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A mi Entender

Lo que nos dejó Danny

 

El actor norteamericano Danny Glover momentos antes de recibir el Premio Internacional de Cine Tom·s GutiÈrrez Alea, en la sala Villena de la UniÛn de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), el 14 de septiembre de 2011.  AIN FOTO/Omara GARCIA MEDEROS

El actor norteamericano Danny Glover momentos antes de recibir el Premio Internacional de Cine Tomás Gutiéˆrrez Alea, en la sala Villena de la Unió›n de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), el 14 de septiembre de 2011. AIN FOTO/Omara GARCIA MEDEROS

Por Mabel Olalde Azpiri

En este, su segundo viaje a Cuba durante el 2011, Danny Glover dejó en nuestra isla un trozo de sí. Al igual que en otras ocasiones, quedó aquí un poco de su humildad, su buen humor, su sonrisa.

El actor y productor norteamericano llegó un martes por la noche mientras en la habanera sala Chaplin se estrenaba para el público cubano la película “El precio del perdón”, con la presencia de su director, el senegalés Mansour Sora Wade. Allí estaban un importante grupo de realizadores a quienes luego llamó “amigos y aliados”: los participantes en el primer Encuentro de Cineastas de África, el Caribe y sus Diásporas.

Durante la mañana siguiente, en los paneles del evento, descolló su estatura, la sencillez entre cierta etiqueta que algunos endosaron al encuentro, el brillo de ojos, y sobre todo quedó en los presentes la voz pausada con que instó a salvar no sólo nuestras regiones y sus expresiones culturales sino la humanidad toda.

No evitó cámaras, micrófonos, preguntas, ni siquiera mostró reparos ante dos jóvenes y desconocidos rostros que se acercaron con el fin de conversar sobre nuestros Cinco. Pretendíamos que dejara aquí, además, algunas palabras para los lectores de Cubadebate y así lo hizo:

Creo que los cubanos, con su amor a estos cinco hombres que es enorme y profundo, hacen cosas grandiosas. Es increíble lo que hacen aquí.

Más adelante, como quien intuye las muestras de cariño que le ofrecen los habitantes de esta isla, como quien hubiera leído los comentarios de los lectores en esta publicación felicitándolo por su reciente Premio Internacional de Cine Tomás Gutiérrez Alea, dijo que espera regresar pronto para estar cerca de sus “hermanas y hermanos cubanos” durante el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de este año.

Justo entonces me animé a preguntar:

¿Considera usted que la imposición a René de un período de tres años de ‘libertad supervisada’, luego de cumplir íntegramente su sentencia, constituye una condena adicional?

Por supuesto. En principio, el caso nunca debió entrar a una corte, nunca debió celebrarse un juicio contra estos cinco caballeros, ellos nunca debieron entrar a un juicio en primera instancia.

Entonces, cada minuto que pasan lejos de su familia, de su hogar, de sus parientes, de sus amigos, de su país, es una extensión de la injusticia contra el pueblo cubano. Es un irrespeto hacia el pueblo cubano. Con todo el respeto, esto es en esencia un ataque. Es una continuación de cincuenta años de ataques a la Revolución Cubana.

Recientemente usted visitó a Gerardo antes de que se supiera el resultado del proceso de presentación de Habeas Corpus, ¿cómo vio su estado de ánimo?

Cuando vi a mi amigo, mi hermano Gerardo, lo vi muy esperanzado y entusiasta. Nosotros sabemos que traerlo a casa requerirá un esfuerzo supremo de la conciencia de la gente en mi país y en el mundo. Ese esfuerzo y esa conciencia tienen que ser construidos por aquellos que apoyan a los Cinco en Cuba, en Estados Unidos y en el mundo.

¿De dónde viene su esperanza en el regreso de los Cinco?

La esperanza viene de una filosofía, un código de honor que dice: la mentira no durará para siempre si mantenemos el trabajo que hacemos desde adentro y desde afuera para apoyar a estos hombres, cuya única intención fue proteger a los cubanos y a su país.

Esos cubanos fueron atacados por quienes sirven a los mismos que hicieron todo lo posible para encerrar a los Cinco y ellos mantienen la esperanza. Yo tengo esperanza en que estos sucesos no serán enterrados en el basurero de la historia, y tendrán su verdadero lugar en la Historia. Mi mayor esperanza: los vamos a traer a casa.

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