Machín le canta a su tierra, Sagua la Grande
Bárbara Fortes
Aunque yo vivo en España que es mi tierra de adopción nunca olvido a mi nación la hermosa tierra cubana Y al pueblo donde nací en Cuba, Sagua la Grande ,con acento emocionante quisiera cantarle así. Aunque muchos te han cantado muchos más te han de cantar y no te puede faltar el lamento emocionado que lanza con ese fin este cantante cubano tu hijo Antonio Machín.
Es en esta ciudad pequeña, pero a la vez tan grande, como su nombre, es que nació el 17 de enero de 1903, Antonio Lugo Machín, de padre gallego,José Lugo Padrón y madre mulata Leoncia Machín, en una modesta familia de 16 hijos. Con el apellido de su madre se dio a conocer al mundo.
Era la época del nacimiento de la República, de carencias económicas tuvo que ayudar a la familia, como recadero, ayudante de albañil, sastre y todo oficio que le apareciera por delante para sobrevivir, aunque siempre llevaba muy adentro el amor por la música.
Un buen día el párroco, que sabía lo bien que cantaba el niño de a apenas 5 años, pidió autorización al padre para que le permitiera formar parte del coro de la iglesia, a lo que éste accedió. A los pocos meses, el sacerdote le propuso que cantara el Ave María de Schubert en una fiesta. Su actuación fue un éxito, por lo que se hizo muy popular en toda Sagua. Tal vez de estas primeras interpretaciones de piezas clásicas nació una afición por la ópera que no pudo desarrollar debido a la dificultad que esto entrañaba para un cubano pobre y de color a principios del siglo XX. Era un gran admirador de Enrico Caruso.
Antonio Lugo, canta en serenatas y fiestas. Se escapa varias veces de casa y otras tantas el padre lo obliga a regresar, como en su aventura a Santiago de Cuba con a penas 15 años, tras la trova tradicional. En su pequeño pueblo era muy difícil subsistir y su padre no confiaba además en que, por su condición de mulato pudiera triunfar Al cumplir los 22 años decidió, como muchos músicos cubanos de entonces, buscar en La Habana la oportunidad de darse a conocer.
Su periplo por La Habana
En la capital realiza humildes tareas para ganarse la vida. Trabaja como albañil (oficio que había aprendido en Sagua), bajo las órdenes de José Martínez, sevillano que le abriría las puertas de ese mundo de la canción que tanto le fascinaba. Fue José quien le presentó a Miguel Zaballa, conocido trovador y guitarrista admirado por la calidad vocal de Machín, le propone formar un dúo y cantan en distintos centros nocturnos y en la radio. Esta etapa fue como una escuela para él, pues conoció a compositores e intérpretes famosos de esos tiempos. Pero Machín era un hombre de mucho tesón, no le arredraban las dificultades y cantaba dondequiera que lo contrataban. Estaba seguro de lo que deseaba por sobre todas las cosas: cantar.
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Un buen día lo escucha Don Aspiazu, quien con su orquesta amenizaba las noches del más famoso cabaret de la época: el Casino Nacional. Es así que Machín se convierte en el primer cantante negro en una orquesta de blancos, en un lugar donde asistía lo más selecto de la sociedad habanera .En su estancia con la agrupación conoció la teoría del solfeo, la técnica musical y los valores imperecederos de las composiciones cubanas.
Machín en Nueva York
En 1930 se va con la orquesta de Aspiazu a Nueva York para actuar en el Palace Theater de esa ciudad cosmopolita, donde interpreta el famosos pregón El manisero, de Moisés Simon.. En poco tiempo se convierte en un verdadero éxito en Estados Unidos..
Paralelo a ello, crea el Cuarteto Machín en 1934, con Daniel Sánchez (guitarra), Alejandro Rodríguez (tres), Plácido Acevedo (trompeta) y, por supuesto, Machín como cantante, con sus inseparables maracas. La calidad era el sello indiscutible del cuarteto por el amplio repertorio y la armonía vocal. Llega a vender un millón de discos y graba más de 160 temas con la RCA Víctor.
Por Europa
Se enroló en una gira internacional y se dirige primero a Londres, donde su interpretación del Lamento esclavo de Eliseo Grenet fue muy aplaudida y después se va a París, ciudad en la que triunfa con el espectáculo de Moisés Simons La Noche de los Trópicos. En la capital francesa forma su propia orquesta con la que debuta en La Coupule, una sala de Montmartre.
A estos éxitos, se suman los que obtiene en Alemania, Suecia, Holanda, Italia y Rumanía.¿Quién hubiese pensado alguna vez que este mulato saguero sería reconocido en innumerables escenarios del mundo?
.En París comienza la Segunda Guerra Mundial y decide no esperar a que los nazis, con su racismo exterminador, lleguen a Francia, por lo que va para España .
En España, entre Angelitos negros y Gardenias
Machín llega el 11 de abril de 1939, a España cuando la Segunda Guerra Mundial era casi una realidad. El idioma común le ayudaba mucho, aunque sin dudas, con tantos cantantes de renombre que le antecedían, era una plaza difícil, por lo que .debía demostrar un talento mayor. No obstante, su timbre vocal y calidad interpretativa se impusieron rápidamente ante un público conocedor.
Su fama en la tierra de su padre, España la alcanzó en 1947 con una canción compuesta por el mexicano Manuel Álvarez que por muchos años fue sello de identidad de Machín.
Atento a la obra de los nuevos compositores de su Cuba distante, incorpora a su repertorio preciosas canciones de creadores como Isolina Carrillo (Dos Gardenias), Julio Brito (Mira qué eres linda) o Nilo Méndez (Aquellos ojos verdes)- temas de autores como Osvaldo Farrés (Madrecita; Toda una vida), Adolfo Guzmán (No puedo ser feliz) y Orlando de la Rosa (Anoche hablé con la luna). Se convirtió en un embajador por excelencia de la música cubana en España Muy exigente con su trabajo, con los músicos, con su repertorio.
Machín sigue triunfando.
Durante casi cuatro décadas desde 1940 hasta 1977, cuando fallece en Madrid, su melodiosa voz se impuso y todavía hoy sus interpretaciones gozan de la preferencia del público que le recuerda como el cubano de voz cálida, con sus maracas y su amplia sonrisa. Una de las calles de Sevilla, lleva su nombre.
El Festival Boleros de Oro del año 2000, de La Habana, fue dedicado a su vida y obra. Machín, siempre Machín, porque fue este apellido el escogido para dar la vuelta al mundo en miles de placas musicales, el apellido de su madre, la mulata sagüera.
En el Museo de la Música Rodrigo Prats, de esta su ciudad natal se atesoran muchas de sus pertenencias: sus maracas, claves y algunos de sus discos, además de fotografías suyas y de los familiares, puntualiza el Licenciado José Luis OPérez Machado, director de la institución cultural.
En el aniversario 111 de su natalicio, el merecido homenaje a este artista que entregó lo mejor de sus vida en España, pero que nunca olvidó a su tierra, Sagua la Grand y que se enorgullece de ser la simiente de este hijo ilustre.
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