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A mi Entender

¡Ciego de Ávila Campeón!

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Sin rodeos. Sin poesía. Simplemente Ciego Campeón. El cántico añorado por aficionados y jugadores por fin se escuchó en esta ciudad, que jamás había gozado con el hecho de alcanzar la cima del béisbol cubano, esa cúspide tan ansiada que solo han acariciado 15 escuadras en 51 series nacionales.

Hace un año, cuando se les escapó la corona frente a Pinar del Río, muchos pensaron que ya esta camada de avileños se iría solo con la discreta renta de ubicarse entre las cuatro mejores novenas del país en las últimas cuatro campañas, pero decidieron escribir una página dorada en su historia.

"Tras muchos años de trabajo cumplimos el objetivo. Esta es una generación de peloteros que se ha formado sobre la base de la disciplina, la dedicación y la entrega, nos merecemos el título", apuntó Yorelvis Charles, uno de los pilares del elenco.

El inicialista, junto al resto de la plantilla, le aseguraron a Roger Machado en la mañana del lunes, mientras practicaban, que ese sería su último entrenamiento, tal vez con la convicción de que podrían cumplir el sueño de apuntar al cielo cubano con el trofeo de monarcas.

"La clave estaba en hacer el trabajo con la misma seriedad de toda una temporada, sin confiarse, sin pensar en la ventaja que teníamos", aseguró Machado, muy atinado en la dirección de los Tigres durante los play off, instancia en la que supo conducir con maestría a los suyos para remontar contra Las Tunas, vencer a Granma y pasar por encima de la condición de favorito que todos le otorgaban a Industriales, un equipo que nuevamente demostró su condición de peleador, a pesar de tener en sus filas a una buena cantidad de peloteros inexpertos.

Hablar del juego que los llevó al Olimpo es imprescindible. Ya a las tres de la tarde, desde el puente Los Elevados se divisaba el parque José Ramón Cepero repleto, listo para ver a un enorme Yander Guevara en el box, incólume en una decena de capítulos.

Con la fluidez necesaria para limitar a la tanda capitalina, el derecho de Ranchuelo avanzó por el encuentro. Se mostró ecuánime, muy consciente de la importancia de su labor y con la experiencia de haberle lanzado igual cantidad de entradas sin carreras a los Azules en la etapa regular. Su relevo, Lázaro Santana, no fue menos. Completó la faena sin que los Leones, pésimos madero en ristre, le pudieran conectar con efectividad.

En el apartado ofensivo, todo el mundo inmortalizará a Ricardo Bordón, quien desató el frenesí de los ¿10 mil? espectadores presentes en el estadio y de quién sabe cuántos repartidos por toda la nación. Sin embargo, no podemos olvidar a Yoelvis Fiss, remolcador de las primeras tres anotaciones de Ciego, y de forma general a cada miembro del plantel, pues todos aportaron y serán recordados por dibujar una trayectoria ascendente, premiada con el santo grial del béisbol cubano.

Mención particular para Mayito Vega, de los nuevos campeones, el de mayor experiencia en nuestros clásicos. Sufrió un desgarro de los abductores de su muslo izquierdo, confirmado por el médico Reynaldo Trujillo y aparecieron lágrimas de dolor, las amargas, suplantadas luego con la miel del triunfo.

¿La celebración? Por todo lo alto. La afición avileña, en extremo disciplinada, supo disfrutar a lo grande en honor a su equipo. ¡Son los campeones!

ANOTACIÓN POR ENTRADAS

JOSÉ R. CEPERO C H E
IND                020 000 100 00    3 7 1
CAV              102 000  000 01 4 8 1
G: Lázaro Santana (4-3) P: Julio Montesinos (1-2) Jr: Y. Urgellés

 

Garra y combatividad por arrobas
 

Oscar Sánchez Serra

Inobjetable, categórico, superior siempre. Ciego de Ávila es campeón por primera vez en la pelota cubana, porque esta generación de jugadores, que desde hace más de una década contaba con potencial para imponerse, tiene garra y combatividad por arrobas. Lo demostraron sus veteranos Fiss, Charles, Isaac, Mayito, que vieron como Vladimir y Yander se erguían por encima de sus hombros para comandar la ruta victoriosa desde la lomita de lanzar.

Ganaron porque se impusieron dos veces en un Latinoamericano abarrotado, porque su pitcheo, tras el astro Vladimir, logró dominar los juegos decisivos, esos que se presagiaban de bateo. Por eso Osmar y Guevara tienen tanto crédito en esta inédita hazaña de los avileños.

Y en esas virtudes se encuentran entonces las debilidades de un contrario de mucho abolengo en el béisbol nacional, pero que siendo el equipo que más bateó en el calendario regular, fue prácticamente silenciado en la final por el banderín. A Yander y a Osmar, Rabí (una entrada) y Santana (dos outs), solo le batearon 233, en tanto a Vladimir solo le copilaron 203. Ahí estuvo la clave, no dejaron batear a los Industriales, que aun perdiendo en cinco partidos, dos lo llevaron a extrainning y en otro cedieron por una. Y un segundo lugar, cuando se viene del lugar diez, debe recompensar.

(Con información Perióodico Granma)

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