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A mi Entender

Sagua la Grande y la guerrita de Emilio Núñez

 Sagua la Grande fue, es y será una hija ilustrísima de Villa Clara y en sus memorias guarda importantes momentos de estas beldades históricas de Cuba y a trascendentales personajes que han protagonizado incontables páginas de nuestra historia.

Desde el 10 de octubre de 1868, cuando Cuba gritó por su independencia y sus hijos se lanzaron a la manigua, las luchas emancipadoras devenían continuas gestas contra la ignominia española, las opresiones, las desvergüenzas.

Durante una década la bravura de los mambises mantuvo en jaque al ejército enemigo. Pero existieron factores decisivos que socavaron la unidad de los cubanos y esta Guerra fracasó. De todas formas, esta fue el inicio, y no se acabarían los intentos hasta ver a Cuba completamente libre el primero de enero de 1959.

Luego de culminadas las hostilidades en 1878, las ansias de emancipación no se apagaron y los intentos para terminar con el yugo se sucedieron. De esa manera en agosto de 1879 en el Oriente y Las Villas, se empuñaron las armas y sonaron nuevamente las campanadas de rebeldía.

El 9 de noviembre de 1879, en las Villas, parte central de Cuba, se habían levantado la mayoría de los grupos comprometidos y con la presencia de Emilio Núñez, máximo jefe de la conspiración en la jurisdicción de Sagua la Grande, se incorporaba esta también a la guerra.

                                                  Emilio Núñez                                   

Para luego es tarde, diría Emilio y en la madrugada del 12 de diciembre, organizó un levantamiento integrado por otros reconocidos patriotas de la región como Bernardo Núñez (hermano de Emilio),  el quemadense  Francisco Peraza, el Comandante Zamora Malpaez y el cifuentenses José Sánchez Jorro, Coronel del Ejército Libertador y combatiente de las tres guerras por la independencia de Cuba.

  

        Francisco Peraza                                   José Sánchez Jorro

Las fuerzas de Emilio Núñez ascendían a unos 250 hombres –la mayor de la región central- lo que demuestra la pujanza que imprimió este jefe al movimiento en la jurisdicción.

Con esta acción se demostraba que la guerra rebasaba los límites de Oriente, a los cuales las autoridades españolas intentaban circunscribirla. Emilio se encargó así, de demostrar el carácter del conflicto bélico, debilitando la propaganda colonial que pretendía aparentar que era una rebeldía zonal y racista.

Por su parte Martínez Campos se afanó celosamente con sus métodos persuasivos en extinguir la insurrección y movilizó para esta zona, sobre todo para Sagua la Grande y Santa Clara, alrededor de 20 mil hombres que desataron una tenaz cacería contra los insurrectos.

Pero oídos sordos hizo Núñez Rodríguez a estos intentos y continuó en el suyo. Con una tropa reducida ya a 70 hombres, desató una fructífera campaña militar en la región y obtuvo constantes victorias entre ellas: los asaltos a los ingenios Conyedo y Santa María (después de 1959 Central Ifrain Alonso, del poblado de Ranchuelo), quema de cañaverales, asaltos a fincas, atacó una columna enemiga próxima a Santa Clara, e hizo suyo un convoy que le permitió armar a la tropa, que ya contaba a finales de 1879 con 150 hombres.

Emilio Núñez, llevó la guerra a todo el territorio de Las Villas Occidentales sin descanso, moviéndose constantemente, asestando golpes al enemigo, atacando ingenios, tomando fortines, despojando a los voluntarios de sus armas, derrotando diferentes guarniciones.

También la guerra chiquita en la jurisdicción de Sagua contó con el apoyo de Elvira Del Monte Lamar, (Chacha), sagüera que representó a la mujer en las luchas independentistas, y junto a sus colaboradores entregaban pertrechos de guerra, medicina, ropa, calzado y correspondencia.

                                             Chacha Del Monte

La situación bélica y el contexto económico-social era cada vez más difícil, no se recibía apoyo del exterior y de casi ninguna de otras zonas del país. La ausencia de Maceo y la llegada tardía de Calixto García, así como la campaña racista de los españoles y traidores, hicieron que los bravos jefes orientales depusieran las armas en junio de 1888.

A esta última etapa de la Guerra, en la que solo se mantenían luchando los hombres de Núñez cuando ya casi nadie continuaba sobre las armas, muchos le llamaron la Guerrita de Emilio Núñez.

Fueron momentos extremadamente difíciles para el pequeño grupo de revolucionarios, obligados a operar de infantería en los montes, perseguidos por grandes columnas españolas, por los mejores prácticos y por los más feroces soldados.

Núñez desarrolló un plan de acción consistente en destruir económicamente toda la zona por donde pasaban sus fuerzas, obligando a los españoles a solicitarle parlamento. Se entrevistó así,  en el Mamey, con el Coronel español Fortún, pero no llegaron a acuerdo, pues consideró que las bases propuestas* resultaban más limitadas que las convenidas en el Zanjón, por lo que continuaría la lucha.

Ante el fracaso de la guerra, Calixto García pidió a Carrillo y a Núñez, únicos que quedaban en armas, que desistieran de su empresa. Núñez, no lo consideró aceptable y continuó con sus operaciones.

El 13 de octubre de 1880, Martí a nombre del Comité Revolucionario de Nueva York y en respuesta a una carta de Emilio Núñez, le manifiesta la inutilidad de la guerra en esa etapa y prácticamente le ruega que baje las armas y escribe:

“Un puñado de hombres, empujados por un pueblo, logra lo que logró Bolívar: lo que con España y el azar mediante, lograremos nosotros. Pero abandonados por un pueblo, un puñado de héroes puede llegar a parecer, a los ojos de los indiferentes y de los infames, un puñado de bandidos... Duro es decirlo, y toda la hiel del alma se me sube a los labios al decirlo, pero si es necesario, estéril como es la lucha; indigno hoy, porque es indigno el país de sus últimos soldados, deponga Vd. las armas. No las depone Vd. ante España, sino ante la fortuna. No se rinde Vd. al gobierno enemigo, sino a la suerte enemiga. No deja Vd. de ser honrado: el último de los vencidos, será Vd. el primero entre los honrados.”

Muy a menudo los textos sobre la historia de Cuba pasan por alto a esta carta de José Martí, minimizando su significación, hasta desconocer que el comandante sagüero

Emilio Núñez, fue el último hombre en deponer las armas durante la Guerra Chiquita. 
El alzamiento de Las Villas, con Emilio Núñez y su guerra chiquita en Sagua la Grande, se escribió con letras doradas en la historia de Cuba por su soberanía.


Las condiciones logradas fueron:
•    Se facilitó que un emisario trajera del comité Revolucionario de Nueva York la autorización de capitular.
•    Los esclavos que en esos momentos se encontraban en las filas insurrectas, se le otorgó la libertad. 
•    A los miembros del ejercito libertador se le concedió la propiedad de su caballo. 
•    Las autoridades españolas, le facilitarían los medios a los que desearan viajar al exterior. 
•    Días después se embarcaba desde el pueblo costero de Isabela de Sagua Emilio Núñez con su familia y algunos compatriotas rumbo al exilio.

Con información de Lisandra González

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