminiscencia histórica de Santa Clara y de Cuba el sesgo de apasionamiento de Marta Abreu de Estévez, mujer dispuesta a hallar, de una vez y por siempre, el manantial independentista de la Isla, y de igual forma, procrear una gravidez en beneficio creciente de las capas más desposeídas de la sociedad.
La ciudad tampoco podrá alejarse de su exquisita cubanía; no solo en los aportes a su identidad en la forja de la nación, sino también de perpetuidad universal, al situarla en rango de prosperidad económica, social y cultural.
Pertenecen sus ancestros a las «[…] diez familias preponderantes que tuvieron gran desarrollo en los territorios que ocupó la plantación azucarera en Las Villas desde la segunda mitad del siglo XIX y prim
eras décadas del XX, [precisión que] sitúa a los Abreu-Jiménez y sus descendientes…»(1)
Después de iniciada la última contienda liberadora, la Necesaria, preparada hasta la minuciosidad por Martí, junto a Luis Estévez, el esposo, «[…] pasó a la emigración en Paris. Desde allí mantuvo estrecha relación con (Ramón) Betances y la emigración cubana en Francia, y con Estrada Palma y otros cubanos en Nueva York. Ayudó económicamente al coronel Rafael Cabrera a organizar una importante expedición. Recibió cartas y envió banderas al general (José Braulio) Alemán y a otros oficiales en campaña del 4to Cuerpo.»(2) De su peculio personal entregó, en varias partidas, más de 200 mil pesos, válidos para que la lucha en las maniguas no decayera. FORJA DE FAMILIA
El abuelo paterno vino de España a finales del siglo XVIII, y después se radicó en nuestra ciudad. Contrajo matrimonio con Rosa María Jiménez Peña, y procrearon 17 hijos; el duodécimo, Pedro Nolasco González-Abreu y Jiménez, fue padre de Marta de los Ángeles González-Abreu y Arencibia. Esa fue el ala paterna, y la otra surgió a partir de la unión de Beatriz Plana con Francisco Arencibia, Regidor Alguacil Mayor del Ayuntamiento; progenitores, el 5 de septiembre de 1826, de la niña Rosalía Arencibia y Plana, madre de la Guardiana de Santa Clara.
En 1845 vino al mundo Marta Abreu, año en que también aquí germinaron Antonio Lorda y Ortegosa y Ramón Leocadio Bonachea; mientras en Santiago de Cuba lo hicieron Antonio Maceo Grajales; Jesús Rabí Moreno, en Jiguaní; en tanto, en Camagüey apareció Bernabé (Bembeta) de Varona. Son coincidencias históricas que mostrarán su ulterior devenir en el cursor de la Patria.
Pedro Nolasco y Rosalía se casaron el 24 de abril de 1843, y en junio del siguiente año nació Rosa Beatriz, la primera hija, y 17 meses después, el 13 de noviembre de 1845, Marta de los Ángeles; mientras en enero de 1862, asomó Rosalía Paula, la tercera de las hermanas. La familia era adinerada, pero siempre se acercó a los necesitados sin ánimos de recompensas o reconocimientos sociales.
El 16 de mayo de 1874, en medio de contrariedades familiares, Marta Abreu contrajo matrimonio religioso con el joven abogado Luis Gonzaga Estévez y Romero, y luego de 12 meses brotó el primogénito Pedro Nolasco, y después una niña, la que murió a los pocos días.
Después de 1876, tras el fallecimiento de Pedro Nolasco González- Abreu, y Rosalía Arencibia y Plana, los padres fundacionales de esa familia, las tres hermanas descendientes comenzaron una extensa obra benéfica y patriótica, tal como protegían sus testamentos, en aras del progreso económico-social de Cuba y, en especial, de Santa Clara.
SIN DISTINCIÓN DE RAZAS Y CLASES
Con ese rubro se creó en enero de 1882 la escuela San Pedro Nolasco, y luego continuaron El Gran Cervantes, empeñadas en educar a niños pobres y de piel negra, así como el colegio Santa Rosalía para niñas con similares características sociales. No era filantropía pura, sino necesidad de ver trascender la ciudad que levantó sus simientes económicas. Crearon un asilo que brindó a los más desposeídos de la sociedad colonial un área de vivienda, comedor, asistencia médica y una tumba en el caso de defunción.
Luego vendría la proyección de los lavaderos públicos, preñados de la visión existente en Suiza, donde contemplaron a mujeres en labores domésticas en la margen de un río. Aquí en Santa Clara, por intermedio del Ayuntamiento, se levantaron dos en 1887, con particulares análogos en las proximidades del Bélico e igual número en el Cubanicay.
En 1885 la distinguida mujer cooperó económicamente con la reconstrucción de los hospitales de San Lázaro y San Juan de Dios, y una década después, se inauguró el dispensario El Amparo, dedicado a los niños pobres, habilitado bajo su supervisión.
Rotundo rechazo dio al título de Condesa de Villaclara. Sin embargo, la historia la inmortaliza con otros calificativos: «La dama todo corazón», «Insigne Patriota», «Ilustre Benefactora», «Augusta Patricia», y «Matrona»; calificativos que enaltecen a una patriota que irradia bienestar al país.
Imagen más antigua que se conserva del teatro «La Caridad», fundado en 1885, y sujeto ahora a una reconstrucción capital.
Su obra cumbre: el teatro La Caridad, edificado en menos de 15 meses, con sus funciones recauda fondos para el asilo de pobres y las escuelas San Pedro y Santa Rosalía. Consta, por esa fecha, el financiamiento del equipamiento técnico del Observatorio Astronómico Meteorológico Municipal, dirigido por Julio Jover y Anido, y por último, la envergadura del Alumbrado Público de Santa Clara, inaugurado una década después, hecho que sitúa al territorio entre los pocos que ostentan el moderno sistema eléctrico.
Planta Eléctrica: el primer alumbrado público de Santa Clara era de 1858, y 37 años después contó con uno más moderno.
PRENSA ENLUTADA
Marta Abreu, la patriota que desde París socorrió con aliento, avituallamientos y sumas monetarias a la causa cubana en la manigua, firmó sus confidencias con el nombre indoblegable de «Ignacio Agramonte». Al enterarse de la caída de Maceo, el 7 de diciembre de 1896, en Punta Brava, transmitió un cable a Estrada Palma: «Diga si es cierta la desoladora noticia. Cuente diez mil pesos, adelante, Ignacio Agramonte.»(3) El 9 de febrero de 1899, en el vapor Olivette, después de cuatro años de ausencia de Cuba, arriba a La Habana junto a su esposo, Luis Estévez, quien en 1902 es electo vicepresidente de la República, y angustiado renuncia en 1905 por los desmanes reeleccionistas de Estrada Palma, hecho que obligó reemprender nuevamente el camino hacia Francia; pero desde allá continuaron el socorro monetario de otros proyectos socio-culturales de Santa Clara: Escuela de Artes y Oficios, y una biblioteca pública. Sin embargo, un envenenamiento de la sangre a consecuencia de una operación de apendicitis mal atendida, puso fin a su fructífera vida.
Falleció, allá en París, el sábado 2 de enero de 1909, a la una y media de la tarde. Las noticias del lunes siguiente, tras los funerales en la Iglesia de San Felipe, llegaron raudas a Cuba.
Primera plana del periódico La Publicidad, perteneciente al lunes 4 de enero de 1909: reseña la infausta muerte de la Benefactora.
Más de un centenar de prestigiosos periódicos del país reseñaron el suceso: La Nación, La Opinión, La Patria, La Protesta (Sagua la Grande); El Triunfo, Diario de la Marina, La Discusión, El Mundo, La Lucha, El Demócrata (La Habana); El Eco de Las Villas, La Unión Liberal, La Unión Española (Cienfuegos); El Fénix (Sancti Spíritus), La Restauración (Remedios), El Moderado (Matanzas), El Cubano Libre (Santiago de Cuba) y La Publicidad (Santa Clara), entre otros, dejaron testimonio de intelectuales y patriotas encogidos por el dolor y la irreparable pérdida.
Eran testigos de lo expresado el 13 de febrero de 1898 por el Generalísimo Máximo Gómez durante una visita a Santa Clara: «No saben ustedes los villaclareños, los cubanos todos, cual es el verdadero valor de esa señora […] Si se sometiera a una deliberación en el Ejército Libertador el grado que a dama tan generosa habría de corresponder, yo me atrevo a afirmar que no hubiera sido difícil se le asignara el mismo grado que yo ostento.»
El vapor Flandres partió de Francia el 4 de febrero de 1920 con los restos mortales de Marta Abreu y de Luis Estévez, y el 20 fueron inhumados en la tumba de la familia Abreu Arencibia en la Necrópolis de Colón. Antes, recibieron honores de las autoridades gubernamentales, y el Ayuntamiento de La Habana, decidió cambiar el nombre de la calle Amargura en la Habana Vieja por el de Marta Abreu. Desde entonces, el tributo por la excelsa mujer no cesa en los confines de su magna y perdurable obra, y mucho menos un legado patriótico, inclaudicable e inconfundible, al cabo de un siglo de existencia en la memoria perdurable de los cubanos.
CRONOLOGÍA: ANALES INCONFUNDIBLES(4)
1845: 13 de noviembre, nacimiento de Marta de los Ángeles González- Abreu y Arencibia.
1874: 16 de mayo, contrae matrimonio con el Dr. Luis Estévez.
1882: 31 de enero, inauguración del colegio San Pedro Nolasco.
1883: 22 de noviembre, el Dr. Luis Estévez certifica la intención de Marta Abreu de construir un teatro en el terreno que ocuparon la Ermita de la Candelaria y el Hospicio Franciscano.
1885: 8 de septiembre, inauguración del teatro La Caridad.
1886: 15 de julio, bendición del Obelisco dedicado a los sacerdotes Juan Martín de Conyedo y Francisco Antonio Hurtado de Mendoza.
1887: 18 de mayo, apertura de los lavaderos públicos para mujeres.
1889: 1 de mayo, donación de instrumentos de medición para el Observatorio Astronómico Meteorológico Municipal.
1895: 1 de marzo, inauguración del Alumbrado Público de Santa Clara.
1896: 14 de enero, primer envío de remesas para la independencia de Cuba.
1897: 1 de marzo, apertura del dispensario El Amparo.
1898: 17 de mayo, decimoquinta y última remisión de remesas.
1898: 9 de febrero, en el vapor Olivette, Marta Abreu y Luis Estévez arriban a Cuba.
1900: 2 de enero, Luis Estévez asume el cargo de secretario de Justicia del Gobierno Interventor, y cuatro meses después renuncia.
1902: Luis Estévez es designado vicepresidente de la República. Abdica al cargo en 1905, año en que el matrimonio embarca hacia Francia. No regresaron más a Cuba.
1909: 2 de enero, muere la Benefactora en París.
1909: 4 de febrero: Luis Estévez fallece de manera trágica en Francia.
1920: 20 de febrero, traslación e inhumación de ambos restos en el panteón de la familia Abreu Arencibia en la Necrópolis de Colón.
1924: 24 de febrero, bendición e inauguración del Monumento dedicado a Marta Abreu en el Parque Vidal.
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