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La gran noticia hace 30 años: ¡Un cubano en el cosmos!

La gran noticia hace 30 años: ¡Un cubano en el cosmos!

19 Septiembre 2010

 Quien estaba de corresponsal de Prensa Latina en Moscú en 1980 recuerda lo sucedido sobre los preparativos, el vuelo conjunto cubano-soviético y regreso a la tierra del primer cosmonauta cubano Arnaldo Tamayo Méndez Marta Denis Valle* A esta agradable noticia asistí en Moscú junto a otros periodistas de Prensa Latina y un numeroso grupo de colegas cubanos que viajaron a la Unión Soviética para la cobertura de este acontecimiento, esperado por todos sin conocer la fecha exacta. ¡Qué un cubano iba a viajar al Cosmos!, constituía un secreto a voces pero muy pocas personas conocían la fecha exacta.

 En abril de 1980 conversé largo rato con los dos candidatos cubanos, el teniente coronel de la Fuerza Aérea Revolucionaria Arnaldo Tamayo Méndez (Guantánamo, 29 de enero de 1942) y el capitán José Armando López Falcón (La Habana, 8 de febrero de 1950) camino del Centro de Cultura, de la Ciudad Estelar -a unos 40 kilómetros de Moscú-, donde se realizó un encuentro de la prensa de países socialistas con la tripulación del vuelo conjunto búlgaro-soviético, la cual había regresado a la Tierra antes de tiempo debido a un fallo técnico.

En esa ocasión, algunos colegas, conociendo de mi encuentro con los candidatos, me preguntaron si yo sabía, ¿cuál de los dos cubanos volaría y cuándo? Pero no pude responder. Era un secreto todavía, y en nuestra conversación no tocamos ningún detalle reservado. Se habló sobre la vida en la Ciudad Estelar, el rigor de la preparación, acerca de Cuba, y otras cosas. Me aseguraron que ninguno se dejaría vencer por el entrenamiento en tierra y estaban dispuestos a cumplir la misión, robándole incluso tiempo a su descanso para dominar mejor el idioma específico de la técnica cósmica.

 El primero de septiembre de 1980, las óptimas calificaciones obtenidas por ambos al concluir el programa de preparación teórica y física, en las aulas, y los entrenamientos terrestres y los vuelos aéreos, confirmaron sus palabras. Era otoño en el hemisferio norte, cuando Tamayo y Yuri Romanenko partieron del Centro de Preparación y Entrenamiento Yuri Gagarin, de la Ciudad Estelar, para abordar horas después la nave espacial Soyuz-38, el jueves 18 de septiembre de 1980. Tamayo y Romanenko, experimentado cosmonauta, integraron la primera tripulación, y López Falcón con el también veterano Evgueni Jrunov, la segunda. Allí, en la estepa de Kazajstán, la primera pareja recibió el visto bueno de la comisión estatal.

 El vehículo, impulsado por un poderoso cohete, de tres etapas, despegó del Cosmodromo de Baikonur, estepa de Kazajstán, arrojando fuego a la noche, mejor dicho a la madrugada, pues en ese lugar 11 minutos del viernes ya habían transcurrido.

En ese instante el reloj del gran carillón del Kremlin marcaba en Moscú, las 22:11, y la popular emisora Radio Reloj de La Habana daba las 3:11 de la tarde. En circuito cerrado, los periodistas acreditados en el Centro de Dirección de Vuelos, próximo a Moscú, observamos el lanzamiento de la nave. Un número reducido estuvo en Baikonur, entre ellos Eddy Martin, de la TV, y Gilberto Caballero, de la redacción científica de Prensa Latina -ambos fallecidos–,Juan Marrero , entonces del diario cubano Granma y actual dirigente de la Unión de Periodistas de Cuba, Jacinto Granda, de Juventud Rebelde, Víctor Pérez Galdós, de la Agencia de Información Nacional y Rosendo Gutiérrez, de Verde Olivo. Varios fotógrafos y camarógrafos los acompañaban. Sin embargo, la gran noticia del primer cubano y latinoamericano en el Cosmos solo fue desembargada cuando la Soyuz-38 se situó cómodamente en una órbita circunterrestre intermedia (máxima altura respecto a la Tierra 273 kilómetros, mínima 199 kilómetros, tiempo de circunvalación 88,9 minutos e inclinación orbital 51,6 grados). Algo así como cuando la azafata permite desabrocharse los cinturones a los pasajeros de un vuelo aéreo y se apaga la luz de alarma. Esa noche no dormimos los cubanos que estábamos en Moscú y tampoco numerosos residentes latinoamericanos. A partir de las 24:00 (hora de Moscú), las imágenes del lanzamiento, los rostros de los dos tripulantes y las biografías de ambos se difundieron por el mundo casi con la misma rapidez de la rotación orbital de la nave cósmica.

 La televisión local transmitió una programación especial (co-producción con Cuba), difundida por el sistema Intervisión, mucho más larga que durante los seis vuelos conjuntos anteriores del Programa Intercosmos. Por la diferencia horaria, en Cuba la noticia llegó al atardecer y las cámaras devolvieron a Moscú imágenes del pueblo cubano que festejaba el suceso. Esta explosión de júbilo duró más allá de los ocho días del vuelo; paso a paso fueron seguidas las incidencias e, igualmente, alcanzó notable repercusión internacional, especialmente en Latinoamérica. Antes de partir Tamayo dijo sentirse “profundamente orgulloso de representar a la gran tierra latinoamericana, como la llamó José Martí, que abarca desde el río Grande hasta la Patagonia”. TRABAJOS EN COMPLEJO ORBITAL La Saliut 6, estación orbital pilotada soviética, de segunda generación, fue colocada en órbita de satélite artificial de la Tierra el 29 de septiembre de 1977, mediante un potente cohete portador. La Unión Soviética la puso a disposición de los países socialistas que firmaron en abril de 1967 el Programa Intercosmos sobre la cooperación en el estudio y utilización del espacio con fines pacíficos. El 19 de septiembre de 1980, a las 23:49, según el reloj electrónico de la sala principal del Centro de Dirección de Vuelos, se formó el complejo orbital Saliut 6- Soyuz-37-Soyuz-38. La Estación realizaba su vuelta número 17 mil 128 cuando las dos tripulaciones comenzaron su trabajo conjunto a una distancia máxima de la Tierra de 356 kilómetros, mínima 345 kilómetros, tiempo de circunvalación 91,4 minutos e inclinación orbital 51,6 grados.

En los trabajos espaciales se utilizaba la hora oficial de Moscú. A bordo de la Saliut 6, la noche duraba aproximadamente 37 minutos y el día de 45 a 47 min. Después de comprobada la hermeticidad del “amarre cósmico”, a las 02:52 las cámaras de televisión enfocaron al sonriente Tamayo cuando se introducía por la compuerta de paso y abrazaba a la tripulación principal (Dnieper) que habitaba la estación desde el 9 de abril de ese año. Los anfitriones Leonid Popov y Valeri Riumin dieron la bienvenida a los Taimir Tamayo y a su comandante Romanenko con el pan y la sal, según una costumbre eslava. Las emociones se sucedieron a bordo y hasta las 05, 30 no se introdujeron todos en sus respectivos sacos de dormir. Tamayo fijó el suyo en una de las paredes de la Saliut 6, que él pensó se trataba del piso pues el fenómeno de la flotación a causa de la ingravidez confundió su percepción.

 Después de aclarado esto durante el vuelo siguió usando para su descanso el cómodo lugar escogido inicialmente. Los días de trabajo en la Saliut 6 fueron distribuidos entre los experimentos e investigaciones médico-biológicas, geofísicas y tecnológicas. El 90 por ciento de la carga de la Soyuz 38, trasladada a la estación la noche de la llegada, consistió en materiales científicos. A las 13,30 del 20 de septiembre, la tripulación internacional comenzó la jornada laboral que incluyó experimentos médico-biológicos para determinar el estado del sistema cardiovascular en el periodo de adaptación.

Ese día Tamayo anunció que vio a Cuba por primera vez desde el Cosmos. “No había nubosidad, todo fue maravilloso, el cielo estaba limpio y tenía un bonito color. Sobrevolamos La Habana y vimos nuestra hermosa Patria”. Y al pasar sobre el continente americano “me llené de alegría -afirmó–, igual que cuando vi a Cuba”. “Deseo también enviar a los pueblos latinoamericanos un caluroso y fraternal saludo desde la Estación Orbital”, expresó Tamayo.

A las madres y mujeres de América Latina y de África ofreció su respeto y profundo sentimiento de amistad e invitó a los niños a ser buenos estudiantes y buenos revolucionarios. En diversas comunicaciones con el Centro de Dirección de Vuelos, habló en ruso -su idioma de trabajo- pero cada vez lo hizo también en español, primera vez que se escuchaba la lengua de Cervantes desde el Cosmos. Narró como su idea del espacio cósmico, anterior al vuelo, resultó un poco diferente a su contacto directo con la ingravidez, a pesar de haber recibido las nociones generales de cómo trabajar y cómo comportarse en ese estado, porque en la Tierra no es posible crear las condiciones reales de este fenómeno: “…prácticamente todos los sistemas fisiológicos cambian y el hombre tiene que adaptarse a esas condiciones en un periodo de tiempo extremadamente corto y mantener la capacidad para el cumplimiento del trabajo científico”. “Puedo decir -señaló el 23 de septiembre-, que ya estoy completamente adaptado, aunque en los dos o tres primeros días experimenté algunos cambios bruscos del estado en que nosotros vivimos al de ingravidez. Por ejemplo, se siente la cabeza cargada debido a la sangre que se acumula en la parte superior del cuerpo… después uno se adapta. El primer día yo no podía dar esta vuelta (realizó un giro corporal completo con la cabeza hacia abajo) y en la actualidad puedo hacerlo sin ningún problema…claro, eso se adquiere con la práctica y con el movimiento constante dentro de la estación”.

 El 26 de septiembre de 1980, Cuba entró definitivamente en la historia de la cosmonáutica con el feliz regreso a tierra del cosmonauta Arnaldo Tamayo después de cumplir un amplio programa en la Saliut 6. Esa mañana, Tamayo y Romanenko prepararon la Soyuz 38 con los materiales que debían llevar de regreso. Al mediodía, los Dnieper despidieron a los Taimir y la compuerta de paso se cerró a las 12.25 (hora de Moscú). Juntos dieron otras tres vueltas orbitales y a las 15,38 la tripulación visitante partió; se fueron alejando lentamente del complejo Saliut 6- Soyuz 37. Todo ocurrió como estaba previsto: A las 18, 04 fue conectado el motor de frenado; 18, 26 se separó el módulo de descenso del resto de la nave; 18,31 la esfera con los cosmonautas dentro, penetró en la atmósfera. Nueve minutos después se abrió el primer paracaídas y pasados otros 15 minutos, el módulo de descenso se posó suavemente a las 18,54 (hora de Moscú), a unos 175 kilómetros al sudeste de la ciudad de Dzhezkazgán, Kazajstán. Tamayo y Romanenko completaron 128 órbitas circunterrestres. El último día de septiembre de 1980, Tamayo Méndez volvió triunfante a la Ciudad Estelar, donde se entrenan y viven los cosmonautas, para depositar un ramo de flores ante la estatua de bronce de Yuri Gagarin, el primer hombre en viajar al Cosmos. Allí se preparó y vivió desde la primavera de 1978. * Corresponsal de Prensa Latina en Moscú (1978-1981) 

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