Eramos pocos
12 Noviembre 2011
Finalmente no hubo marcha atrás, y la matrícula de la Serie Nacional, en vez de decrecer, aumentó en un equipo.
Había tiempo para rectificar, luego de una andanada de críticas rotundas y dolorosos descalabros, pero se prefirió sumar un nuevo convidado, cuando la sensatez sugería la operación aritmética contraria.
Era tiempo, lo creo, de dar el paso. De pasar a emergencias, y no de insistir en primeros auxilios. La pelota exigía transformaciones, cambios orientados a elevar el nivel cualitativo de un torneo doméstico que antes fue maravilla y hoy es sombra. Pero nada ocurrió.
O sí, sucedió que a partir de este instante tendremos más equipos, más peloteros en liza, más estadios involucrados, más juegos en el calendario, más records quebrados, más esto, más lo otro, y decididamente, menos espectáculo. Repito, era tiempo de cambiar lo que debía ser cambiado.
Mi-tu-nuestra pelota no goza de la mejor salud (allá aquellos que todavía quieran engañarse), y se imponía comenzar por reducir el número de escuadras en contienda. Dieciséis parecían demasiadas: sin embargo, desde ahora serán diecisiete. Nada, que éramos pocos y parió la Serie.
Una cosa está clara: el debate no radicaba en si dejar con vida o no a los Metropolitanos, incluir u omitir a Mayabeque, o desterrar a la Isla. La esencia del asunto, creo yo, se ceñía a una pregunta que han intentado responder muchos foristas en Cubadebate.
Esta es: ¿cuántos equipos necesita el campeonato cubano de pelota para ser lo que todos queremos que sea? A mi juicio -esto lo he dicho muchas veces y en espacios distintos-, con seis es suficiente.
Así podríamos concentrar la calidad, cada escuadra dispondría de un line up poderoso, y lo mejor, cada una tendría -cuando menos- tres abridores por encima de la media. Por supuesto, ello conllevaría intercambios de peloteros entre equipos, habida cuenta de que no todos contarían en su región con un grupo de lanzadores avezados. Pero si queremos salir del letargo, hay que romper esquemas. Todo sea por el bien de la pelota. Mi-tu-nuestra pelota.
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