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A mi Entender

La Revolución es todo

La Revolución es todo

 

 Bárbara Fortes

 “Tuve la posibilidad  de estar en la línea de combate frente al enemigo y ayudar a la Victoria”.Así afirmó Humberto López Aday, combatiente saguero  de Girón, quien no olvida aquellos días vividos. 

Con apenas 22 años cumplidos, decidió  incorporarse a las Milicias Revolucionarias para la defensa del país. 

Perteneció al 3er Pelotón del Batallón 117, en el  que también estaba el también  saguero Silvio Fernández, quien perdió la vida, al igual que otros tres compañeros en la toma de San Blas, afirma con mucha tristeza en sus palabras.

“Le había advertido un rato antes a Silvio y varios  soldados que tuvieran  cuidado con los cables al caminar, estaban puestos por los mercenarios y si los pisaban podían estallar las minas”.

Pero, no fue precisamente esta la causa  de la muerte de los combatientes, sino a consecuencia de la explosión de una bomba lanzada por el enemigo desde un avión que poseía la insignia  cubana.

Realmente salvé la vida de casualidad, estábamos a unos 8 metros de distancia  cada soldado, y avanzábamos en línea recta, siempre adelante, cumpliendo las órdenes de Fidel”

Lo único que sufrí la pérdida de  la audición por unas 4 horas.M e impresioné mucho ver a un soldado que vivía a dos cuadras de mi casa, en la Víbora, se llamaba  Enrique Otero, perdió un brazo en el primer combate el día 17  ,por la noche. El  auxilio de los heridos era  muy difícil, había que arrastrarse para ayudarlos, pero se  logró llevar hasta el central Covadonga, donde radicaba el Puesto de Enfermería. A ningún soldado se dejó abandonado nunca. 

"El poderío militar enemigo  era muy superior al de los milicianos y reciben la orden de mantenerse disparando, sin parar, tratar de rodearlos y esperar el refuerzo de otras compañías con baterías de mortero  que llegarían y así fue. Logramos tomar a San Blas y no permitir crear la cabeza de playa que pretendían los mercenarios". 

Al  hacer un vuelo  en su memoria, rememora que vivía en La Habana, en la barriada de La Víbora. Trabajaba  en la antigua cafetería “La Xiomita”.Decide formar parte de las Milicias Revolucionarias y lo sitúan en el 5to Distrito, en Avenida Acosta y Porvenir, en la propia Víbora. En esta institución se formaban las Compañías para después cursar la Escuela de Milicias en “ La Chorrera”, en Managua, en La Habana.

Cuando Fidel dio la orden el día 9 de abril, de distribuir las tropas porque se produciría un desembarco enemigo, los trasladan en tren hasta Santa Clara y ubican al Batallón 117, en el aeropuerto de la capital provincial.

El día 17 a las 10 de la mañana, dan la alarma de combate y parten en camiones  hasta la zona de  Yaguaramas. De ahí caminan a pie unos 10 kilómetros para llegar a la 1 de la tarde al antiguo central Covadonga donde se prepararon todas las condiciones para enfrentar al enemigo.

El primer contacto  con los mercenarios puntualiza fue el día 17 a las 8 de la noche, cuando comenzaron los disparos de la infantería, los vuelos rasantes de aviones que bombardeaban, pero todo el tiempo  cumplíamos las órdenes de Fidel, de avanzar y vencer a los invasores.

 Ellos  pretendían acabar con nosotros.”Nos gritaban, ríndanse, son muy jóvenes para morir, pero la respuesta nuestra era de fuego y Patria o Muerte”.

Ha pasado el tiempo, pero siguen vivos en la memoria  de Humberto, los momentos  vividos de patriotismo y valentía. 

“Me parece estar viendo a Silvio, tenía 30 años, pertenecíamos al tercer pelotón del Batallón 117. Estuvimos juntos en la lucha contra bandidos, en la conocida Limpia del Escambray. Era un joven de baja estatura, piel blanca, que contrastaba  con su camisa azul, pantalón y boina verde olivo que nos habían entregado en la Escuela de Milicias de La Chorrera”.

 Al concretarse la Victoria de Girón, Humberto, volvió a La Habana y se incorporó a la unidad militar 2467 de Managua, en la especialidad de Infantería. Permaneció en el Ejército durante 7 años. 

 Regresa a Sagua en 1965 y comienza a laborar en el (INIT)Instituto Nacional de la Industria del Turismo, lo que es hoy la Empresa de Comercio y Gastronomía, donde trabajó hasta su jubilación. 

Entre sus méritos  se pueden enumerar el haber estado movilizado por la Crisis de Octubre en 1962 y como socorrista cuando el sabotaje del vapor La Coubre. 

Años más tarde, se alista  como combatiente en Angola y cumple también con esa honrosa misión. 

Me despido de Humberto López Aday con el orgullo de haber conversado con él acerca de uno de los momentos cumbres de nuestra historia. 

Desde que lo conocí siempre se ha caracterizado por su modestia, sencillez y muy responsable. Ya con más de siete décadas de vida, no pierde el optimismo de aquellos años en que conoció el por qué hay que seguir luchando por  la Patria y se colmó de gloria en Playa Girón. Con palabras entrecortadas por la emoción recalca:” mantengo mis principios y a los jóvenes les digo que cuiden a la Revolución, es todo”.

 

 

 

 

 

 

 

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