Este es un patio sui géneris. No es una parcela de tierra. Fue concebido en la azotea de una vivienda en la calle Céspedes, esquina a Gonzalo de Quesada en Sagua la Grande. Es pequeño. Posee una extensión aproximada de unos 8 metros de largo por 4 de ancho.
La historia comenzó hace más de dos décadas cuando Juan Miguel Larrea Herrera, economista de profesión, jubilado ya, sembró algunas plantas ornamentales y, sin darse cuenta, fue adentrándose en el maravilloso mundo de cultivarlas.
Ello demuestra la exquisita sensibilidad de este hombre, amante de la naturaleza, que expresa que dedicar gran parte de su tiempo a cuidar de las plantas lo hace sentir muy feliz y mejor ser humano. Nada mejor que recrearse mirando una planta bonita y así alimentar el espíritu.
De pequeño vivía en el campo, disfrutaba de sembrar plantas en el patio de la casa, cuidaba gran número de árboles.Quizás hoy, motivado por esos recuerdos de infancia, sienta que su vida está muy vinculada a ellas.
De las flores le fascinan las orquídeas, de las que tiene una colección de 50 variedades con diferentes formas y color. Entre ellas la más conocida es la Cattleya Luddemaniana, en la que resalta el color morado intenso y es una maravilla florística. Muchas horas de dedicación por su complejidad reviste el cultivo de la orquídea a partir de las diferentes características de las mismas, que dependen de la humedad y la temperatura, entre otros factores.
Las atenciones culturales son disímiles y en la ejecución de las mismas colabora con Juan Miguel su hijo Erick, devenido en experto a pesar de que su profesión como diseñador industrial no está relacionada con el arte de cultivar esta bella flor. Por supuesto, se suman al riego la esposa y su hija Sizi, quienes además apoyan en la búsqueda de nuevas variedades.
En el patio de Larrea, pueden apreciarse helechos, rosas búlgaras de color anaranjado, begonias y crotos. Toda una amplia gama de variedades de plantas que colorean este jardín artificial.
Es un reconocido cultivador en Sagua la Grande del bonsái, arte iniciado hace más de dos mil años en China.
El bonsái implica mucha dedicación, no obstante lo hace sentir regocijado el ver la planta desarrollarse y adoptar la forma que él desea. Ello reviste una atención sistemática, reafirma, para que puedan sobrevivir mediante una serie de técnicas como la poda en su momento, el corte de raíces que es crucial, y en el que no pueden cometerse errores, porque puede perderse el trabajo de años. El Bonsái es una de sus creaciones favoritas
La sonrisa muestra su satisfacción cuando se refiere al momento especial en que floreció el framboyán. Dice que dos de sus bonsáis son los más representativos y emblemáticos. Son ellos un tamarindo y el júcaro, que tiene ya 22 años. Este último es un árbol que puede alcanzar hasta 20 metros de altura y poseer un tronco de grandes dimensiones. Parece increíble cómo con las técnicas aplicadas mantenga 50 centímetros de alto. Larrea lo considera el más emblemático de la colección, integrada además por un roble, una caoba, un tamarindo, una uva caleta, un framboyán y un jagüey, entre otras disímiles especies.
Con alegría manifiesta que su patio fue declarado de Referencia Municipal en Sagua la Grande el 23 de febrero de 2010 y es actualmente candidato a idéntica categoría pero a instancia nacional.
Los vecinos manifiestan su alegría porque cada día aumente la población de plantas. En ocasiones le traen algunas para que las siembre y así sentir la satisfacción de verlas crecer hermosas, con el cuidado que les brinda este enamorado de las plantas.
El patio de Larrea irradia su máximo esplendor en la estación de primavera, cuando se contempla el verdor que se entremezcla con la diversidad de colores de las plantas que hacen más hermoso este espacio donde se respira una buena dosis de tranquilidad y paz.
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