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A mi Entender

Porque el mundo gira

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El pequeño ha encontrado en Viviana Villa Real otra de esas personas que llenan un espacio importante de su vida, sin dejar de demostrarle a su abuela que siempre habrá el eterno agradecimiento por todo lo compartido.    

Hace  20 años nació en Villa Clara una experiencia que pronto se generalizaría en todo el país: Las Casas de Orientación a la Mujer y la Familia. Valga este trabajo para reconocer tanto esfuerzo.

Por Ricardo R. González

Con frecuencia Julia Emilia Salabarría Guevara toma una foto en sus manos. La acaricia y quisiera volar en el tiempo. Regresar a los años en que Ivón, su hija, y la pequeña Yuny ocupaban el espacio que hoy falta en el hogar. Hay días en que, imaginariamente, las ve hasta venir juntas por el camino, contándose uno de esos episodios necesarios para alimentar la espiritualidad infantil, pero no. Ellas ya no están por culpa de esos desafueros del destino.

Fue un sábado de septiembre. La pequeña Yuny andaba con su hermanito Daniel. Jugaban, como de costumbre, en una callecita cercana al frigorífico placeteño. Por su estrechez resultaba peligrosa.

Todo acontecía de manera normal. La mamá se puso a lavar y los menores escaparon por la ventana y avanzaron un poquito más allá de la casa. De pronto, Yuny, de solo cuatro años, se soltó. Un señor mayor logró retener al varón, pero no dio para más. Las ruedas de la rastra propiciaron la desgracia.

Daniel, con siete años, fue testigo de algo que marcó un antes y un después, a solo cuadra y media de la residencia.

La voz de Julia Emilia se quiebra. No quisiera rememorar el estado en que quedó Ivón ante la pérdida de la pequeña. Todo galopa por su mente, en una mujer que antes ya había perdido a su mamá y al otro hijo de apenas 23 años.

Parecía que la vida no le iba a deparar más golpes ¿Por qué a veces es tan cruenta la existencia si ya eran suficientes?, mas nunca imaginó que a un año y un mes del accidente de su nieta desapareciera Ivón, de 38 años, debido a una dolencia hepática. En apenas 25 días el tumor la fulminó desde que fuera detectado por los galenos.

Por momentos Julia Emilia Salabarría pensó que su mundo había terminado. Dos nietos quedaban bajo su custodia. Una mujer sola debía proseguir con ellos el curso de cada jornada.

LUZ ENTRE ENCRUCIJADAS

El rostro de esta mujer marca evidentes grietas. Solo 62 años y parece que ha vivido una eternidad. Habla pausado y busca el aire que falta. Advierte que «nadie puede imaginar las cosas que pasaron por mi mente. Estaba desesperada. Quedé con Daniel y con su hermano mayor que por solicitud personal lo llamaremos X», explica Julia.

Sin embargo, el papel de su hermana Olimpia resultó primordial. Maestra al fin le aconsejó que acudiera en busca de orientación profesional.

«He vivido en carne propia el universo del rechazo escolar, de las miradas perdidas, de signos de agresividad propios ante circunstancias, de que los menores no quisieran hablar con nadie. Tuve que fungir como madre, como padre, como todo...»

Había que sacar fuerzas. Julia Emilia Salabrarría acudió a la Casa de Orientación de la Mujer y la Familia de Placetas. Expuso el caso y comenzaron las sesiones.

«Asistí primero con X. Comenzó el tratamiento y poco a poco ha ido transformando su conducta. Al menos cursa ya el tercer año de un técnico medio en Construcción Civil.»

Pero esta historia se llena de matices. El padre de X reside en Santiago de Cuba. Solo cumplía las normas elementales de la pensión alimenticia. Hasta entonces, no se habían visto más, ni siquiera mediaba algún tipo de comunicación.

A través de la Casa se localizó al progenitor y comenzaron los contactos. Viviana Villa Real, miembro del secretariado de la FMC placeteña, evoca ese momento. «Al fallecer la mamá de X, el padre viajó a esta localidad, pero el niño decidió quedarse con Julia. Desde entonces, ambos mantienen vínculos, prevalece una armonía excelente, e incluso el joven disfruta de sus vacaciones en la porción oriental cubana.

Daniel, por su parte, cursa el quinto grado. También fue sometido al pertinente seguimiento y convive con Eileen Villela Guevara (prima de su mamá) quien, junto al resto de la familia, ha sabido orientarlo y responderle a muchas de las interrogantes que rondan por su mundo.

AÑOS DESPUÉS

Ahora María Idelsa León Hernández, psicóloga infanto juvenil, y la licenciada en Psicología, Yamilé González Díaz, ambos colaboradoras de la Casa aquilatan la utilidad de este proyecto nacido en Villa Clara.

Cuántas problemáticas han solucionado a las mujeres y a las familias.

«Daniel, Julia y su hermanito fueron atendidos desde el primer instante. Un caso de extraordinaria sensibilidad ante tan complejas situaciones. Los niños llegaron remitidos por el Consejo de Atención a Menores (CAM) debido a trastornos de conducta.

«Hubo bloqueo en el aprendizaje y fue necesario trasladarse a la escuela. Sicólogos, defectólogos, trabajadoras de la FMC, con el apoyo de Cultura, el INDER, la comisión de Prevención Social y el Gobierno local», subraya María Idelsa.

Ellas, como expertas, sienten la satisfacción de ayudar a los semejantes. Un consejo, una pregunta, una aclaración que puedan ofrecer reconforta a todo el equipo en busca de una armonía comunitaria.

Julia Emilia contempla a sus nietos. Avanzan, y entendió que por muy diversas que resulten las encrucijadas del destino existen alicientes para reemplazar en algo los sinsabores de la vida.

El mundo no se acaba y eso usted lo sabe, y a pesar de los golpes continuos da las gracias por la ayuda inestimable, aunque con muchísima razón siga tomando esa foto en sus manos, la acaricie y desee volar en el tiempo.

MEMORÁNDUM

—   Villa Clara inspiró al resto del país que hoy superan las 154 Casas de Orientación a la Mujer y la Familia con el fin de reflexionar y encontrar la ayuda profesional a problemáticas de la vida contemporánea relacionadas con las féminas, su entorno familiar, los jóvenes y adolescentes, sin excluir aspectos concernientes a la pareja, la educación y la formación de los hijos.

—   La provincia suma 17 dependencias de este tipo que en todos estos años sobrepasan los 4 millones de personas atendidas. Incentivan, además, el trabajo de la FMC bajo la orientación individual y las acciones grupales. Vertientes educativas, jurídicas, de empleo, de educación sexual, salud, cultura e incluso de economía familiar pueden encontrar respuesta entre el equipo multidisciplinario de dichos colectivos.

—   Quienes asistan a las Casas tienen a disposición las consultorías individuales de ITS-VIH-SIDA o aquellas relacionadas con las adicciones, la educación sexual, o programas de adiestramiento con nociones de peluquería, corte y costura, aprendizaje de idiomas, cosmetología y cursos de vialidad y tránsito, entre otros.

—   Uno de los fundamentos descansa en la proyección del trabajo comunitario con el propósito de encauzar hacia mejores patrones que induzcan al pleno ejercicio de la igualdad femenina o a la convivencia necesaria para asumir nuestro tiempo.  

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