Mi hija pudo morir a causa del terrorismo
Bárbara Fortes
Hay sucesos que no pueden olvidarse, a pesar de que el tiempo transcurra, reafirma Marino Rodríguez, hombre dedicado por entero a la función de Práctico del Puerto de Isabela de Sagua. Hace volar su pensamiento y rememora los sucesos. Aproximadamente la 1 de la madrugada del 8 de octubre de 1962, ocurrió un hecho terrorista que puso en peligro la vida de los pobladores, incluso, la de su familia.
Por esos años arriban a la rada isabelina muchos buques procedentes de la Unión Soviética cargados de armas destinados a la defensa de nuestro país.
Cerca de las 10 de las noche, al concluir las labores de descarga, el práctico condujo como habitualmente lo hacía al navío. Regresa como era costumbre.
Pero esa madrugada no sería tan apacible como otras. Una lancha pirata procedente de Estados Unidos, logra infiltrarse en la bahía de Isabela de Sagua.
Dos embarcaciones pertenecientes a la Marina encargados de custoridar el área y que venían a una milla uno de otra, la confunden con la lancha del Práctico.
Pero, casualmente a los compañeros d e guardia en la Cooperativa Pesquera les sucede lo mismo.
Tristemente la agresión terrorista logra ejecutarse. Colocaron varias bombas. Una donde esta actualmente la Escuela Secundaria Básica Silvio Fernández .Allí había una casona y entre unas planchas de ferrocarril en desuso instalaron el detonante. Y en una casa de familia a unos 20 metros de lo que es hoy el restaurante El Tiburón.
Varios impactos de bala recibió la casa de Marino. Uno de esos proyectiles impacto precisamente a solo varios pasos de donde estaba sentada.
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