Alfredo López, ¿el primer desaparecido?
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Fuente-Pedro Antonio García
Alfredo López interviene en el Congreso Obrero de Camagüey (1925), donde se constituyó la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC).
Mucho antes de que la CIA patrocinara la Operación Cóndor y de los 30 mil desaparecidos en Argentina, la "desaparición" como técnica represiva se usó en Cuba.
Su precursor, al menos en la Mayor de las Antillas, fue Gerardo Machado, quien presidió una cruel tiranía entre 1925 y 1934. El primero de sus "desaparecidos" fue el líder sindical Alfredo López.
La última vez que lo vieron vivo, el 20 de julio de 1926, vestía su único traje, de muselina negro, y su tradicional lazo blanco le custodiaba el cuello.
Marchaba de su casa, por la calle Gloria, en el hoy municipio de La Habana Vieja, de la capital cubana, hacia Zulueta, donde se ubicaba el Centro Obrero. En la esquina de Economía, cuatro policías vestidos de civil le arrinconaron.
A bastonazos, aprovechando la superioridad numérica, lo dejaron inconsciente y lo introdujeron en un auto estacionado allí. Luego se supo que fue conducido al Castillo de Atarés, una antigua fortaleza colonial devenida cuartel militar y centro de la represión de la tiranía.
Durante siete largos años, la esposa y demás familiares ignoraron su paradero.
Alfredo López había nacido el 2 de agosto de 1894 en Sagua La Grande, en la hoy provincia de Villa Clara, al centro de la Isla. Hijo natural, el color de la piel de su madre mestiza provocó que la familia del padre lo rechazara.
Apenas completó la educación primaria. Entró como ayudante en una imprenta y se convirtió en un eficiente operario. Emigró a La Habana en busca de mayores oportunidades y pronto consiguió empleo.
Al fundarse la Asociación de Tipógrafos, lo eligieron para cargos en la base. Poco a poco asumió mayores responsabilidades. En 1919 dirigió una huelga del sector que dejó sin periódicos ni revistas a la capital cubana.
Fue una de las voces rectoras del Congreso Obrero de 1920, en el que propuso la creación de una central sindical única y el envío de una moción de respaldo a Lenin y a la Revolución Rusa.
Un año después, logró que quince sindicatos unieran esfuerzos para la gestación de la Federación Obrera de La Habana (FOH), primer paso obligado hacia la creación de la central sindical nacional, ya que la capital reunía al mayor y más organizado destacamento de los trabajadores cubanos.
Fundó la Escuela Moderna, en 1922, para la superación de los trabajadores. Junto al comunista Julio Antonio Mella, organizó la Universidad José Martí, para que los obreros y sus hijos pudieran aumentar su cultura e instrucción.
Estuvo también entre los impulsores, en el Segundo y Tercer Congreso Obrero, de la constitución de la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC) en agosto de 1925.
Aunque nunca militó en el primer Partido Comunista de Cuba, le facilitó a esa organización los locales de la FOH para sus reuniones clandestinas.
En agosto de 1933, al ser derrocada la tiranía de Gerardo Machado, unos estudiantes comenzaron a escarbar en las laderas del Castillo de Atarés, pues denuncias del pueblo les alertaron sobre la existencia de un cementerio clandestino allí.
Según un diario de la época, los jóvenes hallaron un cráneo "casi totalmente destruido por un golpe contundente en la parte posterior derecha".
Solo el hecho de que se conservara la dentadura completa —continuaba informando el periodista—, permitió que se identificara a la víctima como Alfredo López, dado como desaparecido siete años antes.
Al menos sus familiares tuvieron la compensación de poder enterrar sus restos en una tumba decente. Muchas de las abuelas de la Plaza de Mayo ni siquiera han podido contar con eso.
En 1926, al darse la noticia de la "desaparición" de Alfredo López, Julio Antonio Mella, fundador de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y del primer Partido Comunista de Cuba, lo calificó "de maestro, un creador de energía. Sus enseñanzas y lo que él inició todavía perdura".
"La FOH, la CNOC, los congresos obreros de Camagüey y Cienfuegos, son organismos potentes de la lucha de clases", proseguía Mella. "Tú, luchador, fuiste el alma de ellos... a pesar de tu desaparición, seguirás siendo el maestro del proletariado cubano".
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