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Yuri Gagarin:primero en llegar al espacio cósmico

Yuri Gagarin:primero en llegar al espacio cósmico

Por Antonio Rondón
Corresponsal de Prensa Latina en Moscú

El vuelo del cosmonauta soviético Yuri Gagarin inició hace 50 años la conquista por el hombre del espacio cósmico.

Aquella proeza resumió una historia de sueños, intentos y esfuerzos de Rusia por llegar al espacio sideral, incubados desde el siglo XIX.

Aún en la Rusia zarista, el teórico Konstantin Tskikovski ya consideraba que el hombre de ninguna forma podía contentarse con conocer a la Tierra, pues debía ir más allá y explorar el espacio.

Tal empeñó nunca abandonó a los científicos e ingenieros rusos y continuó con más bríos después del triunfo de la Gran Revolución Socialista de Octubre, en 1917.

Nombres como los de Serguei Pavlovich Koroliov quedaron por siempre como método, pensamiento y enseñanzas de referencia al hablar de la era aeroespacial e

Algunos recuerdan que en 1933 se registró una explosión en el sótano de un edificio moscovita que atrajo la atención de la policía, la cual poco después selló el lugar sin más explicaciones. Al parecer, se probaban fórmulas para alcanzar la velocidad cósmica (7,91 kilómetros por segundo).

Sin embargo, es justo reconocer que los avances de los soviéticos fueron insuficientes como para adelantarse a lo que pudo lograr la Alemania nazí, con su esclavización y el saqueo de otros países de Europa a quienes despojó de cerebros, secretos, estudios, materias primas y recursos financieros.

Para la II Guerra Mundial, los especialistas al servicio de Adolfo Hitler ya habían elaborado los módulos V-1 (un pequeño avión-bomba no pilotado) y V-2 (un verdadero cohete) que emplearon para destruir desde lejos a ciudades europeas.

Con el fin de la segunda conflagración mundial, los estadounidenses se adueñaron de instrumentos y documentos en los laboratorios e industrias ocupadas a los fascistas y cobijaron en su territorio a expertos nazis, cuyo pasado ocultaron, para iniciar su programa espacial.

La Unión Soviética logró recuperar también a algunos especialistas germanos de nivel medio incorporándolos momentáneamente a la cosmonáutica, aunque esa corriente ya venía desarrollándose en el país desde años atrás.

La frase rusa más conocida de Yuri Gagarin fue ÂíAdelante!, pronunciada al arrancar los seis motores del cohete que llevaría a su nave Vostok-1 al cosmos y plasmaría por siempre su nombre en la era del hombre en el espacio.

Gagarin nació el 9 de marzo de 1934 en el seno de una familia campesina de la aldea de Klushino, en la provincia de Smolensk.

Los tiempos soviéticos le permitieron ingresar a la Escuela de Aviación Militar Shkalov para luego presentarse a un concurso de cosmonautas.

El chico de la sonrisa permanente salió seleccionado entre 20 candidatos, después que la Unión Soviética probó con otros expertos la ingravidez, la acción de la presión atmosférica sobre el hombre y las escafandras, en un ejército de héroes anónimos de la cosmonáutica.

Su doble, German Titov, que también vistió la escafandra aquel glorioso 12 de abril de 1961, relataría después: “Divisé un resplandor plateado del cohete de seis motores con una potencia total de 20 millones de caballos de fuerza, parecía un faro gigante”.

“Toda mi vida me parece ahora un maravilloso instante. Todo lo vivido y hecho antes, se vivió y se hizo en aras de este momento”, confesó Gagarin minutos antes de subir al elevador que lo llevaría a la entrada de la Vostok-1 para partir a las 21:07 (hora local).

El vuelo de la referida nave duró 108 minutos, durante los cuales recorrió una distancia de 40 mil 868,6 kilómetros a una velocidad de 28 mil 260 kilómetros por hora, a una altura de 327 kilómetros.

A diferencia de nuestros tiempos, Gagarin regresó a la Tierra en un módulo especial del cual se catapultó poco antes de tocar tierra, para llegar en paracaídas a las 10:55 (hora local) a una localidad cerca de la ciudad de Saratov, en la región de Volga.

Su llegada inesperada, ataviado en su escafandra naranja y casco blanco, asustó a la anciana Anna Tajtarova, quien junto a su nieta Rita fueron los primeros terrícolas en ver a Gagarin a su regreso.

Por cierto, detalles revelados tras la reciente desclasificación de archivos del Estado, contenidos en el libro “El primer vuelo pilotado”, escrito por el ex cosmonauta Yuri Baturin, revelan algunos tropiezos de la hazaña soviética, más allá del riesgo general de la misión.

En su momento, el propio Gagarin escribió una carta que debía ser abierta en caso de su muerte, en la cual reconoce la posibilidad de un fallo, aunque se muestra confiando en la técnica.

Según el referido libro, poco antes del vuelo, los especialistas detectaron un desperfecto en una escotilla y debieron desactivar sus 32 tornillos y reparar un sensor de hermeticidad.

Además, los científicos calcularon que el peso de Gagarin, su escafandra y el sillón sobrepasaban en 13,6 kilogramos el límite permitido para el lanzamiento, por lo que buscaron aligerar la nave con la eliminación de aparatos dentro de la misma.

En la premura, al desmontar sensores de temperatura y presión, los especialistas causaron un cortocircuito, cuyas consecuencias debieron arreglar durante toda una noche.

Según una grabación del informe de Gagarin ante una comisión estatal, el sistema de separación del bloque de descenso para poder catapultarse estuvo trabado por 10 minutos, pero de todas formas pudo saltar a tiempo.

Finalmente, el módulo, el sillón y Gagarin cayeron en diferentes paracaídas, como estaba planificado.

Pero la grandeza de la hazaña del cosmonauta soviético deja pequeño a cualquier percance de la época.

Lo primero que salta a la vista es su importancia como avance para superar la limitación psicológica de que un hombre puede volar al Cosmos.

El vuelo demostró que el humano es capaz de soportar los elementos adversos del espacio y conservar su estado psicológico sin mayores consecuencias.

Por ejemplo, pudo adaptarse a la ingravidez, aunque debido a ese fenómeno Gagarin perdió el lápiz de apuntes de la bitácora durante el vuelo.

Ahora en el espacio se encuentra la nave Soyuz TMA-21, bautizada con el nombre de Gagarin, la cual fue lanzada días antes de cumplirse el aniversario 50 del primer vuelo tripulado.

Los rusos ofrecieron conciertos alegóricos a la fecha, inauguraron exposiciones en el Planetario moscovita y Moscú sirvió de sede de la reunión de 40 jefes de agencias espaciales extranjeras.

La sencillez, la juventud y la sonrisa de Gagarin aparecen ahora como recordatorio de que él viajó al espacio para también llevar allí las bondades de la paz y los elementos más nobles del ser humano.

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