Libia, un asunto de doble personalidad
Muchos no lo saben pero hay dos Obama. Y aunque Hillary Clinton no es, precisamente, un álter ego del mandatario, también padece de algo de este tipo. No es asunto de psiquiatría, por supuesto. Lo sugieren declaraciones de ambos: “EE. UU. condena el uso de la violencia por parte de gobiernos contra manifestantes pacíficos en esos países, y dondequiera que ocurra”, dijo el presidente refiriéndose a la violencia contra la población desatada en varias naciones árabes, entre ellas Bahrein, sobre el cual la secretaria de estado también expuso “Llamamos a la moderación del gobierno” .
Si hizo tal reclamo debe ser porque hubo motivos ¿o no? Desde helicópteros o en tierra el ejército disparó sobre los manifestantes y según la comisionada de Derechos Humanos de la ONU Navi Pilay, hay reportes sobre arrestos arbitrarios, asesinatos y golpizas propinados tanto a quienes protestaban como al personal médico encargado de atender a los heridos. Ese cuadro de ¿respeto a los derechos humanos? tuvo lamentables copias en días siguientes, pero cualquier cosa siempre puede ser peor.
Y esta no fue excepción, como se vería con el ingreso de tropas del Consejo de Cooperación del Golfo en el pequeño sultanato, horas después de una visita realizada por el secretario de defensa norteamericano Robert Gates. ¿Otro desmemoriado que aseguraba inviable las zonas de exclusión aérea sobre Libia?
Tras la prohibición en Arabia Saudita de cualquier tipo de protesta en su territorio y su celoso concurso para coartar todo gesto de rebeldía en el vecino islote, se veían venir acciones mayores para frenar los movimientos populares de la zona. Para que todo vuelva al sitio de la anti-democracia hay apuro y gran despliegue, favorecido por una malhadada Resolución de la ONU contra Libia, de la cual surgen feas y controvertidas atribuciones:
“El Consejo de Seguridad autoriza a los Estados miembros que hayan notificado al secretario, que actúen en forma individual o a través de organizaciones regionales, a tomar todas las medidas necesarias para proteger a los civiles y las áreas pobladas por civiles que estén bajo amenaza de ataque…”
Demasiado difuso, sobre todo cuando el texto sigue diciendo que se “excluye una fuerza de ocupación extranjera de cualquier tipo y forma”, pero deja abiertas “todas las medidas”, comenzando por los anunciados bombardeos requeridos para el infortunado establecimiento del bloqueo aéreo.
Medidas similares se tomaron en varios sitios de las más recientes guerras. Innegable y muy deplorable que ninguna de ellas esté liquidada ni ofrezca garantías a ninguno de los “defendidos” y ni siquiera a sus “salvadores”. Casi seguro ocurra por el estilo en el país petrolero donde una significativa avanzadilla
de asesores militares estadounidenses, británicos y franceses, con sus imprescindibles barcos de guerra, abastecidos con todo, ya están desplegados en las aguas aledañas a la Cirenaica o tierra adentro, hospedados por quienes se dicen contrarios a una dictadura, algo meritorio, pero se apañan bajo banderas ajenas, acto ni pizca laudable.
Al margen de si Gadafi avanza o retrocede o dejando a un lado también experiencias viejas o recientes, lo menos que pudiera ocurrir en lo adelante es que Bengasi y Tobruk, se desarticulen del resto de Libia, privando al país de recursos, sobre todo de hidrocarburos, costas e independencia.
Ni para quienes claman por ayuda externa ni para quienes tan “generosamente” acuden presurosos, es fortuita la elección del enclave elegido para una eventual secesión. A los levantados en armas ya les llaman separatistas, categoría que lo mismo en Bosnia que en Kosovo llevó increíblemente lejos.
Son dos eventos probatorios de que cuando la Casa Banca urde contingencias de esta naturaleza, no requiere de autorizo.
Cuando los serbo-bosnios tenían el 70% del territorio bajo su control, sin permiso de nadie y con la conveniente cobertura de la OTAN, cambiaron el curso de los acontecimientos y llevaron a la absurda situación, artificial y diferida, pero tragedia pendiente, de la que fuera una república de la Federación Yugoslava y ahora no se sabe qué es. Después, a Kosovo le otorgaron un status de soberanía que jamás tuvo antes. Otro grave proceso pendiente. Ya se verá por donde estalla.
Para esas guerras balcánicas, subrepticias o semi-declaradas, lo mismo que para invadir Irak, EE. UU. actuó fuera de la ONU por la oposición hasta de fuertes aliados. Ahora, para ¿marcar la diferencia? se movieron dentro de una dudosa legalidad. Muy grave, porque con independencia de si les dejaron hacer o les apoyaron, el peligro emanante no es solo para Libia y su impugnado paladín, sino se cierne sobre toda una rica y lastimada zona del mundo. Veremos si esos pueblos lo permiten y hasta cuándo.
A estas alturas, quizás huelga recordar que siguen existiendo dos derechos. Uno está zurdo y el otro se lo otorgan a quienes tienen para dar o para quitarle.
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