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A mi Entender

Tres buenos corazones repletos de talento

A su regreso a Sancti Spíritus les esperaba un caluroso recibimiento de sus familias, compañeros de estudio y el pueblo, y un paseo por la ciudad. (Foto: Cortesía Centrovisión).

Luego de deslumbrar a toda Cuba durante el verano, las concursantes por Sancti Spíritus en el programa televisivo La Colmena TV regresaron al terruño. Escambray escudriña sus almas en busca de vivencias y confesiones 

Ninguna de las tres pensó que sucedería así, pero llegaron juntas al encuentro inicial en Santa Clara y salieron juntas por la puerta ancha de la Gran Final. Para colmo de bienes, terminaron con trofeos de ganadoras y, lo que es más importante, con el premio que les otorgó cada uno de los cubanos que a lo largo de casi dos meses las siguió en las pantallas de sus televisores: reconocimiento y cariño.

MARYLA, LA MARTIANA

“El casting mío fue un hecho histórico. Quería ir por mi cuenta, pero mi mamá no tenía cómo llevarme. El día antes la instructora del proyecto Los Yayaberitos, donde me formé desde el primer grado, me llama y me dice que fuera corriendo a ensayar, que iba a presentarme. Eran las cinco de la tarde y no pude lograr nada nuevo, así que practiqué lo que tenía. Mi mamá no quería y yo dije que iría de todos modos. Cuando vi allá a niños de la Escuela Profesional de Arte de Santa Clara me dije: ¡Ay, Dios mío, qué competencia!”, cuenta en la sala de su casa, en Olivos III, Maryla Jiménez Pérez, quien el pasado 8 de septiembre cumplió 14 años.

Tal vez la salvó el monólogo cómico, porque lo suyo es la comedia, pero aquel fue, dice, el casting más malo de su vida. “Casualmente lo hice con Diana y con Anyeli. En el mismo grupo audicionaron también otras dos niñitas, de Trinidad y Jatibonico”, revela. No esperó nunca llegar a la final y se sorprendió al saberse ganadora del segundo lugar entre los niños mayores, con el que estuvo y está muy feliz. “Todos ganamos cuando llegamos a ese proyecto”, declara. No se cansa —en medio de un resfriado que pescó al día siguiente de la última grabación— de alabar a Tin Cremata, a quien califica como uno de los mejores discípulos de José Martí, y a quien ya tiene “dentro del corazón”. Tampoco a Emily, su compañera y ganadora del primer lugar; de ella habla aludiendo a su humildad, sencillez y sinceridad, además de su potente voz.

Aunque canta y actúa de manera envidiable, lo que más disfruta es el baile, en el que pone alma y sabrosura. Sus vivencias en La Colmena TV las califica como dos meses y medio de diversión. “Lo único que tengo allí, aparte de los lindos recuerdos, son los buenos amigos que hice. El arte siempre lo veo como un hobby, como una manera de divertirme, no es algo que me gustaría estudiar. Me atrae mucho la Matemática y me propongo estudiar algo de eso”, detalla.

¿Por qué te presentaban como a “la martiana Maryla”?

No sé por qué Tin me puso la martiana, pues la máxima aspiración allí era aprenderse los 210 versos sencillos de José Martí y yo no logré eso, solo llegué a 158. Un día me dijo sonriendo: ‘Qué papelacera eres y eso que eres la más grande’. Creo que puede ser, modestia aparte, porque yo nunca estaba ensayando lo mío, sino ayudando a ensayar a los demás. Ayudaba en el canto, junto a Rocío, la directora de la banda, a las más chiquiticas, sobre todo a Diana y a Hadassa; y en el baile, a Anyeli y a Maripili. Incluso, hubo madres que al principio pensaron que yo era una profesora.

José Martí es también adquirir los valores que él tenía, no vale de nada aprenderse los versos como un papagayo y no saber interpretarlos, aplicarlos, entender lo que quiso decir.

LA MIEL DE DIANA ELENA

En la calle Sobral, casi en la intersección con la Circunvalante Sur, es la propia Diana Elena Sebrango Pérez quien nos recibe. Su sonrisa y su mirada desarman a cualquiera y entonces comprendes bien el calificativo de “dulcísima” que solía acompañar su nombre al presentarla casi en cada programa. Tiene siete años desde el pasado 27 de agosto, pero conserva intactos sus dientes de leche, que ahora se me antojan perlas vírgenes en un rostro de expresión angelical, mientras sonríe a cada momento.

Sentada sobre varios cojines, para que quede a la altura de los premios sobre la mesa tras la cual charlamos, de vez en vez acaricia una de las abejas “sin cabeza”, como dice, jocosa, que dan constancia de sus dos premios: el segundo lugar entre los niños pequeños, y el Premio de la Popularidad del certamen, conferido por los 68 576 votos a su favor.

Rebosa de contento y extraña tanto La Colmena TV que desde su regreso se pasa el tiempo haciendo piruetas, entonando canciones e improvisando décimas sobre cualquier suceso hogareño. A Los Yayaberitos se incorporó solo en enero pasado y de no ser por la labor de Estela Aguilar Pedroso, su directora, tanto ella como Anyeli habrían llegado en pañales a la competencia en cuestiones de actuación y de baile. Ahora quiere aprender a tocar guitarra en el instrumento de su madre y declara, sin tapujos, que aspira a ser artista.

¿Qué disfrutaste más?

Lo que más me gustó fue actuar, bailar y cantar y cuando vaya a La Habana siempre los voy a llamar y los voy a ir a ver para darles un abrazo. Agradezco mucho a las mentoras Muma, Sahilys, Devorah e Indira; les mando un abrazo y un beso grande que llegue hasta el cielo (gesticula y sonríe). Me sentía muy cómoda con Anyeli, cuando alcanzamos 20 puntos las dos nos abrazamos. Mi hermano Diego me enseñó a leer a José Martí y eso me ayudó mucho.

Dicen que ustedes eran muy disciplinadas. ¿Cómo te atreviste sin haber estudiado música ni actuación?

Es verdad, siempre que nos hablaban de hacer algo decíamos: sí, sí, sí… (ríe). Me atreví haciéndolo y haciéndolo muy bien.

LA REINA DEL HUEVO FRITO

“Buenos días, dígame”, contesta al teléfono la voz cantarina de Anyeli Bernal Bernal. Dice que sabe quién soy, porque su papá, camarógrafo de Centrovisión, ya le adelantó algo. Hubiese querido tenerla delante para disfrutar las expresiones de su simpática carita, pero un merecido viaje a la playa me obligó, en aras de la inmediatez, acudir a esta vía.

Le pido revivir su actuación del “táyaba táyaba táyaba” que hizo reír a toda Cuba. “Imagínate, que los muy revoltosos muchachitos de ese juego a la guerra nos decían, a mí y a Maripili: ¡Ta-pon-ci-tos!”, le escucho decir, recalcando cada palabra, y la imagino sobre el escenario con su estrategia defensiva.

Anyeli cumplió ocho años a finales de diciembre. Su carisma y su travesura en escena la hicieron favorita de muchos. Confiesa que era “con Dianita” con quien más le agradaba cantar o actuar. “Estoy contenta y feliz de haber alcanzado este premio”, soltó entre risas y se quejó de que en el hotel cercano al mar que la acogía en el momento de la entrevista no le habían servido mucho el plato que la hizo popular.

¿Por qué te nombraron Reina del huevo frito?

“Como al mes de estar allá me entrevistaron y me preguntaron lo que prefería hacer en el verano. Yo dije que disfrutar con mi familia, ir a la playa y comer mucho huevo frito”.

Pero he sabido que no era eso lo que más les servían…

“No, nos daban mucha carne y otras cosas, y entonces yo hablé con los cocineros para que me dieran huevo frito sin que Tin se enterara, y me lo daban (ríe) ”.

Dayana, la madre, hasta no hace mucho artista de radio y televisión, conocía las cualidades vocales de su hija, pero nunca la había visto actuar; por eso quedó sorprendida al ver su desenvolvimiento en las dramatizaciones. Zenén, el padre, se declara orgulloso y piensa en un futuro que no tronche las aspiraciones de Anyeli, quien estudia violín en la escuela de arte Ernesto Lecuona y siempre ha soñado con ser artista. Cuentan que Tin Cremata, director de La Colmenita, les pidió que se la dejaran llevar para su casa hasta los 15 años, en aras de moldear sus aptitudes.

Cierro la agenda y se me juntan las anécdotas. Vuelvo a verlas programa tras programa, primero, y luego, en la Gran Final, compartiendo con grandes de la música cubana, creciéndose, que es, al decir de los más allegados, lo que más hicieron. Repaso las imágenes del recibimiento que familia, centros escolares y pueblo les prodigaron a su regreso al terruño y evoco los expresivos ojos de Maryla mientras dedicaba su premio, por entero, a su instructora Estela Aguilar Pedroso, a quien le debe la pasión por el canto, la actuación y el baile.

 Aunque resulta lícito el regocijo por cada uno de los infantes que brillaron en la escena de La Colmena TV, vale también el sano orgullo de que Sancti Spíritus haya resultado la más airosa provincia cubana en cuanto a sus frutos allí. Tres niñas con el talento que le confieren sus buenos corazones acaban de comprobar, entre muchas otras, aquella máxima martiana que Tin les hizo conocer desde el primer día: No se sabe bien sino lo que se descubre.

Delia Proenza

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